El último y emocionado aplauso a Lina Morgan en la iglesia de San Antón
Un gran aplauso de varios minutos por parte de ese público al que tanto respetaba la actriz y que ha sido el verdadero protagonista de este funeral donde la música y la letra de su mítico 'Gracias por venir' ha sustituido al 'podéis ir en paz'
La iglesia de San Antón, en la calle Hortaleza de Madrid, donde se guardan las reliquias de San Valentín, el patrón de los enamorados, ha sido el último lugar donde Lina Morgan ha recibido el gran aplauso por parte de la gente que la quería. El funeral, organizado por el padre Ángel y sus Mensajeros de la Paz, ha tenido un final muy parecido al que recibía la artista cada vez que se bajaba el telón en su querido teatro, La Latina, el mismo que la vio triunfar.
Un gran aplauso de varios minutos por parte de ese público al que tanto respetaba la actriz y que ha sido el verdadero protagonista de este funeral donde la música y la letra de su mítico Gracias por venir ha sustituido al 'podéis ir en paz'. Sin guión y sin preparación prevista. Los asistentes que participaron en la liturgia se fueron levantando como hacían en La Latina y "emocionados y agradecidos" le dedicaron la gran ovación de la noche.
En dos monitores flanqueando el altar se ha emitido un vídeo con imágenes de Lina Morgan, tanto de su vida profesional como del aspecto solidario mucho más desconocido para el gran público. Un dato que ha destacado el fundador de Mensajeros de la Paz, el padre Ángel, y algunos de los seis sacerdotes que han celebrado la misa en memoria de la cómica, como le gustaba que la llamasen, y que la conocían desde hace años precisamente por esa colaboración altruista.
"Lina estaba siempre que la llamabas. Nunca falló, era una mujer íntegra, buena, divertida y que quiso vivir su enfermedad a su manera. No es cierto que estuviera sola, porque estuvimos con ella y ella con nosotros. Va a ser difícil acostumbrarnos a no compartir la vida aquí en la tierra junto a ella. Cuando me toque, me estará recibiendo en el cielo como siempre con su sonrisa", explicaba el padre Ángel muy emocionado, que quiso rendirle este homenaje a la amiga a la que consideraba su "gemela". "Os voy a contar desde este altar el gran secreto que nos unía a Lina y a mí. Éramos gemelos. Nacimos el mismo día, del mismo año y casi a la misma hora. Ella en Madrid y yo en Asturias. Nunca lo había contado hasta ahora. Nosotros decíamos que era nuestro secreto".
La iglesia de San Antón estaba abarrotada y hubo gente que no pudo entrar y esperó en la puerta para rendir también su pequeño homenaje. Dentro, en los primeros bancos, Daniel Pontes, su hombre de confianza; el dueño del teatro La Latina, Jesús Cimarro; Ángela Carrasco, Paloma Gómez Borrero, que leyó las peticiones, Rosa Valenty, Pedro Nuñez Morgades y su mujer, María Muñoz, presidenta de la ONG Ciudad de la Alegría; José Manuel Parada, las enfermeras que la cuidaron y colaboradores de Mensajeros de la Paz. Lina estuvo arropada por su gente, aunque esta no formara parte de su árbol genealógico. Como dijo alguien, "esta era su familia".
La iglesia de San Antón, en la calle Hortaleza de Madrid, donde se guardan las reliquias de San Valentín, el patrón de los enamorados, ha sido el último lugar donde Lina Morgan ha recibido el gran aplauso por parte de la gente que la quería. El funeral, organizado por el padre Ángel y sus Mensajeros de la Paz, ha tenido un final muy parecido al que recibía la artista cada vez que se bajaba el telón en su querido teatro, La Latina, el mismo que la vio triunfar.
Un gran aplauso de varios minutos por parte de ese público al que tanto respetaba la actriz y que ha sido el verdadero protagonista de este funeral donde la música y la letra de su mítico Gracias por venir ha sustituido al 'podéis ir en paz'. Sin guión y sin preparación prevista. Los asistentes que participaron en la liturgia se fueron levantando como hacían en La Latina y "emocionados y agradecidos" le dedicaron la gran ovación de la noche.