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Theresa May y Angela Eagle: así son y así viven las mujeres fuertes nacidas del Brexit
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TRAS EL TRIUNFO DEL 'NO' A EUROPA EN INGLATERRA

Theresa May y Angela Eagle: así son y así viven las mujeres fuertes nacidas del Brexit

De la hija del vicario a la jugadora de ajedrez. Theresa May y Angela Eagle se han convertido en la principal baza para relanzar sus partidos después del huracán Brexit

Foto: Theresa May y Angela Eagle en un fotomontaje realizado en Vanitatis
Theresa May y Angela Eagle en un fotomontaje realizado en Vanitatis

Alta, elegante, de gesto aguileño y un pelo canoso casi en su totalidad, a sus 59 años a Theresa May se la compara con Margaret Tatcher y no por su parecido físico, sino por su firmeza y talante moderado. También hay quien mira hacia Alemania y asegura que es una apuesta asegurada porque, como Merkel, es hija de un vicario. En su entorno hay quien incluso la ha apodado Karla, como el personaje que encarna el jefe del servicio secreto soviético de las novelas de John le Carré. Theresa ha logrado convertir el carácter contenido y tímido que caracteriza a los británicos en su principal arma de seducción política.

Lo vimos recientemente en el momento de presentar la candidatura para suceder a Cameron. “Mi propuesta es sencilla. Soy Theresa May y creo que soy la mejor persona para dirigir este país”, dijo de forma escueta y con la templanza que la caracteriza. Y siguió con unas sinceras y tajantes palabras que incluían aviso a navegantes: “No soy una política vistosa. No hago tours por las televisiones. No cotilleo sobre la gente en almuerzos. No bebo en los bares del Parlamento. Simplemente hago el trabajo que tengo delante”.

Y basta con escudriñar su larga experiencia y listas de cargos para demostrar que no gasta saliva en falso. Lo ha sido casi todo desde que finalizó sus estudios de geografía en Oxford: concejal, parlamentaria, primera mujer presidenta del Partido Conservador durante apenas unos meses y ministra. De su liderazgo al frente del partido se recuerda su discurso (en el que luego se inspiró Esperanza Aguirre) y los zapatos de leopardo que llevaba. Theresa es estoica en sus formas, pero viste impecables y sobrios trajes casi hechos a medida que edulcora con abrigos y zapatos de intensos colores o uñas y accesorios que buscan el mismo empeño. De hecho, se la considera una de las políticas con más estilo de su país. Le gusta la moda y no le importa confesarlo, aunque no tiene un estilista a su servicio pero sí una tienda a la que le gusta ir y donde conocen sus gustos.

Nació con el nombre de Theressa Brasier, en Eastbourne, del matrimonio formado por el vicario anglicano Hubert Brasier y Zaidee. Estudió en un colegio privado y de allí pasó a Oxford. Dice que la política le gustó desde pequeña y su primer trabajo lo desempeñó en el Banco de Inglaterra, llegando a ser jefa de la unidad de Asuntos Europeos y asesora principal de Asuntos Internacionales. En la universidad se encontró con su marido, Philip May, un banquero dos años menor que ella con el que comparte treinta y seis años de casados, una casa a orillas del Támesis y su afición al críquet, pero con el que no ha podido tener hijos.

Exigente y disciplinada, no necesita dormir más de cinco o seis horas, por lo que sus ayudantes están acostumbrados a verla quedarse hasta altas horas de la madrugada en el despacho. Fundó en 2006 la asociación Women2win para defender el acceso de las mujeres al Parlamento. No es lo que se dice una política ajena a los problemas de la calle. De su padre aprendió que la pobreza existe y no lo olvida. “Si tú eres de una familia trabajadora ordinaria, la vida es mucho más dura de lo que muchos políticos piensan”, dijo en una ocasión. Su cohorte de seguidores en Twitter sobrepasa los 13 millones y ha logrado convertirse en viral con algunas de sus intervenciones. Ahí queda la ‘bronca’ a los policías que protagonizó en 2014 cuando los llamó “vagos y corruptos” y les exigió “más trabajo y menos lloriqueo sentimental”.

La jugadora de ajedrez

Este lunes, otra mujer ha dado un paso hacia delantepara ponerse al frente del partido que lideraba Jeremy Corbyn. La diputada laborista Angela Eagle es una de las candidatas a llegar a la meta en esta carrera política desatada tras el Brexit. Su trayectoria es también larga y sólida como la de su rival, pero son muchas las cosas que la separan (y no solo ideológicamente). Rubia, de pelo corto y lacio e indumentaria sencilla y casi deportiva, Angela decidió salir del armario en una entrevista en 1997 y, desde entonces, su nombre ha engrosado en varias ocasiones la lista del los 101 gais y lesbianas más influyentes en Gran Bretaña. Hace años unió su vida a María Exall, una ingeniero de British Telecom con cargo ejecutivo en el Sindicato de Trabajadores de la Comunicación.

Cinco años más joven que Theresa, nació en Bridlington en 1956 y eligió también la Universidad de Oxford para formarse en filosofía, política y economía. Fue elegida parlamentaria por primera vez en 1992 para después pasar a formar parte del Gobierno de Tony Blair y años después bajo la batuta de Gordon Brown como secretaria de Hacienda y alcanzar el ministerio en 2009 siendo la ministra más joven. Angela no llegó al Parlamento sola. En la Cámara de los Comunes se ha sentado también su hermana gemela, Mary Eagle. Ella es la mayor (quince minutos) y quizás la más reservada. Su trayectoria política ha corrido paralela hasta que ambas lograron ocupar un puesto en el gabinete en la sombra de Ed Miliband y ahora en el de Jeremy Corbyn.

Inteligente, de carácter fuerte, es una experta jugadora de ajedrez desde muy pequeña, cuando su padre la enseñó a moverse por el tablero como ahora hace por el escenario político en el que se ha enfrentado a situaciones sexistas con el primer ministro, David Cameron, que tuvo que pedirledisculpas después de espetarla en la Cámara de los Comunes un feroz ‘cálmate, querida’', o cuando sus rivales no han tenido el menor reparo en destacar su inclinación sexual. Seria, firme y segura de sí misma, como en esta carrera que inicia ahora, la respuesta es sencilla: no es ningún secreto.

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Alta, elegante, de gesto aguileño y un pelo canoso casi en su totalidad, a sus 59 años a Theresa May se la compara con Margaret Tatcher y no por su parecido físico, sino por su firmeza y talante moderado. También hay quien mira hacia Alemania y asegura que es una apuesta asegurada porque, como Merkel, es hija de un vicario. En su entorno hay quien incluso la ha apodado Karla, como el personaje que encarna el jefe del servicio secreto soviético de las novelas de John le Carré. Theresa ha logrado convertir el carácter contenido y tímido que caracteriza a los británicos en su principal arma de seducción política.

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