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Aniversario de la muerte de Ruiz-Mateos: una familia para dos homenajes diferentes
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Aniversario de la muerte de Ruiz-Mateos: una familia para dos homenajes diferentes

Aniversario de la muerte de Ruiz-Mateos: una familia para dos homenajes diferentes

Los hijos del empresario jerezano celebran hoy dos misas para honrar su recuerdo separados por las diferencias en la gestión del patrimonio familiar

Foto: El clan Ruiz-Mateos en un fotomontaje realizado en Vanitatis
El clan Ruiz-Mateos en un fotomontaje realizado en Vanitatis

Dos misas se celebrarán este miércoles en recuerdo de José María Ruiz-Mateos, aquel empresario jerezano fundador de Nueva Rumasa, fallecido hace un año. Una de ellas es la que se oficiará en la intimidad en Madrid, organizada por las hijas y la viuda, Teresa Rivero, y a la que asistirán la mayoría de sus vástagos y nietos (13 hijos y 60 nietos), además de otros íntimos como su hermano Alfonso, recién llegado de un curso en Roma. Una cita íntima y lejos de los ojos de ajenos y extraños a la que seguirá otra igual de íntima, próxima al día 15 para que asistan algunos de los hijos o nietos que aún están de vacaciones.

Foto: La familia del empresario José María Ruiz Mateos en la década de los 80, en una imagen de archivo (Gtres)

Decíamos que asistirían la mayoría de su extensa prole, pero hagamos un breve inciso. Dos de sus seis hijos, Álvaro y Javier, no podrán al estar cumpliendo condena de dos años y nueve meses por un delito contra la Hacienda Pública y otro de alzamiento de bienes en la prisión de Navalcarnero. Y luego está, la que algunos consideran la ‘oveja negra’ de la familia: Begoña.

La hija ‘díscola’ le recordará a su padre en la iglesia de la Virgen de la O de Rota (Cádiz), localidad en la que nació su admirado padre el 11 de abril de 1931. A unos cuantos kilómetros, en el hospital de El Puerto de Santa María, fue donde falleció el empresario de una neumonía que no logró superar tras una intervención de cadera por una caída en su chalet de la lujosa urbanización de Villa Hermosa. La vivienda, como casi todo el patrimonio familiar, está embargada, aunque la viuda y sus hijos pueden usarlo, como han hecho estas vacaciones estivales.

[Pinche aquí para ver el álbum familiar del clan: "13+1: así son los herederos de José María Ruiz-Mateos"]

Begoña y su marido, el empresario italiano Antonio Biondini, están a punto de cerrar la adquisición de la casa de los abuelos, en la que nació el empresario y sus hermanos y que luego se convirtió en la casa museo Ruiz-Mateos con el objetivo de perpetuar la memoria de la familia. La vivienda permanece en la actualidad cerrada. “Ayudé a mi mujer en las negociaciones de la casa por un tema afectivo. Después veremos qué hacemos con ella, pero cualquier proyecto futuro pasará por honrar la memoria de mi suegro“, declara el italiano a Vanitatis. Begoña ha rechazado, muy educada, conversar con este periódico.

No sabemos el valor de la deuda que han debido amortizar, ya que el inmueble ha pasado por varios avatares y ninguno quiere pronunciar la cifra. El museo y la fundación Alcalde Zoilo tuvieron que cerrar por una deuda que superaba los 300.000 euros por una mala gestión, aunque también en este punto todos callan y no señalan al culpable. La casa pasó a ser embargada por un banco y el Ayuntamiento de Rota intentó adquirir el espacio, incluido en la Red de Museos de Andalucía, para mantenerlo abierto por la cantidad aproximada de 500.000 euros, pero la oposición de los grupos de IU y el PSOE rechazó el proyecto.

José María Ruiz-Mateos Junior aplaude la iniciativa de su hermana. “No sabemos qué es lo que pasó con la casa, pero yo también la compraría si tuviera dinero”, confiesa. El que fuera CEO de Nueva Rumasa atiende a este medio con motivo del ‘aniversario’ de la muerte de su padre. No son una familia de declaraciones públicas ni de gestos públicos o de frases grandilocuentes a las que nos acostumbró el patriarca en los últimos años. “¿Te molesta que haya dicho eso de ti? Dale gracias a Dios por lo que han podido decir y no han dicho”, respondió en una ocasión haciendo uso, una vez más, de ‘Camino’, el libro del fundador del Opus Dei que recitaba con frecuencia hasta que abandonó la organización por no sentirse apoyado tras el caso Rumasa.

Lo cierto es que a la familia del empresario jerezano no les gusta que se hable de ellos. Prefieren llevar en la intimidad sus vidas y solucionar los problemas familiares y judiciales de forma interna. “Estamos muy unidos. Somos una piña y solucionamos las cosas en familia”, dice José María Ruiz-Mateos. Y añade: “Nos encantaría que Begoña volviera a la familia, pero es su marido el que nos ataca y acusa de cosas como fraude que lo impiden”.

Un legado embargado y sumido en causas judiciales

Begoña se enfrentó a su familia (madre incluida) por la gestión del patrimonio familiar. Hagamos un poco de memoria. Ruiz-Mateos era un hombre conocido por todos, al menos en aquella faceta pública que se empeñaba en publicitar hasta la extenuación en sus últimos años acosado por los casos judiciales que aún siguen abiertos y que afrontan sus hijos. Hijo de un alcalde de Rota, levantó un imperio y quiso entrar en la alta sociedad jerezana e hizo lo imposible por conseguirlo. Coleccionó caros bastones, adquirió en subastas colecciones de relojes, casó a sus hijos con familias de esa 'socialite' y logró el título de marqués de Olivara. Hasta que en 1983 el Consejo de Ministros, por orden del fallecido Miguel Boyer, le expropió Rumasa que contaba con 700 empresas, 30.000 empleados y facturaba 2.000 millones anuales. El imperio resurgió de las cenizas en 1996, aunque no logró el fulgor del entramado original. 149 empresas, 10.000 trabajadores y 1.494 millones de euros de facturación según la última memoria empresarial en empresas tan diversas como Grupo Dhul, Clesa, los famosos bombones Trapa, Apis, Fruco y bodegas, además de inversiones inmobiliarias y el madrileño club de fútbol Rayo Vallecano. Un gigante que hoy yace herido de muerte.

Con Ruiz-Mateos retirado de la primera línea a los 73 años y enfermo de párkinson, fueron los seis hijos los que gestionaban el entramado aunque, según han declarado en numerosas ocasiones en sede judicial, bajo su férreo control. Las chicas, como él decía, habían sido criadas para ser madres. Eso excluyó a Socorro, Begoña, Paloma, Nuria, Almudena, Rocío y Patricia del yugo de la Justicia. En la actualidad el imperio está, en su mayoría, embargado y sus vástagos afirman que sobreviven a duras penas a pesar de que Vanitatis demostró en un reportaje ‘el tren de vida’ de los herederos del clan. “Cada uno se ha buscado la vida. Yo asesoro a empresas de alimentación, otro se dedica a las academias de idiomas… y tenemos la suerte de que nuestras familias políticas nos han ayudado. Atravesamos un momento difícil, pero como muchas familias”, argumenta José Maria Junior, licenciado en Económicas y casado con Cristina Figeroa, sobrina de Raphael.

Begoña y su esposo iniciaron una demanda contra sus hermanos por alzamiento de bienes, apropiación indebida y blanqueo de capitales que no fue admitida a trámite, pero desató una batalla familiar. A pesar de ello, el matrimonio persiste en su idea de demostrar que el fallecido no fue un estafador, sino que fueron los hermanos los que vaciaron la herencia y siguieron haciendo negocios a través de testaferros. “Ellos siguen con sus negocios lejos de los ojos de la Justicia. Ahí están los restaurantes Pecaditos o las bodegas Campo Nuble”, señalan. La Unidad de Delitos Económicos de la Policía se pronunció en el mismo sentido y encontró en las numerosas causas judiciales abiertas un hábil entramado societario en numerosos paraísos fiscales con sociedades y cuentas en Holanda o Suiza.

La última de las causas abiertas ha sido en Baleares por una estafa de casi 17 millones de euros. Biondini precisa que sus hijos siguen viviendo a día de hoy del dinero ‘oculto’ de su padre y esperan a que finalicen las causas judiciales para repartirse el botín. “Soy el único de la familia que, tras 25 años de profesión, tiene una economía independiente. Ellos no cuentan el dinero que les presté, ni mis gestiones para comprar la empresa más grande que tenían: Clesa y Cacaolat”, concluye.

José María rechaza los argumentos del italiano. “No entendemos quién es este señor ni a qué se dedica desde que se casó con nuestra hermana Begoña. Lo cierto es que no es quién para poner en duda ni la gestión de mi padre ni la nuestra. Estamos muy tranquilos. Atravesamos dificultades, como muchas otras empresas, pero poco a poco las causas se resuelven a favor nuestro. Hemos logrado 12 absoluciones desde el año 89, aunque no las publicitamos con comunicados de prensa”, se defiende. Y va más allá. “No somos culpables. Las sentencias señalan a nuestro padre, que era el administrador, y nosotros no teníamos poder de decisión”. Precisamente, este es el argumento que rechazan Begoña y su marido. Será la justicia quien cierre cada caso. Un último apunte: no podemos olvidarnos de que existe otra causa judicial, muy distante de las anteriores, pendiente de resolución. Y es que a Ruiz Mateos le salió otra hija, Adela María Montes de Oca, que busca su reconocimiento aún a título póstumo. Quizás para el segundo aniversario.

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Dos misas se celebrarán este miércoles en recuerdo de José María Ruiz-Mateos, aquel empresario jerezano fundador de Nueva Rumasa, fallecido hace un año. Una de ellas es la que se oficiará en la intimidad en Madrid, organizada por las hijas y la viuda, Teresa Rivero, y a la que asistirán la mayoría de sus vástagos y nietos (13 hijos y 60 nietos), además de otros íntimos como su hermano Alfonso, recién llegado de un curso en Roma. Una cita íntima y lejos de los ojos de ajenos y extraños a la que seguirá otra igual de íntima, próxima al día 15 para que asistan algunos de los hijos o nietos que aún están de vacaciones.

José María Ruiz-Mateos