Es noticia
Menú
Arranca la batalla por la herencia de Ernesto, el patriarca de los Koplowitz
  1. Noticias
ADMITIDA UNA DEMANDA DE RECLAMACIÓN DE DERECHOS SUCESORIOS

Arranca la batalla por la herencia de Ernesto, el patriarca de los Koplowitz

Un juez ha admitido a trámite la demanda por reclamación de derechos sucesorios de Carlos, que consiguió el apellido tras una dura prueba de ADN en 2013 que obligó a exhumar los restos mortales de Ernesto Koplowitz Sternberg

Foto: Carlos Koplowitz Rangel, en un fotomontaje de 'Vanitatis'
Carlos Koplowitz Rangel, en un fotomontaje de 'Vanitatis'

Una lucha que no cesa y que ahora se ha convertido en moral. Tuvieron que pasar más de veinticinco años, desde 1988 a 2013, para que un tribunal reconociese a Carlos Iglesias Rangel como hijo legítimo del empresario Ernesto Koplowitz, fallecido hace nada menos que 53 años. Hasta entonces, Carlos solo era el hijo no reconocido del fundador de uno de los mayores imperios económicos de España, fruto de su romance con Albertina Rangel, que se prolongó desde 1956 hasta su muerte. Sin embargo, desde el pasado diciembre se ha iniciado otra batalla que promete ser aún más complicada, ya que fue en ese mes cuando el ahora llamado Carlos Koplowitz interpuso una demanda por derechos sucesorios de la que aún no se ha celebrado el juicio. La demanda permanece en secreto sumarial y ha sido admitida a trámite hace apenas unos meses, tal y como confirma el propio Carlos, desde Suiza, a Vanitatis. "Una vez que fui reconocido como hijo de mi padre estudié la forma de reclamar estos derechos. Mis hermanos, Alicia, Esther, Isabel y Ernesto, han recibido una parte de la legítima. Yo no y por eso he decidido dar este paso y el juez ha acabado admitiendo mi petición", asegura al otro lado de la línea telefónica con un correcto español y un característico ritmo cadencioso.

Antes de llegar a la demanda de reclamación por derechos de sucesión, tanto Carlos como su abogada, Eva Solivella, hicieron un estudio para ver qué parte de la fortuna de Ernesto Koplowitz Sternberg se podía reclamar. "Yo no tengo ninguna intención de arruinar a mis hermanos. De hecho, estaría dispuesto a llegar a una mediación, a hablarlo con ellos en una mesa. Tampoco pido algo increíble. No soy un sinvergüenza que quiera sacar dinero a los demás", asegura, reconociendo con tono apocado que el patrimonio de sus dos conocidas hermanas "les pertenece únicamente a ellas. Ellas han hecho prosperar el patrimonio con todo su esfuerzo y es algo que nadie discute. Yo hablo del poco dinero que tendría mi padre cuando murió en 1962. Lo que quiero saber es qué me correspondería de la fortuna hasta ese momento en el que él murió". Vanitatis se puso en contacto con el representante de Alicia y Esther Koplowitz, pero estas no quisieron decir nada acerca del asunto.

Una "cuestión moral" que se remonta a su infancia

Nacido en Suiza, hijo de Albertina Rangel, una historia de amor duradera del fundador de FCC, fallecido en un accidente de equitación cuando él solo tenía nueve meses, Carlos mantuvo contacto con sus hermanos desde muy pequeño, a raíz de ser descubierto por sus dos cuñados, Alberto Cortina y Alberto Alcocer, en Venezuela. "De los 4 a los 24 años, cuando vivía en Venezuela, me encontraron los maridos de mis hermanas, los Cortina y Alcocer, y al saber quién era me ayudaron y me pagaron estudios primarios". A partir de ese momento, cuando Carlos era demasiado joven como para reclamar lo que parecía irreclamable: su vinculación con la familia de forma pública, sí hubo un contacto esporádico con sus cuatro hermanos. "Desde 1988 hasta el año 2000 tuve una relación muy fraternal con Isabel, Ernesto, Alicia y Esther. Hubo contacto por carta y algunas visitas que me hicieron. Desde que decidí reclamar mi apellido, no quisieron saber nada de mí".

Pese a que Ernesto, el otro hijo del empresario fallecido en 1962, fue el único en reconocer públicamente que admitía, tras las pruebas de ADN, que su hermano perteneciese a la familia, Carlos matiza su relación con él, que tampoco es mucho mejor que la que ha mantenido con las populares Alicia y Esther. "Él va por donde el viento sopla. Siempre se pone del lado del más fuerte", asegura reconociendo, a su vez, que su hermano lo ayudó económicamente "y gracias a él estudié en internados caros en Suiza. Mis hermanas también me ayudaron cuando quise estudiar Empresariales. Pero todo eso se acabó en 2000, cuando decidí reclamar mis derechos con una demanda de filiación. Desde entonces me han ignorado".

La demanda de filiación dio vueltas de 2000 a 2009, año en el que fue archivada. "Mi abogado de entonces ni me lo había dicho", afirma Carlos. Tras llegar a la abogada Eva Solivella gracias al cuñado de esta, consiguió que la demanda "se reactivase a través de otra vía jurídica y acabé siendo reconocido como hijo de mi padre". Y es que aquella petición de filiación acabó dándole la razón en el año 2013, cuando tras la exhumación del cadáver de su padre y una correspondiente prueba de ADN se demostró que era hijo del fallecido empresario.

Era un año después cuando Carlos decidía dar un paso más y reclamar sus derechos sucesorios. "El apellido lo tuve tras 25 años de lucha. Lo de ahora se trata simplemente de justicia; es un gesto moral. Si algo le perteneciese a un hermano tuyo, es lógico que tú lo valores con esa persona para llegar a un acuerdo y no tener que llegar a los tribunales. Yo quise evitarlos e intenté abrir una vía de mediación, una solución pacífica, pero no ha podido ser así", se queja amargamente. Ahora serán los tribunales los que dictaminen qué parte de la enorme fortuna puede reclamar y si, finalmente, sus derechos sucesorios serán reconocidos; una batalla legal que a buen seguro ha marcado y marcará la existencia de este 'quinto Koplowitz', al que, como si de una novela de Dickens se tratase, los vericuetos del destino cruzaron con una de las familias más poderosas del mundo.

Una lucha que no cesa y que ahora se ha convertido en moral. Tuvieron que pasar más de veinticinco años, desde 1988 a 2013, para que un tribunal reconociese a Carlos Iglesias Rangel como hijo legítimo del empresario Ernesto Koplowitz, fallecido hace nada menos que 53 años. Hasta entonces, Carlos solo era el hijo no reconocido del fundador de uno de los mayores imperios económicos de España, fruto de su romance con Albertina Rangel, que se prolongó desde 1956 hasta su muerte. Sin embargo, desde el pasado diciembre se ha iniciado otra batalla que promete ser aún más complicada, ya que fue en ese mes cuando el ahora llamado Carlos Koplowitz interpuso una demanda por derechos sucesorios de la que aún no se ha celebrado el juicio. La demanda permanece en secreto sumarial y ha sido admitida a trámite hace apenas unos meses, tal y como confirma el propio Carlos, desde Suiza, a Vanitatis. "Una vez que fui reconocido como hijo de mi padre estudié la forma de reclamar estos derechos. Mis hermanos, Alicia, Esther, Isabel y Ernesto, han recibido una parte de la legítima. Yo no y por eso he decidido dar este paso y el juez ha acabado admitiendo mi petición", asegura al otro lado de la línea telefónica con un correcto español y un característico ritmo cadencioso.

ADN
El redactor recomienda