La boda romántica de Elena y Gonzalo

Una boda romántica

Elena y Gonzalo

Del Soto de la Moraleja a la Finca de los Cuadros

Texto Paula Mata
Foto Velvet Hush
Formato Emma Esser · María Mateo

Dos vestidos de novia, una celebración al aire libre, tonos empolvados, detalles vintage y una decoración cargada de romanticismo. Adéntrate en el gran día de Elena y Gonzalo.

L

a historia de amor de Elena y Gonzalo empezó hace seis años cuando un amigo común les presentó. El verano pasado, en Madrid, se convirtieron en marido y mujer en un enlace mágico y, como en los mejores cuentos, con el final feliz que tantas veces habían soñado.

Elena y Gonzalo dejaron que el destino hiciera de las suyas. Con vidas paralelas -ella es experta en marketing y él, consultor-, un amigo de ambos, sin saberlo, marcaría su rumbo común. Ese cómplice, compañero de pupitre de Elena en el colegio, sin pretenderlo ni planearlo, propició el primer encuentro de la pareja, que fue un flechazo en toda regla. “Tan vital fue su papel en nuestra relación que, para el día de nuestra boda, le pedimos que condujese parte de la ceremonia”, cuenta Elena.

Boda Elena y Gonzalo

En 2021, y tras cinco años juntos, llegaría la petición de mano. “Como estaba expectante, Gonzalo buscó un momento y un lugar inesperado para pedírmelo”, confiesa la novia. No hubo una impresionante puesta en escena y el consultor jugó con el factor sorpresa para pillar de improviso a Elena: “Un sábado, pedimos unas hamburguesas a domicilio para cenar y metió la caja del anillo en una de las bolsas que trajeron. Mientras poníamos la mesa y yo sacaba las hamburguesas y las patatas de la bolsa, apareció la bonita caja. En ese instante le miré y, al verle la cara, supe lo que estaba pensando. Le dije que sí sin abrir la caja que contenía el anillo. De los nervios, nunca llegué a comerme la hamburguesa”. Ahí comenzó la carrera para montar la boda de sus sueños.

Elena bajando del coche

El enclave elegido por los novios, Madrid; la fecha, un año después de oficializar su compromiso matrimonial, el 2 de julio de 2022, y la estampa nupcial, una oda al romanticismo más puro. La ceremonia religiosa tuvo lugar en la ermita de Nuestra Señora de la Paz, un templo ubicado en el exclusivo barrio residencial El Soto de la Moraleja. Como manda la tradición, Elena cruzó el umbral del brazo de su padre: “Recuerdo entrar por el pasillo de la ermita y, a mi alrededor, ver cientos de ojos y sonrisas que no llegaba a enfocar”.

A Elena y Gonzalo les presentó un amigo común que, después, oficiaría parte de la ceremonia

Con su llegada a la iglesia, se destapó el gran secreto de toda boda: el vestido de la novia. Para crearlo, Elena confió a ciegas en Tamara Vázquez, el alma de Romancera: “Aunque fui a ver y conocer otros talleres por recomendaciones de amigas, quería que Tamara diseñase mi vestido de novia. Todas las fotografías que tenía guardadas en Instagram eran de otras novias de Romancera”.

Montaje de imágenes de la ceremonia
Foto de la ceremonia

Al celebrar su enlace en pleno verano en Madrid, para materializar su look nupcial, Elena aterrizó en el atelier de Tamara con una idea clara: “Un vestido transformable. Quería sentirme cómoda y, al final del día, muy fresquita para poder bailar. Tenía que ser romántico, ligero y con una tela potente. En definitiva, soñaba con un vestido especial que me representara”, explica la experta en marketing. Al final, la diseñadora de Romancera creó dos vestidos de novia para Elena, dos trajes con peso en un único atuendo, fieles a su estilo y que la acompañaron desde la ceremonia hasta la fiesta.

Elena lució dos vestidos de novia de Romancera fieles a su estilo

“El primer día que nos conocimos le expliqué a Tamara mi sensibilidad por el diseño, mis ideas y vimos un montón de tejidos. Entre esas telas apareció LA TELA, y ni Tamara ni yo pudimos pensar en otra cosa. Ella la había diseñado, pero nadie se había atrevido a usarla aún. Era impresionante”, detalla la novia. En palabras de su creadora, el vestido exterior estaba confeccionado con un tejido troquelado de seda rústica montado sobre una muselina de seda en blanco roto. “El material era protagonista. Parecía antiguo, incluso amantillado, pero, en realidad, estaba fabricado con una técnica actual. Elena se enamoró de él”, relata Vázquez.

Complemento de la novia
Novia entrando al coche
Ramo de la novia

“La silueta del vestido exterior debía ser natural para que definiera un poco la figura y, al mismo tiempo, con movimiento en el bajo y algo de longitud en la cola. Curiosamente, logramos el equilibrio del conjunto gracias al contraste con el escote: un bloque en crepé de satén de seda que se extendía por las mangas”. Un traje con tintes de época, cuello tipo barco alto, mangas abullonadas y patrón recto en línea ‘A’ con cola.

Como ramo, un conjunto de rosas ramificadas anudado con una cinta y la medalla de la Virgen del Rocío

Todavía quedaba una pieza más del puzle: el vestido para la fiesta. Un reto aún más difícil. Tamara Vázquez tenía que crear un modelo que Elena pudiese llevar debajo y que conectase con el primer traje. Con ese objetivo, escogieron el tejido del escote, ese crepé de satén de seda, para darle forma. “En esta pieza, jugamos con los satinados y los mates para crear contrastes. Los cortes asimétricos y las superposiciones de la falda fueron claves para armonizar el cuerpo que, en este caso, quedaba ajustado. Además, los tirantes eran desmontables para no ensuciar la imagen del vestido superior. La sutileza de añadir muselina de seda en esa zona hizo el resto”, describe la diseñadora de Romancera.

Espalda de la novia
Los novios se abrazan durante la celebración
La novia posa delante de un mueble

“El vestido interior, que en mi cabeza era algo sencillo para simplemente estar cómoda, acabó siendo un vestidazo en sí mismo”, dice Elena. ¿El secreto? Simple y pura magia a cargo de Tamara Vázquez. “Una novia debe estar impresionante en todo momento, sin perder un ápice de su personalidad y, como en el caso de Elena, que las dos prendas sean igual de auténticas y preciosas”.

Turno para enumerar los accesorios que acompañaron a la novia en la boda. Un velo de tul que brotaba del moño bajo trenzado con el que la peluquera María Nebrera (y también maquilladora de Elena) recogió su melena. Como joyas, el anillo de compromiso que Gonzalo le compró en la joyería Gómez Zuloaga y los pendientes de oro blanco y diamantes de Suárez que la familia del novio le regaló el día de la pedida. Unas sandalias de piel nude con tiras finas en la pala, pulsera en el tobillo y tacón de Flordeasoka. Y por último, el ramo, de rosas ramificadas de la floristería Alfabia y adornado con una medalla de la Virgen del Rocío para tener presente a su abuela.

La complicidad de los novios durante la celebración era palpable

Concluida la ceremonia religiosa, Elena, Gonzalo y todos sus invitados se desplazaron hasta la finca Los Cuadros, a las afueras de Madrid. Regentada por el grupo La Blonda y diseñada por el prestigioso estudio de María Santos, cuenta con inmensos jardines, patios mediterráneos rodeados de generosas encinas y fuentes con encanto. En pocas palabras, el lugar perfecto para una boda romántica de verano.

Elena añadió su sello distintivo diseñando personalmente toda la papelería para el día de su boda

Del diseño de la papelería, desde las invitaciones, pasando por los misales, hasta llegar al ‘seating plan’ y los meseros, se encargó personalmente Elena. Unos preciosos manuscritos que se imprimieron en las instalaciones de la Fundación A la Par.

Montaje de la decoración y de los novios
Foto de la ceremonia

Las fotografías estuvieron en manos de Velvet Hush y el vídeo, de Carlos Cortés: “No sabíamos cómo posar y nos partíamos de risa, pero tanto el equipo de fotos como de vídeo nos lo pusieron superfácil”.

Tonos empolvados, claveles colgantes y candelabros de plata: una decoración muy romántica

En el exterior de la finca y rodeados de vegetación, tuvo lugar la cena. Allí se dispusieron mesas redondas vestidas con manteles de diferentes estampados en tonos empolvados y sillas de forja. Como centro de mesa, candelabros de plata antiguos sobre espejos acompañados de pequeños ramilletes de flores. De la decoración floral destacan los claveles colgantes que se extendían por los techos de los diferentes espacios y que, al igual que el ramo de Elena, fueron obra de Alfabia.

La novia mira directamente a cámara mientras camina

Después de la cena, comenzó la fiesta con el DJ Eloy Caro al mando. Para ese momento, tal y como estaba previsto, Elena se despojó del vestido superior para presumir de su segunda prenda joya de Romancera. El velo también desapareció de escena. “Echo la mirada atrás y veo cómo Gonzalo y mis padres disfrutaron muchísimo de nuestro enlace. Puede ser complicado, pero entre tantos invitados, es importante sacar tiempo para estar con tu pareja, ya que es el día de los dos”, sentencia.