Muere David Delfín, el rondeño entre costuras que modernizó lo moderno
La presencia mediática del modisto siempre eclipsó la vuelta de tuerca que le dio no solo a la moda, sino a la forma de hacerla llegar a la gente. Este sábado ha muerto a los 46 años
Cuando a David Delfín le diagnosticaron tres tumores en la cabeza, afrontó la operación resultante con toda la entereza de la que fue capaz. Pareció aprender de la positividad de su amiga Bimba. El destino ha querido que ambos se hayan ido de este mundo como víctimas de la misma enfermedad con muy poco tiempo de diferencia. Ella en enero. Él, este sábado a los 46 años de edad. La presencia mediática del modisto siempre eclipsó la vuelta de tuerca que le dio no solo a la moda, sino a la forma de hacerla llegar a la gente, convirtiendo su firma en un sello personal e intransferible. Además, nunca evitó la provocación.
Durante la pasarela Cibeles de 2002, por ejemplo, David protagonizó una sonora polémica al vestir a sus modelos con sogas al cuello y capuchas que recordaban a los burkas árabes. Un escándalo en plena época post-11S que no impidió que volviese a la carga al año siguiente y convirtiese el cine de terror o la muerte en el 'leit motiv' de su nueva colección para resaltar, precisamente, “la vida”, según afirmó él mismo. Ese año su transgresión le hizo ganar un premio al mejor diseñador. Nacido en Ronda en 1970 (aunque pocos lo relacionan con una localidad famosa por sus toreros o su flamenco), Diego Domínguez González, como se llamaba realmente, vivió en Marbella hasta los 18 años. La moda no siempre fue el camino más obvio para él, ya que llegó a ella mediante la pintura. Artista polifacético, llegó a realizar varias exposiciones hasta que su participación en aquella edición de Cibeles no dejó indiferente a nadie. Su provocación acabó siendo su pasaporte al éxito y a la fama.
Incapaz de encasillarse, lo suyo también era la fotografía, la música o el cine. Recordada es, por ejemplo, su brevísima aparición en la última película de Pedro Almodóvar, 'Julieta', en la que también aparecía la propia Bimba Bosé. En más de una ocasión también intervino en el museo Guggenheim y diseñó el cartel de la décima edición del Festival de Málaga. Una muestra de su carácter polifacético y de sus ganas de aprender y de seguir cultivándose día tras día. Casi al mismo tiempo que empezó a ser conocido, comenzó su relación con Pelayo Díaz, con el que estuvo hasta 2014. “Fuiste de las primeras personas que creyó que tenía cosas que enseñar a la gente, pero sobre todo que vio que tenía muchas cosas que hacer en esta vida. Y me encanta que lo que tú dijiste que me iba a pasar, se está cumpliendo. Y te lo debo a ti. Así que gracias, David. Te quiero”, afirmó el hoy colaborador de 'Cámbiame' a la hora de hablar de él.
Sin embargo, desde 2015, el joven que estuvo presente en el corazón del diseñador fue el fotógrafo Pablo Sáez, un gallego de 29 años nacido en Santiago de Compostela. Sáez ha sido su puntal en la parte más amarga de la enfermedad. Juntos han aparecido en Instagram mostrando su amor de mil y una formas. Tampoco han tenido reparos en mostrar las señales de la operación del diseñador. Este ha sido un apoyo tan incondicional como el de sus amigos, de Topacio Fresh a Mario Vaquerizo, que se han mantenido a su lado hasta el último momento, ese en el que la enfermedad lo ha vencido, no sin que antes él le haya presentado una más que digna batalla. Discreto, sexy y siempre elocuente en su mundo creativo, David Delfín será recordado como algo más que el niño rondeño que soñaba con ser partícipe del mundo de la moda; el osado jovencito que consiguió marcar sus propias directrices para que no le recordemos como uno más.
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Cuando a David Delfín le diagnosticaron tres tumores en la cabeza, afrontó la operación resultante con toda la entereza de la que fue capaz. Pareció aprender de la positividad de su amiga Bimba. El destino ha querido que ambos se hayan ido de este mundo como víctimas de la misma enfermedad con muy poco tiempo de diferencia. Ella en enero. Él, este sábado a los 46 años de edad. La presencia mediática del modisto siempre eclipsó la vuelta de tuerca que le dio no solo a la moda, sino a la forma de hacerla llegar a la gente, convirtiendo su firma en un sello personal e intransferible. Además, nunca evitó la provocación.