Lucía Bosé, un espíritu libre incluso por encima de su hijo Miguel

La última vez que Lucía Bosé apareció en un programa de televisión lo hizo gratis y para el canal autonómico de Segovia. Fue el verano pasado, cuando aún confiaba en que sus ángeles le echaran una mano a su nieta Bimba Bosé. Lo hicieron, pero de manera diferente a la que ella esperaba. Una entrevista relajada donde la mamma Bosé, a sus 83 años, contaba sus experiencias vitales y daba las claves de su existencia: “Siempre he hecho lo que he querido. He sido rebelde, libre y lo he conseguido”.

Completaba la frase con una afirmación típica de algunos miembros de la saga referida a que a veces esa libertad ha tenido su precio y sus consecuencias. Determinadas actuaciones suyas no han gustado, lo reconoce, pero a estas alturas le importan poco los enfados familiares que suelen desencadenarse y estar centrados en Miguel Bosé. Los comentarios ajenos ni los contempla.

Al cantante, la anunciada aparición de su madre en el reestructurado programa 'Sábado Deluxe' de este sábado no le ha gustado y se lo ha tomado a la tremenda, según Pilar Eyre. Textualmente ha dicho: “Se va a armar”. La entrevista, como no podía ser de otra manera, tiene como motivo central el último drama vivido por la familia, la muerte a los 41 años de Bimba. Un tragedia que ha conmovido mediáticamente por la fuerza que demostró la nieta ante la enfermedad. Siempre sonriente, siempre luchadora y explicando su situación públicamente a quien preguntaba.

Esto es lo que quiere reflejar la abuela y de ahí su presencia en el plató de Telecinco​, que tanto incomoda a Miguel Bosé. Desde hace tiempo ostenta el título de jefe del clan. También tuvo sus más y sus menos con su sobrino Olfo cuando vendió su boda y otras exclusivas. Pero ahora es diferente, porque el carisma de uno y otra nada tiene que ver. Entre otras cosas porque Lucía no es mujer que pida permiso cuando toma decisiones como la de conceder una entrevista al 'Deluxe'.

No es la primera vez que Lucía rompe las reglas que marca Miguel en el terreno íntimo. Hace tiempo, cuando Bosé se convirtió en padre, recomendó a sus familiares que no hablaran sobre los niños. La abuela fue la única que dio algunas pinceladas al cabo del tiempo. “Son muy guapos, con carácter y muy Bosé Dominguín, pero no puedo decir más porque Miguel me lo tiene prohibido y deja de hablarme y no sería la primera vez”, explicaba con su sentido del humor la nonna de los mellizos.

De sus tres hijos Miguel es el más parecido a ella. Con él ha tenido más desencuentros que con el resto. Quizá porque son muy iguales, igual que sucedía con Bimba: “Somos espíritus libres”. Y, efectivamente, Lucía Bosé lo ha demostrado a lo largo de su vida. Se casó con “el torero”, como llamaba a Dominguín, y se separó en una España franquista donde lo habitual era aguantar las infidelidades maritales. No lo hizo e incluso se enfrentó con escopeta en mano cuando amenazó con quitarle a los hijos. Al fin y al cabo, Lucía era una actriz italiana y él una figura con influencias en la jefatura del Estado. Le hubiera resultado fácil.

Con los años su independencia fue en aumento. Montó su museo de los ángeles en un pueblo segoviano en contra de la opinión de su entorno más cercano, que consideraba que la iniciativa no tenía recorrido, como así fue. A pesar de la ayuda económica de su hijo Miguel, tuvo que cerrar. Cuando muchas personas de su edad no se levantan del sofá, ella ha convertido su casa de Brieva en un lugar de recibimiento para sus amigos. Por supuesto mucho más jóvenes, porque “los de mi edad me aburren”. Tiene las puertas de color azul pintadas por su nieta Bimba que hacen juego con su pelo y que como todo en su vida marcan la diferencia. Aunque esta diferencia no le guste a veces a su hijo querido.

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