La verdad detrás del beso de Paula Echevarría a David Bustamante
Nada nunca es lo que parece, ni siquiera un simple beso. El que le ha dado la actriz al cantante no ha sido tan espontáneo como la imagen hace presagiar
El contexto es el contexto (parafraseando aquella mítica escena de la película 'Airbag'). La noticia (en este caso la imagen) es importante, pero el contexto en el que se produce ese titular puede ser lo determinante del asunto. Y ese beso que Paula Echevarría le dio a David Bustamante durante la celebración de la comunión de Estado de su hija Daniella, entregado aparentemente de una manera inocente y espontánea, tiene una explicación y unos cómplices. Ni el gesto ha sido tan voluntario como nos parece, ni la ocurrencia tan bien recibida por la pareja. Pero entonces, ¿por qué se han besado?
Todo iba sobre el plan previsto: la pareja llegaba en la mañana del sábado 16 de junio a la iglesia de Santa María de los Ángeles de San Vicente de la Barquera juntos y cogidos de la mano. En realidad ellos no se daban la mano, sino que era su hija Daniella la que servía de enlace, como lo ha sido en los últimos meses. Los tres han llegado en el Land Rover del cantante. Sí, el mismo en el que ya le hemos visto en alguna ocasión salir de la casa familiar con mejor o peor humor. Como aquella vez que increpó a los periodistas y les acusó de estar “matándonos poco a poco”
El caso es que la cordialidad que se respiraba nada hacía recordar esos malos días en los que uno u otro han perdido los nervios, bien por el acoso y derribo al que han sido sometidos, bien por haber publicado unas fotos de promoción como si fueran exclusivas. Todo eso quedaba atrás, en el olvido, lo importante era la pequeña Daniella, aunque los objetivos estaban más pendientes de los padres que de la niña. Ellos, sabedores de este dato, se esforzaban por aparecer relajados y felices.
La pareja llegó (en forma de trío, como ya hemos dicho), se paró junto a la iglesia, sonrió, miró aquí y allá, posó para unos y para otros, todo sonrisas y buen rollo, y de pronto, de entre el gentío, se oyó una voz que decía: “¡Hay que quererseeeee!”. No vamos a decir que se hizo un silencio incómodo ni que una bola de paja atravesó la calle, porque ni San Vicente de la Barquera es el desierto de Nevada ni los clics e indicaciones de los reporteros dejaban lugar al sosiego, pero algo de ese buen rollismo se rompió. David, un poco contrariado, ha hecho un gesto pidiendo que no se hicieran alusiones a ese tema (ya sabemos todos el tema del que estamos hablando, el de la ruptura) en presencia de la niña, mientra Paula le hacía gestos de 'tranquilo, tranquilo'.
El momento incómodo ha terminado cuando la pareja y los invitados han pasado al interior de la iglesia, para la que, por cierto, se necesitaba invitación y estaba fuertemente custodiada. Pero aún no se había vivido el momento más tenso de este evento que ha eclipsado cualquier boda que en estos momentos se estuviera produciendo entre un futbolista y su novia.
Una vez concluida la ceremonia religiosa, los asistentes han ido abandonando el recinto y la pareja ha decidido volver a posar para la prensa. Y entonces, de nuevo una voz anónima ha gritado salvas a favor del amor y algunos se han arrancado con el tradicional “¡que se besen, que se besen” más propio de las bodas que de las comuniones. Pero, como ya hemos dicho, la protagonista de esta comunión no era la pequeña Daniella, sino la pareja formada por sus padres. Ante el clamor popular, la pareja no ha tenido más remedio que responder con un beso, sencillo y casto: Paula ha posado sus labios sobre la mejilla de David en un gesto que aunque no ha sido forzado, sí que ha sido provocado. A la pareja es posible que el amor se le haya roto de tanto usarlo (o de todo lo contrario), pero lo que sí es seguro es que el entendimiento y el cariño siguen vigentes. Mientras el cabreo de David iba en aumento y ha vuelto a pedir que no se tocara ese tema, Paula intentaba calmarle con sonrisas, gestos y buenas palabras. Y se han besado, claro.
Al margen de esta historia del beso forzado (que no robado) los dos han estado radiantes, sonrientes y elegantes: David con un traje azul marino de corte clásico, y Paula con un vestido color rosa palo con motivos florales en azul y escote asimétrico. En un lado escote corazón y en el otro escote en V y con una sola manga. La pareja nos ha regalado un momento de acercamiento físico, cuando han compartido risas, abrazos y achuchones en el momento del aperitivo, en el que hemos podido ver cómo David dejaba caer la mano donde la espalda pierde su nombre.
Durante la ceremonia el cántabro cantó el Ave María dedicado a su pequeña Daniella que llevaba un vestido de Rosa Clará de manga corta que adornó con una medalla. El pelo lo ha llevado suelto adornado con una diadema (un detalle que también ha repetido su madre). La cordialidad entre los invitados ha sido la pauta principal: a pesar de que algunos rumores apuntaban a una cierta tirantez entre las dos familias, lo cierto es que los padres de Paula y de David se han mostrado en todo momento cercanos intercambiando saludos y charla.
Ahora solo queda esperar si, como aventuraban algunos, una vez pasado el momento de la comunión de Daniella, la pareja hará pública definitivamente su separación o si por el contrario esta celebración ha servido para que la pareja recuerde lo felices que fueron y que, tal vez, podrían volver a ser.
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El contexto es el contexto (parafraseando aquella mítica escena de la película 'Airbag'). La noticia (en este caso la imagen) es importante, pero el contexto en el que se produce ese titular puede ser lo determinante del asunto. Y ese beso que Paula Echevarría le dio a David Bustamante durante la celebración de la comunión de Estado de su hija Daniella, entregado aparentemente de una manera inocente y espontánea, tiene una explicación y unos cómplices. Ni el gesto ha sido tan voluntario como nos parece, ni la ocurrencia tan bien recibida por la pareja. Pero entonces, ¿por qué se han besado?