Primicia | La boda de la hija de Cifuentes: vestido de Cortana, Puerta de Hierro y Willy Bárcenas

Este fin de semana, Cristina Cifuentes tenía una cita muy especial en Madrid: la boda de su primogénita, Cris Aguilar, con su novio desde hace años, Enrique de Olaso. Una emotiva celebración que ha tenido lugar en uno de los clubes más exclusivos de Madrid y en la que los novios estuvieron rodeados en todo momento de familiares y amigos.

Tal y como ha podido confirmar Vanitatis, tanto la ceremonia religiosa, celebrada curiosamente al aire libre, como la fiesta posterior se produjeron en el madrileño club de Puerta de Hierro, donde también se casaron hace años María Vega-Penichet Fierro y Fernando Ramos de Lucas o Alejandra Romero, nieta de Adolfo Suárez y actual duquesa de Suárez.

Bodas emotivas y más íntimas de lo que suele ser habitual que siguieron un esquema similar a la de la hija de la expresidenta de la Comunidad de Madrid. Primero, una ceremonia religiosa tradicional en la inconfundible capilla del club, que en días de sol como el de este viernes celebró la misa en el exterior. Una fórmula que permite hacer bodas más multitudinarias de lo que exige el interior de la pequeña capilla del club, en la que caben apenas unas decenas de personas.

Las agradables temperaturas permitieron celebrar todo en el exterior sin sufrir el calor de las últimas semanas. De hecho, el cóctel posterior también tuvo lugar en los jardines del club.

Servido por el catering de Puerta de Hierro, el mismo del restaurante en el que comen los socios habitualmente, la cena se organizó en una de las carpas de las que dispone también el club para este tipo de eventos. Sirvieron gazpacho con bogavante y pichón relleno de foie.

Con la amplitud necesaria para acoger a las decenas de invitados que acudieron a celebrar el amor de la joven pareja y decorada con gusto para que ningún detalle quedase al azar, tras el cóctel todos se sentaron en sus sitios asignados para brindar por los novios y cenar. Después de esto, comenzó la fiesta. Primero, con el tradicional vals de los novios, juntos y con los padrinos, y más tarde con música y baile hasta el amanecer, donde Willy Bárcenas, amigo de los novios y cantante de Taburete, disfrutó como uno más tras pasar por el altar esa misma semana con su ahora mujer, la poetisa Loreto Sesma.

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Paloma Barrientos

Aunque, tal y como publicamos en exclusiva en Vanitatis, celebrarán una gran fiesta para celebrar su amor a la que acudirán sus padres y amigos, esta fue la primera celebración que hicieron rodeados de algunas personas comunes como Cristina y Enrique. Willy se mostró pletórico y divertido. Cantó algunos de sus temas que sonaron durante la fiesta y celebró el gran momento vital que atraviesa.

El vestido de la novia

Cristina, cuya elegancia en algunos eventos a los que ha asistido junto a su madre ha sido una constante, no defraudó en su gran día. Para la ocasión, se decantó por un diseño sencillo y atemporal, compuesto por un vestido blanco largo, de silueta recta y escote cerrado, espalda abierta y sin mangas con el que estaba especialmente favorecida. Tal y como han confirmado personas del entorno de la novia a Vanitatis, se trataba de un diseño firmado por Cortana.

Lo combinó con un chal de seda que cubría los brazos y el escote de la espalda durante la ceremonia y que durante la fiesta recolocó sobre el cuello como marca la tendencia que ha imperado durante esta temporada en materia de invitada.

La melena, recogida en un original moño a media altura, dejaba caer sobre su rostro un mechón que le aportaba un toque romántico al conjunto. El velo, de tul clásico, remataba un look sensacional para una novia de primavera.

Su madre, que en esta ocasión no ejercía de madrina, se decantó por un impecable vestido rojo de Stella Mccartney que ya habíamos visto. Se trata del mismo vestido (de estilo capa, escote redondo y silueta lápiz) que llevó la reina Letizia durante el 50 cumpleaños del príncipe Guillermo de Holanda y más tarde durante una recepción en Alemania. El nombre que recibía el modelo era Cecilia, y su precio, cuando la Reina lo adquirió un lustro atrás, era de 2.617 euros, según Saks Fifth Avenue.