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Fiona Ferrer nos abre las puertas de su original casa de Madrid
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REPORTAJE EXCLUSIVO

Fiona Ferrer nos abre las puertas de su original casa de Madrid

Es una de las mujeres más conocidas del mundo de la moda en España. Le encanta el arte y el diseño. Y por eso su casa, a la que nos ha invitado, tiene tanto encanto

A las siete de la tarde, Fiona Ferrer Leoni tiene a punto su casa para recibir a Vanitatis. Lo ha dejado todo dispuesto esa misma mañana antes de marcharse a las instalaciones de Telecinco, donde interviene como jurado en el programa ‘Cámbiame’. ¿Que cómo es esa casa? Se podría decir que se respira arte. Se trata de una decoración muy personal donde todo tiene su sitio y cada objeto forma parte de su historial de vida. No es coleccionista en el sentido estricto, pero tiene una buena obra pictórica y muchos objetos fetiche. Cuando llegamos, nos recibe una escultura de oso firmada por Demo, de tamaño natural, y un gran corazón que preside el vestíbulo nos despide.

Fiona Ferrer es el prototipo de profesional que abarca un mundo global. Es dueña de su propia empresa, desde la que maneja firmas internacionales, realiza acuerdos de cooperación con varios países de Latioamérica, ejerce de coach de moda para El Corte Inglés, colabora con la Universidad de Sevilla en diversos másteres relacionados con la moda y ahora es la imagen amable del citado programa de Telecinco. Nació en Barcelona y se movió por medio mundo antes de cumplir los treinta. Se siente una mujer del mundo, española y catalana, y por eso no entiende la exigencias independentistas, que le parecen una locura. Procura que su vida privada se conozca lo menos posible y desde su divorcio de Jaime Polanco sus relaciones afectivas han sido discretas.

A las siete de la tarde, Fiona Ferrer Leoni tiene a punto su casa para recibir a Vanitatis. Lo ha dejado todo dispuesto esa misma mañana antes de marcharse a las instalaciones de Telecinco, donde interviene como jurado en el programa ‘Cámbiame’. ¿Que cómo es esa casa? Se podría decir que se respira arte. Se trata de una decoración muy personal donde todo tiene su sitio y cada objeto forma parte de su historial de vida. No es coleccionista en el sentido estricto, pero tiene una buena obra pictórica y muchos objetos fetiche. Cuando llegamos, nos recibe una escultura de oso firmada por Demo, de tamaño natural, y un gran corazón que preside el vestíbulo nos despide.

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