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Torremolinos, la playa de Chueca
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ORGULLO GAY 2017

Torremolinos, la playa de Chueca

Numerosos rostros del Hollywood clásico pasearon por las calles de la ciudad y durmieron en las camas del hotel Pez Espada. Todo eso se vino abajo, pero el turismo gay promete devolver el esplendor perdido

Foto: Edén Beach Club Torremolinos. (Foto: Jesús Domínguez)
Edén Beach Club Torremolinos. (Foto: Jesús Domínguez)

Hubo un tiempo en que Torremolinos fue el epicentro de un cierto tipo de vanguardia digamos sexual. Corrían los años 50 y 60 del siglo pasado. Mientras el resto de España sufría las restricciones morales del franquismo, la ciudad de la Costa del Sol se convirtió en un parterre de libertad (para algunos quizá libertinaje) que el régimen tuvo que aceptar a cambio de un fajo de billetes con el rostro de algún que otro presidente estadounidense. Ese dinero lo invirtieron en el país los estudios de Hollywood que filmaron una gran cantidad de películas en la zona tras un beneficioso acuerdo entre gobiernos.

placeholder GALERÍA: Vea aquí nuestra lista de LGTB influyentes de 2017
GALERÍA: Vea aquí nuestra lista de LGTB influyentes de 2017

Numerosos rostros del cine clásico pasearon palmito en aquel entonces por las calles de la ciudad y durmieron sobre los lujosos catres del hotel Pez Espada. De todos modos, España, muy a su pesar, seguía siendo España. Quizá por eso Frank Sinatra, durante el rodaje de 'El coronel Von Ryan' (1965, Mark Robson), fue multado con 25.000 pesetas por desacato a la solariega autoridad policial de la época y vigilado por los militares hasta que abandonó el país. Algunos cuentan en Torremolinos que el cantante y actor llegó a llamar “Francisca” al dictador ante la jeta descompuesta del gobernador civil de Málaga. Brigitte Bardot, por su parte, una mujer que manifestó en varias ocasiones su amor por la Costa del Sol, casi corre la misma suerte que el intérprete de 'My Way'. La que para muchos era por entonces la mujer más bella del mundo fue también apercibida de expulsión tras dejar que la arena de la playa de Torremolinos dibujara el surco de su hermoso cuerpo desnudo. La sangre no llegó al mar ni Afrodita tuvo que ponerse finalmente el pijama.

Por entonces, Torremolinos ya se había situado en el mapamundi como el oasis español del sun-sea-sex (sol, mar y sexo), como bien recordaba el programa 'Crónicas' (TVE), en el reportaje titulado 'Bajo el sol de Torremolinos', en el que se daba un repaso a esa época dorada. También para el turismo gay. Se comenzaron a abrir locales en la ciudad destinados a este colectivo dando paso a una primera revolución sexual que se produjo al son de las bandas ye-yé de la época. Pero el franquismo también quiso decir esta boca (por muy homosexual que sea) es mía, y en 1972 cientos de personas fueron detenidas en una megarredada que derribó gran parte del mito libertario construido durante 20 años, deportaciones incluidas. La industria turística, claro, quedó sepultada por los poblados bigotes de la Guardia Civil.

Las bondades ácratas de la ciudad quedaron encerradas entonces en un cuarto oscuro clandestino. El armario se cerró parcialmente y todo empezó a oler un poco a fornicio y naftalina. Turismo familiar con medio kilo de homosexualidad velada y cuarto y mitad de destape. Películas como 'Torremolinos 73' son el fiel reflejo de una época dolorosa. Comenzaba así una especie de descenso a los infiernos que la ciudad recorría inevitablemente en un autobús del Imserso. Pero todo está cambiando de nuevo… Ha llegado la segunda revolución sexual. Y ha llegado, parece, con intenciones de quedarse.

La cuna de la fiesta gay

En los últimos años, el turismo gay ha revitalizado la imagen de la zona. Los números cantan. Se espera que en el año 2017 unos 170.000 turistas pertenecientes al colectivo LGTBI (un 30% más que el año pasado) visiten la ciudad dejando en la misma unos 90 millones de euros, siempre según cifras del sector hotelero de la ciudad. Grupos de jóvenes gais de entre 20 y 35 años se desplazan en los meses de verano a la costa de Torremolinos en busca de aquel trío de eses, sun-sea-sex, que sedujo a la Europa de mitad del pasado siglo. Por entonces, el viejo continente tenía resaca de Guerra Mundial. Hoy Torremolinos tiene resaca. Sin más.

placeholder Antonio Domínguez. (FOTO: Jesús Domínguez)
Antonio Domínguez. (FOTO: Jesús Domínguez)

La segunda revolución llegó hace apenas seis veranos. Justo entonces, la bandera gay comenzó a ondear en la playa del Bajondillo. Abría sus puertas el Edén Beach Club, un chiringuito con vocación cool destinado al colectivo LGTBI. Su propietario, Antonio Domínguez, hoy es también el presidente de ACOGAT (Asociación de Comerciantes Gays de Torremolinos), fundada hace poco más de dos años con el objetivo de promover eventos en la ciudad que sedujesen al público gay. 33 locales, entre bares, discotecas, tiendas de ropa y decoración y hasta un clínica de estética, forman parte de esta asociación.

Gracias al apoyo del Ayuntamiento de la ciudad, ACOGAT ha logrado que el suelo municipal albergue casi un evento mensual destinado al colectivo. Gala Drag en marzo, durante el carnaval; la Fiesta de la Primavera en abril; el Orgullo Gay de Torremolinos en junio, al que este año han acudido 40.000 personas según datos del ayuntamiento; el Wonder Beach Festival en julio y el Mad.Bear en agosto. Pero quieren más. Los miembros de la asociación han solicitado al ayuntamiento que les apoye en su próximo objetivo: la creación de unas olimpiadas gais para los meses de enero y febrero con el objetivo de restar porcentaje de ingresos al verano, que supone más del 80% de la facturación total.

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Antonio Domínguez (dcha), José Ortiz (centro) y David Taboas (izda) en el hotel Ritual. (Foto: Jesús Domínguez)

“En Sitges se han olvidado un poco del público español. Nosotros luchamos por ocupar ese nicho. Los gais españoles han comenzado a venir a Torremolinos y se han dado cuenta de que aquí su dinero vale más que en cualquier otro sitio. Por eso nos estamos convirtiendo en la playa de Chueca. El futuro es prometedor, porque están viniendo a visitarnos los jóvenes gais de la capital y la imagen de la ciudad está cambiando por completo. Torremolinos vuelve a estar de moda”, asegura Antonio Domínguez.

Edén es un chiringuito, pero también es un bar de copas situado en el centro de Torremolinos, en una especie de galería que cobra el nombre de Nogalera y que fue el escenario de aquella gran redada que lo aniquiló todo. Un sábado de Semana Santa, de Orgullo o de agosto se pueden llegar a tardar diez minutos en cruzar los escasos 500 metros que mide esta zona gay de lado a lado. Torremolinos se mira por instantes en el espejo de la densidad de población de Hong Kong. Una ciudad de 68.000 habitantes censados da cobijo a 400.000 en esas fechas.

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Imagen del desfile del Orgullo Gay de Torremolinos 2017. (Foto: Ayto. de Torremolinos)

Hay tres locales de reciente apertura este verano en la citada Nogalera. “Es lo que tiene que ocurrir. La apertura de otros negocios es una buena noticia para el resto. Somos más a repartir, hay más oferta, pero también más demanda. Hace siete años solo dos locales funcionaban aquí, El Morbos y Parthenon. Hoy, por suerte, son muchos más”, añade el presidente de ACOGAT.

Las quejas de los vecinos

Todo tiene sus pros y sus contras, claro. Y ahí están los vecinos de La Nogalera para dar testimonio de lo que algunos definen como un “calvario”. Sus quejas al consistorio por el exceso de ruido en la calles son constantes. “Es todos los días. De lunes a domingo en verano. Ni la mejor contraventana podría aminorar ese jolgorio”, nos dice uno de los propietarios, que prefiere no desvelar su nombre. “Yo no vivo aquí, vengo por temporadas, pero cuando alquilo el piso a familias las quejas son siempre las mismas. No tengo nada contra el colectivo gay, pero Torremolinos es de todos”, nos dice otro. Aun con todo, todos los lugareños son conscientes de que gracias al turismo gay sus pisos se están revalorizando y los alquileres se disparan en los meses de verano. Según varias inmobiliarias consultadas, es misión imposible buscar un piso de alquiler en el centro de Torremolinos para el mes de agosto, con alquileres de entre 600 y 800 euros por semana para pisos de no más de 60 o 70 metros cuadrados.

placeholder José Ortiz, alcalde de Torremolinos. (Foto: José Domínguez)
José Ortiz, alcalde de Torremolinos. (Foto: José Domínguez)

Preguntamos al alcalde socialista de la ciudad, José Ortiz, quien ha mostrado todo su apoyo a ACOGAT durante sus dos años de mandato, si vender Torremolinos como una ciudad gay friendly podría restar cuota de mercado o perjudicar de algún modo a los empresarios que destinan sus esfuerzos al turismo familiar. “En absoluto”, asegura. “Siempre hay opiniones discordantes en estos asuntos, pero lo que está intentando este ayuntamiento es crear un entorno multicultural, donde no importen razas, nacionalidad o condición sexual, donde todos podamos convivir apostando siempre por la calidad. No pretendemos crear un espacio de reclusión y marginación, sino un lugar donde todo el mundo pueda encontrar respeto”, añade. Y concluye: "En solo dos años ya podemos vislumbrar un cambio de modelo de ciudad, apostando por la reconversión de la oferta turística, renovando el cuerpo de Torremolinos, pero también devolviéndole el alma de lo que fue, de manos de la cultura, y ofreciendo experiencias a un turista cada vez más exigente".

placeholder David Taboas, director del hotel Ritual. (Foto: Jesús Domínguez)
David Taboas, director del hotel Ritual. (Foto: Jesús Domínguez)

Mientras el consistorio planea crear puentes de comunicación con otras ciudades gay friendly del mundo como Brighton o Tel Aviv, la sombra del chopo del gueto se cierne sobre la ciudad de la Costa del Sol. Es una coletilla recurrente cuando se crean nuevos espacios de reunión para el colectivo. “Es un comentario homófobo”, asegura David Taboas, director del hotel Ritual Torremolinos, que acaba de abrir sus puertas en la ciudad.

“Nosotros generamos negocios destinados a un nicho de mercado, no con el objetivo de crear un gueto. A una cadena de hoteles con toboganes en las piscinas y las mejores atracciones y actividades para los niños no se la acusa de crear un gueto familiar. Hablamos de un modelo de negocio, destinado a un nicho del público que pide cosas concretas, ya está”. Y con esa intención se ha abierto en Torremolinos el primer hotel destinado al colectivo de la Costa del Sol y también el más grande de Europa. Hace un par de meses, sobre la puerta giratoria que hoy deja paso al Ritual, colgaba el nombre de un hotel familiar, el Polaris. Algunas semanas y 20 millones de euros después (entre compra y reforma) ha nacido un nuevo negocio gay en la ciudad. Spa, posibilidad de llevar mascotas y una piscina nudista en la última planta con vistas al mar. Esos son los 'toboganes' que al parecer demanda el público LGTBI. Y al hotel le va bien. En proceso de gestación ya esperan llenar el 80% de sus rooms este verano.

placeholder Proyecto arquitectónico para el bulevar de Torremolinos en la plaza Costa del Sol.
Proyecto arquitectónico para el bulevar de Torremolinos en la plaza Costa del Sol.

Torremolinos es hoy una mujer nueva, quizá un travesti, que se pinta los labios y el alma al mismo tiempo. Mientras empresarios e instituciones se afanan por barrer la caspa y colgar paraguas de colores en las plazas que vendan una nueva naturaleza, un nuevo 'yo' de la villa, se ultiman las obras de construcción de un bulevar peatonal en el centro en el que se invertirán 3,8 millones de euros. También se espera luz verde el próximo otoño a un proyecto de macrocentro comercial y de ocio que tiene un presupuesto inicial de 1200 millones.

placeholder Imagen virtual del centro comercial de Torremolinos.
Imagen virtual del centro comercial de Torremolinos.

Claro que, como no podía ser de otro modo, nunca llueve a gusto de todos. Recorremos en taxi la ciudad en busca del AVE y el conductor, preguntado por el fenómeno creciente de lo gay friendly, resopla mientras murmura: “Yo respeto a todo el mundo, pero aquí las familias van a dejar de venir, con tanto bar y hotel gay”. En los 50, 60, 70, también hoy... España siempre ha sido España. Aun con todo, Torremolinos quiere que la personalidad gamberra de aquel Frank Sinatra que llamó Francisca al dictador (o no) y el cuerpo desnudo y hermoso de aquella Brigitte Bardot vuelvan a dormir, aunque sea metafóricamente, en las camas del hotel Pez Espada o en la arena de la playa del Bajondillo. Bienvenidos a la segunda revolución sexual de la Costa del Sol. Pasen y vean.

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Hubo un tiempo en que Torremolinos fue el epicentro de un cierto tipo de vanguardia digamos sexual. Corrían los años 50 y 60 del siglo pasado. Mientras el resto de España sufría las restricciones morales del franquismo, la ciudad de la Costa del Sol se convirtió en un parterre de libertad (para algunos quizá libertinaje) que el régimen tuvo que aceptar a cambio de un fajo de billetes con el rostro de algún que otro presidente estadounidense. Ese dinero lo invirtieron en el país los estudios de Hollywood que filmaron una gran cantidad de películas en la zona tras un beneficioso acuerdo entre gobiernos.

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