Marichalar, Naty Abascal y la familia Garrigues asisten al funeral de Elena de Borbón

A las 8 de la tarde de este jueves se celebraba, en la iglesia de los Jesuitas situada en la calle de Serrano, la misa por Elena de Borbón Barucci, una de las mujeres con mas encanto de la vida social de los años 80, que falleció el pasado 26 de diciembre a los 67 años. Desde hacía más de una década, vivía retirada en su casa de Puerta de Hierro tras serle detectado un alzhéimer precoz que la hizo vivir en su mundo sin recuerdos pero sin deteriorarse físicamente.

Aunque desapareció de la escena pública hace tiempo, siempre fue muy querida, y por eso a este último homenaje acudió parte de la familia Garrigues y amigos de siempre como Marisa y Alfonso de Borbón, Naty Abascal, Cari Lapique, la marquesa de Tamarit, Jaime Peñafiel, Beba Longoria, Katia Guerrero, Rocío Primo de Rivera o Wanda de Ligne. Al final de la misa llegó Jaime de Marichalar, que también quiso dar su apoyo a las cuatro hijas de Elena.

Los amigos que acudieron a la liturgia religiosa coincidían en destacar que Elena no era una mujer de esas llamadas 'de bandera', pero sí con un atractivo especial. “Era superdespistada y por eso sus lagunas iniciales las achacábamos a ese despiste, que formaba parte de su personalidad”, contaban varias amigas recordando cómo cada dos por tres perdía las llaves de casa, olvidaba dónde había dejado el coche aparcado o aquella vez en que se le extravío el 'sitting' de un desfile de Versace en París. Justamente por eso, cuando se supo que padecía la enfermedad del olvido no le extrañó a nadie. Lo único que sorprendió fue que la atacara siendo tan joven.

Una "tendera de lujo"

Elena, o Elenita, como la llamaba casi todo el mundo, fue la introductora en España de la firma Versace, que entonces tenía pocas ventas entre las mujeres que se podían permitir el lujo de comprar ropa del modisto italiano. Fue relaciones públicas, asesora, comunicadora y la mejor imagen que el diseñador pudo tener. Amiga personal de Gianni Versace, al que recibía en Madrid en sus viajes de incógnito como a un familiar más, se declaraba "tendera de lujo" y no le importaba que dijeran que formaba parte de los parientes comerciales del Rey Juan Carlos. En realidad, era prima lejana, ya que era nieta de la duquesa de Sevilla, Enriqueta de Borbón, y de Francisco de Borbón. Doble apellido real pese a que tenía poco trato con el anterior jefe del Estado y su familia, a excepción de la infanta Elena por aquello de coincidir en temas relacionados con premios de moda.

Se casó dos veces. La primera, con un empresario catalán con el que tuvo a su hija mayor, Elena, y la segunda con Jose Miguel (Michu) Garrigues Walker, de la saga de abogados conocidos en Madrid como los Kennedy españoles, que murió de cáncer en 2004. Con él tuvo a Carla, Flavia y Olivia, que, junto con la hermana mayor, han estado pendientes de su madre desde que no pudo valerse por si misma. “Eran una pareja fantástica, divertidos, buenas personas y con una dedicación espectacular a la familia. No fue consciente de la enfermedad de Michu y cuando lo veía calvo por las sesiones de quimioterapia le decía que no le gustaba cómo se había cortado el pelo. Quizá fue mejor así, porque se adoraban. A los últimos a los que dejó de reconocer, curiosamente, fue a sus nietos”.

La casualidad hizo que, también este jueves, Patricia Rato, sus hijas y sus hermanas estuviesen en el mismo recinto, aunque en su caso en una capilla más pequeña, donde se oficiaba una misa por el aniversario de la muerte de su padre, que falleció el año pasado.

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