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'Paparazzi Confidencial': de la paliza de los gorilas de Preysler a la bronca del Rey
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'Paparazzi Confidencial': de la paliza de los gorilas de Preysler a la bronca del Rey

Antonio Montero desvela por primera vez en su nuevo libro la cara oculta de la profesión. Relata a qué situaciones límite tuvo que enfrentarse y hasta dónde ha sido capaz de llegar por una exclusiva

Foto: Montaje con el libro de Antonio Montero
Montaje con el libro de Antonio Montero

El periodista Antonio Montero, colaborador habitual de programas de entretenimiento, se ha presentado siempre como un buscador de historias de las que luego se nutren las revistas y los espacios televisivos. Es un ‘paparazzo’ y así se presenta en el libro que acaba de escribir cuya lectura no dejará indiferente. En 'Paparazzi Confidencial. Historias de una profesión maldita’ (Ediciones Akal) cuenta algunas experiencias profesionales, como que seguir a determinados personajes puede costar un disgusto, que se puede acabar en la comisaría o, como él mismo explica, que tras una información publicada puede llegar una inspección de Hacienda.

Esta sería la parte menos buena que también refleja la vida profesional de Montero. En esta cara de la moneda se detallan las guardias interminables esperando a Alicia Koplowitz en su finca con su supuesto novio, las noches eternas a la espera de que aparecieran Marta Chávarri y Alberto Cortina o las horas encaramado a un árbol hasta que en el horizonte se ve aparecer al Príncipe Felipe en una jornada de caza junto a Iñaki Urdangarín y sus amigos los Fuster y López Madrid. Imágenes con un valor importante en el mercado, que unas veces se publicaban y otras se guardaban por aquello de la amistad entre el dueño del medio y los protagonistas de las fotos.

Hay capítulos muy comprometidos donde Montero ha preferido utilizar nombres ficticios y donde la información se convierte en 'top secret'. En otros, narra sus viajes por medio mundo hasta encontrar ‘la pieza', como sucedió con el viaje de novios de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar o las fotos únicas de la Reina Letizia e Isabel Preysler en bikini.

Las estrategias de Preysler

El ‘paparazzo' periodista muestra en esta prepublicación cómo consiguió historias únicas que después fueron portada de las grandes revistas españolas e internacionales. Una de ellas fue el viaje de Isabel Preysler y Miguel Boyer con las niñas Tamara y Ana a Egipto que, hasta ahora, todos creían que fue una escapada familiar cuando en realidad se trataba de un viaje promocional. Años después Montero se convertía en su dolor de cabeza y también el de sus escoltas.

placeholder Isabel Preysler en bikini en una publicación de 1993.

Antonio Montero se había colado en casa de Isabel Preysler, en la calle Arga 1, como si fuera un colaborador de la Asociación para la Infancia (ANDE), de la que Isabel Preysler acababa de ser nombrada presidenta: “Ningún 'paparazzo' estaba invitado, pues la familia Boyer-Preysler nos consideraba ciertamente molestos. Y lo éramos. Yo no era todavía conocido por los escoltas del ex ministro. Al menos cuatro le acompañaban permanentemente. Así que cuando vi el corro de delegados, salí de mi coche y me incorporé al cortejo con mi cámara colgada al hombro. (…) Así que allí estaba yo en casa de Isabel sin ser invitado. Todos charlaron animadamente y posaron para mí con toda naturalidad. ¿'Dónde quieres que nos pongamos?', me preguntaba ingenuamente Isabel”. Montero también explica que cuando llega a la agencia en la que trabajaba le dicen que cómo no le había hecho preguntas. El fotógrafo no duda en llamar para que le haga unas declaraciones, ya que el reportaje tendría el triple de valor, y la respuesta la cuenta en el libro.

“¡Gastamos una fortuna en seguridad para que entre en mi salón cualquiera! Isabel estaba verdaderamente cabreada. 'No se enfade', le dije. 'He visto la ocasión y reconozco que he sido muy osado'. 'Se adoptarán medidas oportunas para depurar responsabilidades', me dijo con brusquedad y colgó. Al cabo del tiempo, tomaba su primera comunión Tamara, la cuarta hija de Isabel y la única habida en su matrimonio con Carlos Falcó. La celebración tenía lugar en la finca toledana de Casa de Vacas (…) Reptando como una lagartija entre los abrojos conseguí acercarme hasta la casa para tratar de romper la exclusiva que Isabel había pactado con '¡Hola!'. Un tal Frutos, uno de los escoltas de Julio José y Enrique Iglesias me descubrió y advirtió a los 'gorilas' de Isabel de mi presencia. Uno de ellos, que se llamaba Miguel, se vengó de mi osadía y me propinó una paliza que me dejó baldado. Me arrojaron a un camino y allí me quedé intentando volver a respirar. Mientras el todoterreno se alejaba se escuchaban las voces de Miguel a mis espaldas: '¡Que se joda y se vaya andando!'. Los hijos varones de Julio Iglesias, que aún eran muy jóvenes, contemplaron la paliza desde una ventana del caserón. Hablando hace unos meses con Julio J. Iglesias, él todavía lo recordaba”.

En otro capítulo Antonio Montero narra las peripecias de Philippe Junot con dos profesionales de la calle: “Al llegar a la altura de la entrada de un parking, Junot se detuvo ante dos innegables prostitutas. Mantuvieron una breve charla y el galán bajó por una escalera con una de ellas. Había que darse prisa para organizar las fotos. Acercamos el coche hasta la prostituta que se había quedado en la calle. Llamé a la chica y le dije:

-¿Sabes dónde puede estar la chica que ha bajado con ese señor hace un momento? El vozarrón de la presunta dama despertó a los pájaros de Chamberí.

–La chica es mi hermana y se llama Manolo.

Sobre Don Juan Carlos

Hay varios capítulos dedicados a la Familia Real, en particular al rey Juan Carlos y los seguimientos que le hizo el paparazzi tanto en Palma como en otros lugares. Unas veces eran bien recibidos y otras no y así lo cuenta en el capítulo 'El Rey y la rubia misteriosa'. “No tardé mucho en ver la silueta de Su Majestad (esquiando) descendiendo hacia mí. Era la foto. Con el teleobjetivo 300 2.8 disparé varias veces antes de que se acercara demasiado. Buen trabajo. La ventisca me impedía oír lo que estaba sucediendo cerca de mí. Hasta que escuché su inconfundible y borbónica voz tras las colchonetas naranjas. Don Juan Carlos se asomó:

–Si te sale bien me mandas una.

–Gracias Majestad. La voz me salió balbuceante.

–Gracias no, ¡que me mandes una!, respondió mientras volvía a deslizarse pista abajo hacia el hotel.

Con respecto al Rey Don Juan Carlos, Montero relata el famoso verano en que consiguió junto con otros colegas fotografiar desde un acantilado al monarca tomando el sol desnudo en el Fortuna.

El príncipe Felipe y Gigi Howard en la portada de la revista 'Pronto'.“Y así fuimos haciendo fotos, también a la Reina Sofía y a la Infanta Cristina en topless. Las fotos eran una bomba de relojería que nos podía estallar en las manos. Jamás se había hecho en España nada parecido y quemaba. Yo confiaba en que tal vez alguna revista pagara un buen pellizco por retirar el material. En aquella época, que se publicara en España era completamente impensable. (…) A los pocos días todos los paparazzi de Mallorca acudimos al Club Naútico donde se celebraba la Copa del Rey. Don Juan Carlos se acercó a nosotros y nos ordenó ponernos en fila. Obedecimos sin entender. El Rey empezó a pasar revista a nuestros tobillos buscando los arañazos delatores de nuestra hazaña. Nos descubrió a los seis. Alguien le había dado el queo. Sonrió y se volvió hacia la barra del bar. “Que a esos seis les pongan lo que quieran de mi parte”, dijo.

El difícil seguimiento a Cortina

Con Aberto Cortina el seguimiento no resultó tan fácil. En aquel momento la pareja Chávarri Cortina era un filón informativo y así lo relata el que les sigue hasta Milán. “En el gremio de los paparazzi, Cortina tenía fama de hombre peligroso. Sus escoltas ya habían propinado más de una paliza a varios compañeros. Era uno de los personajes que más temor despertaba y no me apetecía pelearme con él. (…) La pareja prosiguió su paseo a una gran plaza con soportales, cuyo nombre prefiero olvidar. Empezó a cruzarla aparentando tranquilidad. Cuando calculó que encontraría a su perseguidor en medio de la plaza, se giró súbitamente. Me pilló con el teleobjetivo colgando. No me dio tiempo a reaccionar. Cortina empezó a correr hacia mí dejando a Marta Chávarri plantada. (…) Conseguí darle esquinazo. Desde mi posición, pude ver los zapatos de un Cortina exhausto. Resoplé y empecé a respirar más tranquilo. Acababa de dar esquinazo a 3.000 o 30 millones de pesetas de exclusiva”.

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El periodista Antonio Montero, colaborador habitual de programas de entretenimiento, se ha presentado siempre como un buscador de historias de las que luego se nutren las revistas y los espacios televisivos. Es un ‘paparazzo’ y así se presenta en el libro que acaba de escribir cuya lectura no dejará indiferente. En 'Paparazzi Confidencial. Historias de una profesión maldita’ (Ediciones Akal) cuenta algunas experiencias profesionales, como que seguir a determinados personajes puede costar un disgusto, que se puede acabar en la comisaría o, como él mismo explica, que tras una información publicada puede llegar una inspección de Hacienda.

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