La comunión que reunirá a los Thyssen la próxima semana

El próximo 30 de mayo, la familia Thyssen al completo volverá a reunirse. En esta ocasión será por una celebración familiar. Las hijas de Tita Cervera, Sabina y Carmen, de diez años, toman la primera comunión. Lo harán en Andorra, donde las niñas están matriculadas en uno de los colegios bilingües que hay en la zona. Es también el lugar donde han fijado su residencia la baronesa y su hijo Borja por motivos fiscales desde hace un año.

Ambos tienen pasaporte suizo y en el caso de las niñas también el norteamericano, ya que nacieron en Los Ángeles. El proceso de la maternidad subrogada duró tres años y Tita firmó la adopción de sus hijas en julio de 2006, como ella misma explicaría cuando dio difusión a los trámites que la hicieron madre por tercera vez. Tanto a la celebración religiosa como al posterior convite asistirán Blanca y Borja con sus cuatro hijos, el padre biológico de Borja, Manolo Segura, con su mujer, Paz; su hombre fiel, Antonio Salcedo; la pintora Mercedes Salazar, así como los Reig, sus amigos andorranos. No faltará tampoco su sobrino Guillermo Cervera, que fue nombrado por su tía director artístico del que será el futuro museo en el antiguo hostal Valira en Escaldes. A la fiesta también podría acudir algún miembro del Gobierno andorrano relacionado con el área de Cultura, con los que la baronesa firmó su acuerdo pictórico.

Las mellizas han pasado la mayor parte de su vida en Mas Mañanas, la casa de la Sant Feliu de Guíxols (Costa Brava) que el actor Lex Barker, primer marido de su madre, le compró como regalo de amor. Se trata de una villa espectacular con vistas al mar y en una urbanización cerrada con importantes medidas de seguridad que impiden la entrada a todo aquel que no se identifique como invitado o familiar de los propietarios. De ahí que, salvo que salgan al pueblo con sus cuidadoras o las muestre su madre en los reportajes que suele hacer cada cierto tiempo, muy poco se sabe de las mellizas. De hecho, ni siquiera fueron al bautizo de Kala, la hija pequeña de Blanca y Borja, por tanto, sobrina de las mellizas.

No fueron al colegio a la edad en la que van todos los niños porque su madre eligió para ellas una “educación renacentista para que se interesen desde pequeñas por la música, el arte y el baile”, contaba la madre a Vanitatis al preguntarle por qué no estaban escolarizadas. En los primeros años Sabina y Carmen no estaban socializadas y tenían muy poca relación con otros niños. Jugaban con sus 'tatas' y, sobre todo, con los perros que había en la casa, que se convirtieron en sus 'mejores amigos'.

Cuando eran más pequeñas, las niñas no veían la televisión convencional, sino programas de 'Baby Einstein'. Eran DVD interactivos que servían para que las mellizas aprendieran los colores, desarrollaran la imaginación literaria ('Baby Shakespeare'), conocieran el cielo a través de 'Baby Galileo' o distinguieran desde pequeñitas a los grandes compositores como Bach, Beethoven o Mozart.

Este aprendizaje domiciliario duró hasta que su madre se trasladó a Andorra y las matriculó en un colegio en el que Borja y Blanca también quisieron inscribir a los suyos en un primer momento.  

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