Mario Conde, la chica de Barcelona y todas las demás

En octubre de 2015, Vanitatis informaba de la separación de Mario Conde de su segunda esposa, María Pérez de Ugena. El último cumpleaños del exbanquero, en septiembre, ni siquiera lo pasaron juntos. En aquel entonces, personas de su entorno aseguraban a este medio que se trataba de “una fuerte crisis” y que la decisión “tenía toda la pinta de ser definitiva”. Y así fue. Unos meses más tarde, el 2 de febrero, el matrimonio ponía su punto final ante un notario de Madrid.

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Apenas unos días después de que firmaran el divorcio, nueve para ser más exactos, Vanitatis pillaba a Conde en Barcelona almorzando con una joven de melena castaña elegantemente vestida. En principio podía ser una comida sin más, pero no. Una vez que abandonaban el establecimiento se abrazaban y encaraban la calle Roselló cual pareja de enamorados. El destino quiso que esa escena la captáramos una semana después de su divorcio, pero según nos cuentan, eso lo podíamos haber presenciado mucho antes.

“Era muy habitual ver a Mario Conde con compañía femenina en los restaurantes a los que acudía”, indica a Vanitatis un alto ejecutivo que se mueve por los mismos restaurantes y otros centros de poder que el exbanquero. Su separación y posterior divorcio pilló por sorpresa a la prensa, pero no así a los que se movían en los mismos círculos que Conde. “Era algo que tarde o temprano tenía que pasar. Y no es que se preocupara en esconderse. Madrid, Barcelona… Lo extraño es que no se hubiera publicado antes algo al respecto”, indica este directivo.

Su mujer lo sabía ‒algunos amigos también‒. Y se cansó. Las circunstancias personales de María y los negocios de Mario les hacían pasar bastante tiempo separados. Ella, profesora de Derecho en la Universidad Juan Carlos I de Madrid, dejó sus clases presenciales y comenzó a impartirlas de manera 'online' tras dar el 'síquiero' en junio de 2010. Ambos decidieron trasladarse a vivir al pazo que Conde tiene en Galicia. Pero a los viajes por trabajo de Mario se suman las temporadas que María se marchaba a Almería para estar con su madre. Es allí donde la profesora se fue cuando, cansada del banquero y sus aventuras, decidió hacer las maletas y dejar atrás el hogar conyugal y cinco años de matrimonio.

Otras personas en mitad de la relación

Pero aunque estas amistades de Mario Conde terminaron por llevar a la quiebra al matrimonio, no fue el único motivo. La relación del banquero y su segunda mujer tuvo que hacer frente a otra tercera persona: Alejandra, el ojito derecho de Conde. En realidad, a ninguno de sus hijos les sentó muy bien que se casaran, pero especialmente a la hija. “María y Alejandra nunca se entendieron. A Alejandra no le gustaba María y la relación entre ellas era distante. De hecho, siempre que han podido han evitado compartir tiempo en el pazo de Galicia. Alejandra aprovechaba cuando María viajaba hasta Almería o a Madrid por temas profesionales para visitar a su padre”, indican a este medio fuentes cercanas a la propia Alejandra.

Su matrimonio terminó legalmente en febrero y apenas dos meses después la Guardia Civil se presentaba en su casa de Madrid para detenerle por blanqueo de capitales, alzamiento de bienes, delito contra la Hacienda Pública e integración en organización criminal. También a sus hijos y su yerno.

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