Gerard Butler le tira los trastos a Ana Cristina, hermana de las hijas de Bertín

Llegó, vio y venció. Como Julio César. El actor escocés Gerard Butler apareció en Madrid este martes por la tarde para promocionar la nueva campaña de Hugo Boss. Esa noche se fue a cenar a Ten con Ten y, al día siguiente, ya tenía jornada laboral completa tras un par de horas en el gimnasio de su hotel. Primero, cita en el Corte Inglés; después, su agenda marcaba una fiesta promocional en el hotel Eurobuilding, en el que Butler resultó ser un anfitrión perfecto a la hora de promocionar la firma.

A diferencia de otros colegas de profesión, que suelen hacer la aparición para la fotos, sonríen, cobran y se largan, el abogado Butler (que también lo es aunque no ejerza de ello) cumplió con creces la agenda laboral que le habían marcado. Como figuraba en su contrato, la estrella posó en el 'photocall', pasó a la zona VIP y desapareció. El hecho en sí no llamó la atención porque es lo que suelen hacer los artistas internacionales.

La sorpresa vino después, cuando les dijo a los organizadores que quería volver al fiestón. Eso es precisamente lo que hizo. El caballero no es el más guapo de Hollywood ni el más rompedor, ni tan siquiera el más alto, una apreciación comprobable cuando Adriana Abenia le saludó y se hizo un 'selfie' junto a él, pero sí uno de los más amables. Con su copa de vino blanco en la mano, se echó unos pasitos de baile a modo de homenaje al flamenco y se hizo fotos con la mayoría de los invitados que le acompañaban en la zona privada. Cuando alguien le gustaba, Butler mantenía la charla más allá de lo que tenían previsto su guardias de corps. Así sucedió cuando se cruzaron en su camino Óscar Higares y Ana Cristina Portillo Domecq, hermana de las hijas de Bertín Osborne.

Por orden suya, una persona de su equipo le pidió al torero el teléfono en cuanto se enteró de su profesión, ya que, al parecer, el protagonista de '300' estaba interesado en conocer el mundo taurino. A la niña Domecq le dio más charla de lo que se considera habitual en este tipo de actos. Cuando se despidieron, Ana Cristina se fue de nuevo con sus hermanas Alejandra, perfectamente vestida con un conjunto de Roberto Diz, y Eugenia, embarazada de siete meses, para compartir los consabidos comentarios femeninos acerca de lo encantador y bien plantado que era.

Lo curioso es que después hubo otra escenificación y Vanitatis fue testigo de cómo Gerald Butler pidió un segundo encuentro con la joven a través de una de las personas de su equipo. A sus 23 años, Ana Cristina es una chica guapa y con ese aire del Sur que es santo y seña de las Osborne Domecq. Lo mejor del suceso fue el control casi de estricta gobernanta de su hermana mayor. Alejandra no les quitaba ojo de encima mientras comentaba, muerta de risa: “Anda que ya le vale. La más pequeña y la que más triunfa. Que tenga cuidadito el muchacho que no sabe cómo nos las gastamos las hermanas”.

No hubo terceras partes. Butler se despidió mientras que las niñas Osborne Domecq continuaban de fiesta con otros invitados, entre los que se encontraban la bella Magali de Yus, la princesa Beatriz de Orleans, Teñu Hohenlohe, Julio Ayesa, Cecilia Gómez, Lorena Van Heerde, Juan Peña, Fernando Candela, Paloma Lago y Raquel Meroño, entre otros muchos convocados.

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