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La millonaria heredera de L'Oréal se 'esconde' un año después de morir su madre
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La millonaria heredera de L'Oréal se 'esconde' un año después de morir su madre

En los últimos doce meses, apenas ha roto su vida monacal. Uno de los pocos actos en los que se la ha visto fue en los galardones L'Oréal-Unesco, que premian a las mujeres de la ciencia

Foto: Liliane Bettencourt y Françoise en una imagen de archivo. (Getty)
Liliane Bettencourt y Françoise en una imagen de archivo. (Getty)

Tenía 94 años y era la mujer más rica del mundo. Liliane Bettencourt, cabeza visible de L'Oréal, fallecía el 22 de septiembre de 2017, hace ahora un año, dejando tras de sí una fortuna que ascendía a los 39.500 millones de dólares, unos 33.000 millones de euros. Su hija y heredera, Françoise Bettencourt-Meyers, fue la responsable de anunciar su muerte en un comunicado. “Murió esta noche en su domicilio. Hubiera cumplido 95 años el 21 de octubre. Mi madre se fue en paz”. Desde entonces, ha garantizado la buena salud del imperio familiar aumentando sus dividendos y ha mantenido esa vida sigilosa que ha hecho que alguna amiga con muy mala baba la llame “austera monja carmelita”.

[LEER MÁS: Así es François Bettencourt-Meyers, la nueva mujer más rica del mundo]

placeholder Bettencourt llegando a los tribunales en 2015. (Cordon)
Bettencourt llegando a los tribunales en 2015. (Cordon)

Antes de fallecer su madre, Françoise ya sabía lo que era convertirse en un personaje público a causa de la batalla judicial que inició en 2008 contra el fotógrafo francés François-Marie Banier, al que acusó de aprovecharse de la “inestabilidad” de su madre y conseguir regalos de ella. Aunque Banier fue condenado a tres años de cárcel y a una multa de 250.000 dólares junto a un reembolso de 15 millones, finalmente consiguió reducir el montante a una multa de 375.000 dólares y cuatro años en libertad condicional. El enfrentamiento creó un cisma en la familia Bettencourt. Durante años, los jueces habían preferido designar al propio hijo de Françoise, Jean-Victor Meyers, tutor legal de su abuela. Ella, siempre empeñada en que la justicia declarase a su madre incapaz para gestionar la fortuna familiar, nunca estuvo de acuerdo con la decisión.

placeholder La fallecida Liliane Bettencourt en 2004. (EFE)
La fallecida Liliane Bettencourt en 2004. (EFE)

Mujer tímida y de pocas palabras a la que su propia madre llamaba “pesada” por su empeño en incapacitarla legalmente, Françoise Bettencourt Meyers se ha convertido, gracias a la herencia, en la nueva mujer más rica del mundo y en una de las 20 personas con más dinero del mundo según 'Forbes'.

A lo largo de este año, ha mantenido a raya su privacidad y ha hecho que la fortuna familiar aumente unos cuantos ceros. Según la publicación, esta asciende a 46'5 billones de dólares, lo cual demuestra que su gestión ha sido la acertada.

Aquellos que la llaman 'reclusa' y elogian su falta de ínfulas llevan algo de razón. Este mismo verano (en el mes de julio), Françoise celebró su 65 cumpleaños al lado de su marido, Jean-Pierre Meyers, que también forma parte del consejo de administración de la compañía, y de sus dos hijos. El festejo fue estrictamente privado y no ha trascendido una sola imagen del mismo.

placeholder La heredera rodeada junto a su desaparecida madre y a su marido en 2012. (Getty)
La heredera rodeada junto a su desaparecida madre y a su marido en 2012. (Getty)

En los últimos doce meses, el matrimonio apenas ha roto su vida monacal. El pasado marzo, por ejemplo, acudieron juntos a los galardones L'Oréal-Unesco, que premian a las mujeres que destacan en el mundo de la ciencia. Ataviada de sus habituales gafas de concha (que a veces parecen servirle de escudo protector contra los cotillas) y un vestido azul y blanco, la multimillonaria posó ante la prensa gráfica con su habitual sonrisa forzada. Su presencia en el acto no tenía nada de extraordinario, ya que ha acudido religiosamente a cada entrega de estos premios en los últimos años.

Un imperio 'bigger than life'

La discreta presencia mediática de Françoise se entiende mejor si se conocen sus aficiones. Escritora (llegó a publicar un libro sobre la Biblia) y pianista, siempre ha preferido la calma que proporciona el teclado a los oropeles de las fiestas de alto copete. Accionista principal de L'Oréal, también controla un alto porcentaje de Maybelline, Urban Decay o NyX Cosmetics. Ese poder se traduce, lógicamente, en un patrimonio de bienes inmuebles que puede dejar mudo a cualquiera. Que se sepa, Françoise posee una mansión pantagruélica en Neully-sur-Seine, a las afueras de París. Ese es, de hecho, su centro de operaciones y el lugar desde el que controla todos sus negocios.

placeholder Françoise junto a su hijo Jean-Victor. (Getty)
Françoise junto a su hijo Jean-Victor. (Getty)

En los años 90, además, adiquiró la isla D'Arros, situada en el archipiélago de las Seychelles, por el módico precio de 18 millones de dólares. Unos años más tarde, la vendió por casi 70, aumentando su cuenta bancaria. Y pese a todo ese dinero, Françoise demuestra que las estridencias no van con ella, dando la razón a aquellos que dicen que los verdaderos ricos jamás presumen de ello.

Tenía 94 años y era la mujer más rica del mundo. Liliane Bettencourt, cabeza visible de L'Oréal, fallecía el 22 de septiembre de 2017, hace ahora un año, dejando tras de sí una fortuna que ascendía a los 39.500 millones de dólares, unos 33.000 millones de euros. Su hija y heredera, Françoise Bettencourt-Meyers, fue la responsable de anunciar su muerte en un comunicado. “Murió esta noche en su domicilio. Hubiera cumplido 95 años el 21 de octubre. Mi madre se fue en paz”. Desde entonces, ha garantizado la buena salud del imperio familiar aumentando sus dividendos y ha mantenido esa vida sigilosa que ha hecho que alguna amiga con muy mala baba la llame “austera monja carmelita”.

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