Hablamos de exorcismos, poesía, infantas y mujeres con Elpidio Silva, el azote de Blesa
El exjuez Elpidio Silva, que acaba de abrir despacho en Barcelona, nos habla de su esposa, de su boda y de la poesía que compone a solas. También de la (equivocada) defensa de la infanta Cristina
No es fácil llevar a Elpidio José Silva al terreno que nos gusta en Vanitatis. Primero, porque lo que más le interesa a él es desmigajar el panorama político y analizar la corrupción que ha impregnado el sistema en todos sus estratos. Segundo, porque lo que más le gusta en privado es la poesía. Sí, el exjuez que metió al primer banquero en la cárcel es un romántico. Según se mire. Silva compone en privado y en la conversación cita a Luis Cernuda, León Felipe y Emil Cioran sin darse importancia. No acude a lugares comunes –léase Neruda y Machado– ni le recita a su mujer porque no quiere martirizarla, según él mismo nos confiesa. Sin embargo, y aunque no era fácil, hemos logrado que Elpidio Silva, azote de financieros sin alma y abogado en feroz ejercicio, nos hable del día de su boda, de sus presuntas dotes de seductor y de cómo habría defendido él a la infanta Cristina.
El exjuez Silva nos recibe en el bufete barcelonés que abrió en octubre pasado, a 350 metros en línea recta del que preside Miquel Roca, abogado de doña Cristina. “Comenzamos en junio de modo interino y, como nos ha ido bien, nos hemos trasladado a este”. Silva tiene otro equipo trabajando en Madrid, pero él ha preferido instalarse en la Ciudad Condal con su mujer, la exmilitante del PSC Eliana Camps, con quien hoy comparte vida y despacho. Camps, diplomada en Relaciones Laborales, licenciada en Derecho y máster en Integración Europea, hace dos años y medio dio el ‘sí quiero’ en Nueva York al hombre que se atrevió a meter en la cárcel al primer banquero.
Pregunta: Su entrada en Wikipedia comienza con “Fue un juez español…”. ¿La ha leído? ¿Cómo le suena? Parece un panegírico póstumo.
Respuesta: Mi tema forma parte de este proceso de cambio que está viviendo el país. El caso Blesa abrió el melón de la corrupción, pero no había agenda para soportarlo; creo que los cambios ayudarán. El recurso por mi inhabilitación está en el Constitucional y, en parte, camino de Estrasburgo. Pero no tengo una sensación de pérdida, sino de lástima por haber pertenecido a un régimen tan funesto que ha convertido a mi país en el farolillo rojo europeo de la corrupción. Esperanza Aguirre ha publicado un artículo en El Confidencial en que reconoce con cierta nobleza todo esto. Es la primera vez que veo algo así en una persona importante del PP.
P: Trastornado, rebelde, presunto prevaricador, amigo de montar números, carne de banquillo... Hasta moroso le han llamado desde que, en mayo de 2013, envió a Miguel Blesa a prisión. ¿Qué es lo que más le ha molestado en estos últimos dos años?
R: Particularmente, ver cómo ignorantes sin ninguna idea de Derecho, gente que no distingue un auto de una sentencia, se ponían a explicar que yo me había equivocado como si ellos fuesen profesores del Centro de Estudios Max Plank. Por eso decidí ir a los medios a explicar qué estaba pasando.
P: ¿No leyó ninguna verdad?
R: Se ha dicho en muchas ocasiones que yo desoí el criterio pretendidamente mayoritario, cuando se trataba del criterio de una cúpula que imponía una interpretación de las normas para que los demás la siguieran como un rebaño por miedo a represalias. Yo no me he sometido a eso.
P: Perdone que le haga esta pregunta un tanto estrafalaria, pero ¿hace Ud exorcismos y magia negra? Así lo aseguró una testigo protegida en la causa de los correos de Miguel Blesa.
R: (Risas) No, no. No sé nada de eso. “No conozco la técnica”, como le dije a la juez. Tampoco he estado en la guerrilla, algo igual de absurdo de lo que me acusaron.
P: ¿Ha visto similitudes en la actuación del fiscal en el caso Nóos y el que entendió de su inhabilitación?
R: Nóos presenta peculiaridades muy importantes: la Policía puso en marcha el mecanismo de investigación necesario, pero en cambio con Blesa y con Rato, aunque había indicios, no se movía nada. Se ha tardado muchísimo en mover pieza. Creo que la monarquía ha cargado con el peso de la corrupción; y si es justo me parece oportuno. Pero llama la atención cómo contra la monarquía sí y contra el sector financiero no. Ese ajuste de cuentas deberá investigarlo la Historia.
P: Su despacho es vecino del de Miquel Roca. Están en la misma calle. ¿Cree que la infanta Cristina está siendo bien defendida?
R: Yo no lo hubiera hecho así. Como persona inocente que se presume que es y que todos queremos que sea, porque la Corona es la máxima institución representativa del Estado, hubiese sido deseable un nivel de comunicación muchísimo más fluido, más claro, poniendo las cartas sobre la mesa, manifestando la defensa de una manera noble y abierta. Esto se habría traducido en un nivel de colaboración con la administración de justicia hasta donde haga falta. Porque hablamos de inocentes. Y un inocente injustamente acusado quiere que se sepa la verdad. Si eres un personaje no ya conocido mediáticamente sino que perteneces a la Familia Real, tienes que manejar la comunicación de otra manera. Eso es lo que se ha perdido la defensa.
P: Eso, en caso de que sea inocente.
R: Si no lo es, solo puede tener una versión que funcione comunicativamente: conformidad con la pena y abandonar todos los derechos relacionados con la Corona. Así se evita todo este desastre para la monarquía.
P: Quizá ni ella ni su abogado esperaban que las cosas llegasen tan lejos.
R: Pero las cosas siempre llegan lejos cuando hay indicios de criminalidad. A mí no me gustaría creer que se pensó en una solución no jurídica. Mire, la infanta tiene mucha defensa; defenderla no es difícil. Hay muchos elementos con los que jugar en la causa para defenderla. En derecho penal, cuando se le imputa a alguien una consecuencia jurídica, su relación debe ser dominio pleno: qué relación tiene ella con esos negocios. ¿Estaba sentada todo los días firmando cosas? ¿Viajaba a cerrar contratos? ¿Hay billetes de AVE? Hay que saber defender y tener capacidad para contarlo.
P: Su esposa, Eliana Camps, es la número 2 del movimiento Renovación Democrática Ciudadana, el partido que fundó para presentarse a las europeas. Esto me recuerda a Pablo Iglesias y Tania Sánchez (ahora parece que Irene Montero), Felipe González y Carmen Romero, Ada Colau y Adrià Alemany, o incluso a José María Aznar y Ana Botella. ¿Se liga más en política?
R: (Risas) No podría contestarle. El que no ligue fuera, tampoco lo hará en política, me parece a mí. Al revés. La política te obliga a una agenda tremenda, muy dura. Yo paré el ritmo cuatro meses después de las europeas, pero Pablo y Albert Rivera no han parado. Creer que hay espacio, de una manera un poco miserable, en algo que no sea la agenda… No. Sí creo que ha de haber aportación tándem de masculinidad y feminidad. Crea otra sensibilidad y otra imagen. El colectivo de las mujeres ha sido muy sacudido y muchos hombres aún no lo entienden; también muchas mujeres.
P: ¿Qué le enamoró de Eliana?
R: Me gustó de ella su capacidad de amistad, de generar confianza, su pasión. De querer más. Esto falta en nuestra sociedad. Personas que crean en lo que hacen. La gente, antes del pelotazo, se quebraba esforzándose y había una recompensa social de la excelencia. El ladrillo lo pulverizó todo. Eliana es muy especial y me atrajo. Y me hace reír. Con ella es muy fácil. Es una persona con facultades extraordinarias y una superdotada de la política. Alguien que el PSOE no supo aprovechar. A nivel de formación lo ha recorrido todo, del África profunda y Marruecos a la internacional en Viena. Tiene unos grandes conocimientos de organización y dirigió el Instituto Euroárabe. A mi modo de ver, era la persona más preparada del PSC para ir al Parlamento Europeo, pero aquellas primarias, con las reglas de juego trucadas…
P: ¿Por qué escogieron Nueva York para casarse? Ambos se encontraban en la ciudad por motivos profesionales, pero ¿no se perdieron el momento muchos amigos y gente querida en España?
R: Es que tenemos buenos amigos allá: dos de los mejores amigos de mi mujer trabajan allí. Uno es supervisor financiero y otro, biólogo molecular. Y un muy buen amigo mio acudió al enlace.
P: ¿Cómo fue la experiencia?
R: Lo que hace el Ayuntamiento de Nueva York con las bodas se lo tendrían que mirar en España. Saben convertir una boda en el relato del comienzo de un matrimonio; allí va gente de todo el mundo a casarse y a nivel turístico es hasta importante. Se celebra en una sala formidable de estilo modernista que hoy resultaría carísima de reproducir, donde se da un espectáculo de multiculturalidad memorable. Da igual si es iglesia o juzgado, casarse solo con tanto índice de divorcios… En cambio allí había un ambiente festivo y de optimismo muy bonito. Luego confirmamos en el consulado.
P: ¿Tiene fotos de enamorado en el puente de Brooklyn?
R: Hombre, aunque nos gusta muchísimo ese puente, ya hemos estado muchas veces en la ciudad. No, nuestras fotos son con amigos que se reúnen para una experiencia entrañable.
P: No está mal en un año montar un partido y casarse.
R: Para lo que se me atribuye en este ámbito, es un récord.
P: En efecto. He leído por ahí que es un seductor nato, un conquistador con enorme gancho entre las mujeres. ¿Se siente cómodo con esa descripción?
R: No, no. Eso no es cierto. Forma parte de que hay historias que contar y van sumando ingredientes. Luego sale eso. El mundo de la seducción es demasiado profundo para que venga a alguien a decir que lo maneja. Si sabemos algo de la seducción, sabemos por Don Juan que es una trampa. El donjuán tiene que ser un canalla, estar fuera… Un anarquista en cierto modo.
P: ¿Qué es lo que menos le gusta de usted mismo?
R: No soy un virtuoso de la paciencia.
P: ¿Y cómo cree que lo ven los demás?
R: Es difícil cuando te conoce tanta gente. La gente necesita ver que hay empleados públicos capaces de dar un paso adelante y hacer lo que tienen que hacer aunque se presenten muchas dificultades. Y eso la gente lo valora. Actuar en conciencia. Esto me lo dice mucha gente que me saluda; también generar pedagogía para ir explicando qué es la corrupción.
P: Pocos conocen que le gusta tanto la poesía como para haber publicado dos libros, 'Memoria inconjugable' y 'Memoria del olvido', que aún no he tenido oportunidad de leer. ¿Podría avanzarme de qué tratan?
R: La literatura forma parte de mi vida. Yo soy escritor aunque para ganarme la vida me dedico al derecho. Pero yo me siento escritor; si no, no habría podido escribir esos dos libros de poemas más otros dos durante estos 24 últimos meses: ‘La justicia desahuciada’ y ‘La verdad sobre el caso Blesa’, de los que nadie ha podido decir ni pío. Yo tuve una evolución en poesía a través de Emil Cioran y José Ángel Valente, aterricé en un lenguaje muy vanguardista, con semántica llevada al límite de lo desestructurado. Ahí nace ‘Memoria inconjugable’, que fue finalista del premio Adonais, y que encaja con el momento que atravesaba el país: una España limitada por el bipartidismo en la que nada se movía. El segundo es más experiencial y se enmarca en la conducta derrotada con la que bromea Cernuda.
P: ¿Cómo va su libro de haikus?
R: Se llama ‘Simulacro’ y está en proceso de publicación. También tengo una novela inacabada.
P: ¿Le lee poemas a su amada?
R: Eliana no es mucho de la estética de la poesía. Es una mujer mental. Para mí la poesía está excluida en ámbitos relacionales porque la considero algo íntimo. Después de Baudelaire, la poesía no es más que un licuado de miserias y tragedias personales. No hay por qué martirizar a nadie (risas).
P: Abre despacho en Barcelona en un momento en que muchas empresas se han ido y otras amenazan con irse si el proceso separatista continúa. ¿Le gusta nadar a contracorriente?
R: No va haber independencia. Cataluña no se va a independizar porque para que eso ocurra necesita el reconocimiento de otros estados. Y no hay ninguno en el mundo que lo vaya a hacer, aunque se haga una declaración unilateral. En este proceso, la decisión de los catalanes está viciada por el marco constitucional. En el que se adoptó en la Transición no se pensó en un proceso independentista; si un estado federal funcionara no habría ‘problema catalán’. Yo entiendo que Cataluña es un país dentro de España, un conjunto histórico formidable en Europa. España puede englobar a Cataluña pero en un marco distinto, en el que los catalanes puedan decidir dónde quieren estar en un entendimiento con el resto del país.
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No es fácil llevar a Elpidio José Silva al terreno que nos gusta en Vanitatis. Primero, porque lo que más le interesa a él es desmigajar el panorama político y analizar la corrupción que ha impregnado el sistema en todos sus estratos. Segundo, porque lo que más le gusta en privado es la poesía. Sí, el exjuez que metió al primer banquero en la cárcel es un romántico. Según se mire. Silva compone en privado y en la conversación cita a Luis Cernuda, León Felipe y Emil Cioran sin darse importancia. No acude a lugares comunes –léase Neruda y Machado– ni le recita a su mujer porque no quiere martirizarla, según él mismo nos confiesa. Sin embargo, y aunque no era fácil, hemos logrado que Elpidio Silva, azote de financieros sin alma y abogado en feroz ejercicio, nos hable del día de su boda, de sus presuntas dotes de seductor y de cómo habría defendido él a la infanta Cristina.
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