Recorremos el Madrid de las 'Mujeres' de Almodóvar calle a calle

Han pasado ya 30 años y nuestra vida sigue siendo puro teatro. Pepa, su gazpacho dopado, su amor por Iván, los interminables mensajes de su contestador automático… y esos terroristas chiitas. 'Mujeres al borde de un ataque de nervios' cumplía tres décadas el pasado mes y la celebración fue fastuosa. No era para menos. Desde su estreno en 1988, la reputación de la cinta de Pedro Almodóvar no ha hecho sino crecer.

Como si estuviese metida en un frasco, volver a ella es volver a cierto tipo de España (lúdica, con brillantes visiones de futuro, espectaculares áticos en los que cualquier cosa puede ocurrir y ese gusto por el 'kitsch' geométrico) que nos representa (o queremos que lo haga) un poco a todos. Muchos han sido los rincones de Madrid que han recorrido todo el mundo gracias a las películas del genio.

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Jose Madrid

En el cine de Almodóvar, la capital siempre ha sido un personaje más, el entorno (marginal u opulento, abigarrado o minimalista) en el que vivían y respiraban unos personajes llevados al límite. Hace apenas unos meses, nada menos que tres libros ('El Madrid de Almodóvar', 'Todo sobre mi Madrid' y 'Madrid en el cine de Pedro Almodóvar') han teorizado sobre el tema. En el caso de 'Mujeres', el manchego optó por representar algunos de los espacios más lujosos de la trama en estudio. El fondo del ático en el que vive Pepa, la protagonista, es claramente irreal. El fondo, elegido a antojo, representa el centro de un Madrid claramente reconstruido en el que el edificio Metrópoli está en una perspectiva diferente al real, mucho más cercano al edificio Telefónica.

Sin embargo, en la película existen calles con nombre propio y escenarios reales por los que se mueve el desamor de los personajes. Algunos de esos lugares incluso se mencionan a lo largo del metraje. Pepa, Candela y compañía se mueven en un Madrid en el que todo es posible. Este es el repaso a esa capital de la que nos enamoramos viendo a esta mujer desesperada que descubría que, después de todo, su vida era algo menos infeliz que la de un bolero.

Calle Montalbán, 7. En esta calle cercana a Cibeles y al Retiro (por la parte norte) se encuentra el edificio donde vivía Pepa y en el que confluían todos los personajes al final de la película. Aquí era donde la portera testiga de Jehová encarnada por la memorable Chus Lampreave pronunciaba algunas de sus frases más contundentes y donde Carmen Maura cogía ese Mambo Taxi que la llevaba (con colirio o sin él) a todas partes.

Calle Almagro, 38. El portal en el que vive Lucía, la despechada exmujer de Fernando encarnada por Julieta Serrano. Todos recordamos ese momento en el que Pepa miraba con curiosidad (en un claro homenaje a 'La ventana indiscreta') lo que hacían los vecinos. Eso sí, no busquen la cabina con el anuncio de Calcetines Cóndor porque no lo encontrarán.

Calle O' Donnell. Pepa pasea sus penas al amanecer por una enorme avenida con el famoso Pirulí de Torrespaña al fondo. Esa avenida es la calle O'Donnell, uno de los lugares de la capital desde los que mejor se divisa este emblema de Televisión Española.

Calle Alcalá, 496. Los Exa, míticos estudios desde donde se realizaron algunos de los doblajes más populares de la década de los 90, estaban situados en este edificio en la zona de Suanzes. Aquí es donde trabaja Pepa y donde la recepcionista encarnada por Loles León le suelta algunas de sus frases más impertinentes. Entre sus paredes todavía parece escucharse ese irreverente "¡Oye! ¡Dame ese papel!".

Túnel de Azca. El clímax final, en el que Pepa y su vecina (una rockera Ana Leza) persiguen a una desquiciada Lucía a bordo del Mambo Taxi, tiene lugar en estos túneles que comienzan en el Paseo de la Castellana y que dieron mucho juego a Almodóvar, que filmó una de las persecuciones más divertidas y alocadas de la historia del cine español.

Aeropuerto de Barajas. Lucía quiere asesinar a Iván, que se va de viaje con Paulina Morales, la abogada (y amante del susodicho) encarnada por Kiti Manver. Sin embargo, allí está Pepa para impedirlo. Se trata de uno de los momentos culminantes de esta comedia surrealista trufada de sentimientos que tiene lugar en el aeropuerto de Barajas. Desde allí salían los vuelos internacionales años antes de que existiese la T4.