Olivia Valère a Antonio Banderas: "Te sigo esperando para la película sobre mi vida"
La dueña de la discoteca de la Costa del Sol pone el broche de oro al final del verano. Y, como siempre, se guarda un as en la manga
El verano marbellí está a punto de pasar página, pero aún siguen las fiestas en los locales más selectos, exclusivos y privados. Uno de ellos es el que regenta la incombustible Olivia Valere, la francesa que pasó de ser la relaciones públicas del senado galo a cumplir las fantasías de los ricos en la Costa del Sol. Treinta años han pasado y Olivia, radiante (acaba de subirse a bailar y cantar -con casi 70 años- sobre la mesa 'Bamboleiro', a petición de Nicolás Reyes, de los Gipsy Kings, que está cenando en su restaurante) no se siente en deuda con nadie, mientras proclama lo orgullosa que está de que sus hijos hayan retomado su testigo con el lanzamiento del Nao Pool Club, un lugar con piscina en la montaña donde se dispara champán de 6.000 euros a ritmo de go-gós en triquini. Con ella hablamos hoy de turismo basura, de la familia Real Saudí y de Antonio Banderas. Nada de lo que fue Marbella. Fuera nostalgias.
Pregunta: ¿Algún sueño sin cumplir?
Respuesta: Profesionalmente, no. Pero me encantaría tener 30 años menos. Ser la Olivia que llegó a Marbella a montar una discoteca llena de glamour en 1985.
P: Usted que hacía los sueños realidad a los jeques, que ha traído panteras en helicópteros en fiestas de cumpleaños, que ha convertido Venecia en su discoteca, que no puede contar todo lo que ha visto, ¿tiene algo de material que le quede en el tintero?
R: Pues sí, tengo un deseo sin cumplir. Me haría muchísima ilusión que Antonio Banderas hiciera la película que me prometió sobre mi vida. Una vez me lo comentó durante un almuerzo y me decía que mi discoteca tenía duende. ¡Duende! ¡Très magique!
P: La veo usted en Hollywood...
R: Me encantaría. Pero tengo que decirle desde aquí a Antonio que se dé prisa, que se tiene que levantar muy temprano para escribir porque ya estoy mayor (risas) y mi vida da para mucho. Pon ahí que yo sé que es un hombre de palabra y que pronto se pondrá en contacto conmigo.
P: ¿Qué le parece la situación que está viviendo Antonio Banderas en Málaga después de que su proyecto teatral no salga adelante?
R: Es ridículo lo de Antonio. Es una leyenda viva. Esto da una imagen internacional impagable a Andalucía y a España. Le debería poner una alfombra roja por donde pasase y regarla de monedas de oro y no ponerle la zancadilla. No es posible que en las ciudades haya administraciones en contra del bien público.
P: Ahora que el verano acaba (aunque no el calor). ¿Cómo ha vivido Marbella la llamada 'turismofobia'?
R: Al turismo de alto nivel de esta ciudad no le afecta. Marbella sigue siendo un lugar paradisiaco donde no hay que mirar a la ventana para saber qué tiempo va a hacer. Y, sobre todo, al lado de Ibiza, Montecarlo o Mykonos es muy barato.
P: ¿Marbella es una ciudad barata?
R: Me refiero que que el turismo de lujo, de gran lujo, se asombra. Una familia puede comer pescaíto por 150 euros en una taberna andaluza, un precio por el que pagarían medio ravioli en Cerdeña. Otra ventaja es que en Marbella el ambiente está muy mezclado. Yo tengo gente que ahorra todo el año para venir a Olivia Valere en verano. Eso no ocurre en Montecarlo. En Ibiza, por ejemplo, el día es aceptable, pero la noche es prohibitiva. Aquí en Marbella todo son facilidades. Hacemos los deseos realidad de cualquiera. Nuestras fiestas cubren todas las expectativas.
P: ¿Cómo son los nuevos ricos que pueblan Marbella?
R: Después del 11S no se muestra tanto el lujo. La gente del golf son mucho más discretos, ya no hay grandes coches ni excentricidades a la vista. Estos nuevos ricos no son herederos y hay menos aristócratas, son gente que ha trabajado para tener su fortuna. En Marbella hay muchas fortunas de internet. La ventaja es que muchos no son ricos de cuna y tienen todavía muchos sueños que realizar, son grandes consumidores y adoran el glamour de antaño. Gracias a los nuevos ricos pueden vivir los negocios porque cuando has tenido todo no consumes, el nuevo rico sí lo hace y sueñan de todo porque no han tenido de nada.
P: ¿Cuál es su secreto?
R: Mi filosofía es que cada cliente, y no hace falta que sea famoso, sea mi invitado privado. Que Prince quería hamburguesas, pues hamburguesas. Que tengo que torear una vaquilla en mi discoteca, pues la toreo. He hecho fiestas romanas con fuentes de champán, me he montado en cuádrigas romanas como Ben-Hur. Cumplo los sueños de los demás y los míos, porque siempre he sido una actriz frustrada y recrear estos escenarios me maravilla.
P: ¿Y le salen a usted las cuentas?
R: No, ayer por ejemplo no gané un duro. Nunca he logrado tener una cabeza financiera. Para mí los beneficios económicos no son muy importantes. No tengo yate, ni avión y prefiero una vida agradable con mi marido, mis hijos y mis siete nietos. Lo que realmente me satisface es que la gente se lo pase espectacular en mi local. Si quisiera ser millonaria, me iría a Ibiza. Pero necesito invertir en esos momentos inolvidables de la noche. En Ibiza hay mesas que gastan 50.000 euros en bebidas, aquí no tenemos ese tipo de publico. Aquí un gran derrochador invita por valor de 2.000 euros.
P: ¿Echa de menos que veranee aquí la familia real saudí?
R: ¡Claro¡ Ellos tienen un séquito de más de mil personas que revolucionaba la ciudad. Los árabes saben vivir bien, aunque no se puede comparar con lo que gastaban cuando estaba aquí la familia real saudita. Entonces sí querían una mansión, entraban y le decían al dueño "te damos tres o cuatro veces lo que vale y dentro de quince días necesito que esté vacía". Ahora se han ido a Marruecos a veranear y tienen su preciosa mansión marbellí Mar-Mar vacía.
P: ¿No le atrae abrir algo en la vecina Sotogrande?
R: No, no, no. Es otro concepto. Quizás obligándoles a que sus ricos tomaran un tequila en la entrada de mi local... igual algo se podría hacer. Nuestros proyectos están en las ciudades que tienen eterno verano, en eso están mis hijos. Y no hemos pensado en Sotogrande. Más en el Caribe, que para eso soy cónsul honorario de República Dominicana.
P: En este su medio retiro, ¿le apetece volver a la tele?
R: Me encantó la experiencia de 'Mujeres ricas', pero no me veo haciendo otra vez 'Mira quién salta'. Odio comer sano, esos zumos verdes que parecían césped, no dormir con mi marido, no tomar el aperitivo, esos entrenamientos infernales... Pero me sentí como en un campamento con 20 años y fui la única que pude esconder a mi marido un fin de semana. ¡La vida es para vivirla! Aunque tal vez haya algún proyecto en Argentina.
El verano marbellí está a punto de pasar página, pero aún siguen las fiestas en los locales más selectos, exclusivos y privados. Uno de ellos es el que regenta la incombustible Olivia Valere, la francesa que pasó de ser la relaciones públicas del senado galo a cumplir las fantasías de los ricos en la Costa del Sol. Treinta años han pasado y Olivia, radiante (acaba de subirse a bailar y cantar -con casi 70 años- sobre la mesa 'Bamboleiro', a petición de Nicolás Reyes, de los Gipsy Kings, que está cenando en su restaurante) no se siente en deuda con nadie, mientras proclama lo orgullosa que está de que sus hijos hayan retomado su testigo con el lanzamiento del Nao Pool Club, un lugar con piscina en la montaña donde se dispara champán de 6.000 euros a ritmo de go-gós en triquini. Con ella hablamos hoy de turismo basura, de la familia Real Saudí y de Antonio Banderas. Nada de lo que fue Marbella. Fuera nostalgias.