NOVIAS REALES

La boda de Marta y Anto en El Escorial: del vestido desmontable de la novia al baile viral

Su enlace traspasó la barrera de la realidad y colapsó el universo digital. Los looks, el lugar de la ceremonia, la celebración en plena sierra y el primer baile: adéntrate en el gran día de Marta y Anto

Fotografías de la boda
Texto Paula Mata
Formato Marina G. Ortega | María Mateo
Fotografías Camille Photography

na fiesta les unió y otra fiesta, la de su boda, catapultó a la fama a Marta y Anto. Al menos, en las redes sociales. Apostamos a que estos novios te suenan y, en algún momento, el vídeo de su primer baile como marido y mujer se ha colado en tu 'timeline'. Su historia de amor es mucho más.

Desprenden frescura y buena sintonía. Son divertidos e ingeniosos. Están conectados y enamorados; eso se nota. “Nos conocimos en una fiesta de Halloween de un amigo común y, aunque cruzamos miradas, no fuimos más allá”, cuenta la novia. “Para más inri, la fiesta era de disfraces y coincidimos con el mismo atuendo. Yo me fijé en ella, y ella en mí”, confiesa el novio. Inconscientes de que el destino jugaba a su favor, Anto escribió un mensaje a Marta Serrano por Instagram y comenzaron a chatear sin descanso. En aquel momento, ella compaginaba su carrera en banca con el mundo de los eventos, y él estaba dando el pistoletazo de salida a su aventura empresarial.

Boda

Antonio Fernández de León es el CEO y uno de los fundadores de Old Jeffrey, una firma de sastrería y ropa de hombre que arrasa en la capital. “Una noche, de vuelta de un evento, pasé por delante de la tienda y, como sabía que acababa de abrir, le llamé para preguntarle si me enseñaba lo que había montado. Después nos fuimos a tomar algo”, recuerda Marta. De ese encuentro, han pasado seis años. En paralelo, los inicios del negocio estuvieron marcados por las primeras citas de la pareja. “Ahora me dedico 100% a Old Jeffrey e, incluso, Marta es partícipe en el equipo de diseño de la línea a medida para mujer, Old Tamarinne”.

Anto y Marta se conocieron en una fiesta, y años después, se convirtieron en protagonistas de otra fiesta, la de su boda

La petición de mano llegó antes de Navidad, el mejor regalo para la novia. “Unos días antes de Nochebuena nos fuimos de viaje a Lanzarote. Un día en la isla de La Graciosa, cogimos unas bicicletas, cruzamos la isla y llegamos hasta la playa de las Conchas. Después de unos minutos de nervios, saqué el anillo de la mochila y le pregunté si quería casarse conmigo”, cuenta Anto. No contenta con ello, Marta le exigió que hincase la rodilla y volviera a pedírselo, esta vez, cumpliendo con la tradición: “Soñaba con una petición de mano en condiciones y, al final, lo conseguí”.

Detalle novio atándose los zapatos

Con su compromiso matrimonial oficial y público, los novios comenzaron a planificar y organizar su boda. “Queríamos una boda de campo, salir de Madrid y aprovechar el fin de semana para disfrutar de una celebración de varios días con nuestra familia y nuestros amigos. Fue entonces cuando la opción de trasladarnos a El Escorial cobró fuerza. La familia de Anto está ligada a este municipio, viajan allí con frecuencia y pensamos que era la ubicación perfecta”, explica la experta en banca. Marcaron el 30 de abril de 2022 en sus agendas como el día que uniría sus vidas y caminos para siempre.

Casi dos meses antes, el 5 de marzo, reunieron a sus íntimos en la bodega de Toledo que posee la familia de la novia para la clásica comida de compromiso. Esa misma noche, de vuelta a Madrid, el mismo festejo pero con sus amigos: “Organizamos una fiesta en un restaurante de la zona de Chamartín con un grupo de música flamenco en directo”. Marta y Anto tenían los días contados.

Boda Marta y Anto

La noche previa al enlace, preboda en la plaza central del municipio. La ceremonia religiosa sería en el Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial, un templo majestuoso como marco incomparable y testigo de su promesa de amor. Más tarde, y una vez convertidos en marido y mujer, pondrían rumbo a la finca El Cortijo de Mónico.

Mucho antes, cada uno tenía que decidir por separado qué estilismo llevarían para darse el ‘sí, quiero’. Obviamente, Anto (y unos 70 invitados más) vistió un ‘total look’ de Old Jeffrey, su marca. “Para incluir algunos rasgos personalizados, opté por confeccionar el chaqué a medida en nuestro taller. Tres prendas clásicas acompañadas de una camisa blanca, una corbata con estampado geométrico y zapatos de cordones. El único accesorio que no formaba parte del catálogo de la firma, los gemelos. Los compré en Coolook, la joyería de mi amiga Mar Bermejo”, detalla el empresario.

Detalles complementos del novio

Marta, por su parte, llamó a la puerta del atelier de Diego Estrada, situado en la calle Almagro en Madrid. “Tenía claro lo que no quería, pero tampoco era capaz de visualizar qué quería. Mi idea inicial era un traje de novia sencillo de dos prendas con algún detalle atrevido. Si acudí a Diego Estrada es porque la mayoría de sus diseños encajan con mi estilo”, argumenta. Estrada es el artífice de otros looks nupciales de éxito en las redes sociales y también de invitadas como Marta Lozano, Inés de Cominges o Teresa Andrés Gonzalvo. En el caso de Marta, el diseñador capturó su esencia y le propuso el estilismo de novia de sus sueños. “En pocas palabras, Diego lo bordó”, reconoce.

Marta llevó un vestido desmontable de Diego Estrada, zapatos de Flor de Asoka y unos pendientes prestados

Dos piezas, así lo imaginó y así lo construyó el modisto. Un abrigo muy especial y un vestido minimalista de líneas depuradas. ¿El resultado? Un look nupcial desmontable. “Para el abrigo escogimos un tejido de tweed blanco y, a contraste, una lazada de crepé en el cuello”. Cerrado con un botón invisible en un lateral del cuello, el resto del abrigo quedaba completamente abierto. De las protagonistas mangas abullonadas, se asoman los puños del vestido que Marta lució debajo del abrigo. La cola completó la prenda.

Fotografías de la novia

“Llegado un momento de la celebración, me quité el abrigo y el vestido que Diego Estrada había ideado brilló en solitario”. Sencillo, que no simple, el traje de Marta escondía un minucioso y cuidado trabajo de construcción detrás para sentarle como un guante. Presentaba un cuello cerrado a la caja, hombreras, unas pinzas estratégicas en el pecho, cierre trasero en forma de lágrima, abertura circular en la espalda y falda en línea A. “El abrigo era tan importante que sí o sí el vestido tenía que ser minimalista”, destaca.

Además del velo de tul que brotaba de su coleta, para los accesorios, una marca viral y unos pendientes familiares. Como calzado, los salones Greta de Flor de Asoka, una de las firmas preferidas por novias e invitadas. De color rosa empolvado, revestidos de terciopelo de seda, con tacón ancho en bloque, acabados en punta y tiras cruzadas con cierre de pulsera al tobillo en tono dorado. “Comodísimos, no me los quité en ningún momento. Di mis primeros pasos al altar con ellos y terminé la fiesta igual”, subraya Marta.

Boda Marta y Anto

Para cumplir con el ‘algo prestado’, una tía abuela de la novia le dejó unos pendientes: “Forman parte de su joyero de siempre y ella me dijo que le hacía mucha ilusión que los llevase el día de mi boda. Así que no lo dudé”. Largos, de oro blanco y diamantes, fueron la única joya que lució. “Soy un poco desastre y se me olvidó ponerme el anillo de compromiso, así que los pendientes brillaron”.

Solo quedaba escoger el ramo y Marta confió a ciegas en el equipo de Elena Suárez: “Les dije que quería una composición con flores secas, colores neutros y, por supuesto, sin tonos llamativos. Hasta la mañana del enlace no lo vi. Me fiaba tanto de su buen gusto que les dejé total libertad”. Colgando del ramo, una lazada de raso con una medalla de la Virgen del Carmen.

Detalles Marta

Era el momento. Marta y Anto tenían que prepararse. Lo hicieron por separado en el hotel Exe Victoria Palace de El Escorial. La novia, acompañada de su mejor amiga y su prima; y el novio, rodeado de sus padres, Antonio y Mariluz, y sus hermanas, Carlota y Mónica. “Estaba tranquila, pero mi prima estaba supernerviosa y casi me lo contagia. Al entrar mi madre y mi tía a la habitación, rompieron a llorar al verme y les pedí que se fueran. Me quedé sola y se me saltaron las lágrimas de la emoción”, confiesa la novia.

Del maquillaje y el peinado de Marta se encargó Yael Maquieira, una de las maquilladoras de confianza de la empresaria y creadora de contenido María Pombo. “Habíamos trabajado juntas en algunos ‘shooting’ de moda. Sabía qué me gustaba y qué no, así que tenía que ser ella”, explica. Rostro natural y destellos en la mirada, completó el ‘beauty look’ con una impoluta coleta baja con ondas. El peinado recayó en las manos de Eugenia, una peluquera del equipo de Yael.

Preparándose para la boda

Anto, su madre, Mariluz, y el resto de invitados, unos 360 asistentes, esperaban dentro de la basílica del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial la llegada de Marta junto a su padre, Francisco. De fondo, la música del órgano acompañada de la voz de una soprano dio comienzo a la ceremonia religiosa. Un instante que Anto recuerda con especial emoción: “De la entrada hasta llegar al altar, el pasillo es tan largo que pude disfrutar del desfile de Marta del brazo de su padre. Me dio tiempo a observarla con calma y recibirla con los brazos abiertos”. La experta en banca coincide: “Para una novia, la entrada a la iglesia es un momento único e inolvidable. Los nervios se entremezclan con un torbellino de sentimientos”.

Boda Marta y Anto

Convertidos en marido y mujer, pusieron rumbo a El Cortijo de Mónico, una finca en el campo con mucho encanto y estilo andaluz: “Cuando fuimos a conocer el espacio, nos enamoramos. Tanto que no quisimos descubrir ni estudiar otras opciones y escogimos El Cortijo de Mónico sin pensar”. Con el asesoramiento de los expertos de la finca, Marta y Anto resumen su experiencia en dos palabras: todo comodidades.

Boda Marta y Anto

Con algunos cambios, como por ejemplo, para la decoración floral, recurrieron al atelier de Elena Suárez & Co., los mismos que crearon el ramo de la novia, la organización de la celebración de su boda no les implicó esfuerzos mayúsculos gracias a los profesionales del Grupo Mónico. El reportaje fotográfico fue obra de Silvia, la prima de Marta que se esconde detrás de Camille Photography. 

Para su enlace querían escapar de la ciudad y celebrar un fin de semana en el campo

Tocaba entrar al salón para dar comienzo al banquete y la magia musical de Gonzalo Borman, el DJ del enlace y amigo íntimo de los novios, entró al ruedo. “Borman nos hizo un mix de dos canciones, el mítico ‘Felicità’, de Al Bano y Romina Power, y ‘Tu Sei’, de Gabry Ponte y Danti, que por entonces estaba tan de moda. Todo el mundo se levantó de sus sillas, se pusieron a bailar y nos hicieron un corrillo”.

Boda Marto y Anto

A la mesa, un menú a la altura. De primero, suquet de carabineros y vieiras sobre timbal de bogavante y huevas de salmón; de segundo, solomillo a la parrilla con patatas confitadas y pimientos rojos, y para concluir, la nota dulce con el postre, tarta árabe y milhojas. 

Boda Marta y Anto

Del banquete a la fiesta en un salto: “Abrí el baile con mi padre al son de un vals clásico”. Lo mejor de la boda todavía no había llegado. Para sorpresa de todos los invitados, Marta y Anto saltaron a la pista y se marcaron un baile perfectamente coordinados. “Soy muy fan de grabar vídeos con bailes de TikTok y Anto me propuso hacer lo mismo, pero para nuestra boda. Me pareció una idea genial”, cuenta Marta. Se lo tomaron tan en serio que, días después, se apuntaron a unas clases de baile en la escuela Dance esCool. “Esas clases fueron geniales. Lo pasamos bomba y es uno de esos recuerdos que nos quedamos para nosotros”, dice Anto.

Boda Marto y Anto

Lo dicho, después del baile con el padrino, los novios protagonizaron otro al ritmo de ‘Loco’, de Justin Quiles, Chimbala, Zion & Lennox, que minutos más tarde llegó a las redes sociales. “Una de las mejores amigas de María del Carmen, la madre de Marta, compartió el vídeo con sus seguidores en Instagram y de ahí a viralizarse en España y Latinoamérica”. El empresario se refiere a Conchita Sainz, la diseñadora y fundadora de la marca de moda que lleva su nombre y que viste cada temporada a madrinas e invitadas. Un vídeo, el de Anto y Marta, que alcanzó más de 40 millones de reproducciones en TikTok y subiendo.

Boda Marto y Anto

Echando la mirada atrás, ambos ven la boda como una fiesta. “Las horas pasaron rapidísimo e intentamos exprimir cada segundo al máximo. Incluso, nos escapamos del baile para asimilar solos lo que estábamos viviendo. Al día siguiente, nos invadió una sensación de nostalgia por lo bien que lo pasamos rodeados de toda la gente que queremos”, rememora Anto. En unos meses, pasarán de ser dos a tres. Marta está embarazada y el matrimonio dará la bienvenida a su primer hijo. Ahí sí que comenzará su gran fiesta.