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El álbum de boda de Estrella Morente: "Aquel 14 de diciembre fue mucho más bonito que en mis sueños"
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El álbum de boda de Estrella Morente: "Aquel 14 de diciembre fue mucho más bonito que en mis sueños"

La de la cantaora Estrella Morente y el torero Javier Conde fue una boda de tronío, arte y puro acento andaluz. Envuelta en multitud de acordes flamencos, un frío polar y la impactante magia de Granada, ya forma parte de la historia

Foto: Estrella Morente, el día de su enlace. (Cedida)
Estrella Morente, el día de su enlace. (Cedida)

A Estrella Morente, todo un icono del flamenco e hija del mítico cantaor Enrique Morente y la bailaora Aurora Carbonell, y Javier Conde, reconocido torero malagueño, les costó admitir su romance. Así lo reconoció Javier: “Yo me enamoré de Estrella al poco de conocernos y me costó pedirle públicamente que fuéramos novios. Cuando su padre, Enrique Morente, me dio su mano ya me quedé más tranquilo”. Tras poco más de un año de noviazgo y en un gélido 14 de diciembre de 2001, tocaron campanas de boda en Granada, tierra natal de la novia. Ella tenía 21 años, él, 26. “Fue una boda de película, pero muy de sentimiento, muy familiar, muy de verdad”, recuerda Estrella. La ceremonia religiosa, oficiada por el sacerdote Bernabé Rizo, el mismo que casó a los padres de Javier y muy amigo de Enrique Morente, se celebró en la Basílica de Nuestra Señora de las Angustias de Granada, adornada con flores blancas sobre fondo verde.

El novio, aparentemente relajado, llegó justo a las cinco de la tarde —una hora muy taurina— vestido de corto, con un sombrero cordobés en la mano y acompañado de su madre y madrina, Charo Becerra, que lució un vestido fucsia con adornos de plata y mantilla. Fue entonces cuando Javier pronunció un emotivo saludo dedicado a su tierra malagueña, para trasladar a sus paisanos su recuerdo en ese momento tan especial para él. La novia, que apenas se hizo esperar media hora, llegó a la basílica del brazo de su padre Enrique, acompañada de los constantes vítores de los granadinos, que no dudaron en salir a la calle para mostrarle todo su cariño. Javier la recibió con un cariño beso en la mano. “Aquel camino hacia el altar del brazo de mi padre —que, por cierto, sustituyó la clásica corbata por un pañuelo morado de seda que llevó en su boda— fue muy emocionante. Mientras atravesaba la nave central de la basílica, no podía dejar de mirar a Javier y sentí que entre los dos hubo una conexión total”.

placeholder Fotos cedidas por Estrella Morente.
Fotos cedidas por Estrella Morente.

Otro momento memorable se produjo cuando Estrella, por sorpresa, le cantó una media granaína a su marido frente al altar. “Me salió natural y recuerdo perfectamente la letra: 'La que vive en la Carrera, la Virgen de las Angustias, esa Señora lo sabe, si yo te quiero de veras'. A la salida de la iglesia, los novios fueron recibidos por una lluvia de pétalos de rosas. Miles de granadinos emocionados les aclamaban y felicitaban, y la pareja, agradecida por tantos gestos de cariño, les dedicó su primer brindis de casados frente a la imagen de la patrona de Granada. Estrella les lanzó su ramo de novia mientras se dirigían, en una calesa del siglo XIX tirada por cuatro caballos andaluces, a los Chapiteles y unos jardines colindantes con la Alhambra y la casa de Manuel de Falla, donde disfrutaron de un animado cóctel.

A continuación, se trasladaron al hotel Alhambra Palace, con una arquitectura inspirada en la propia Alhambra, donde tuvo lugar la cena. Allí les esperaban sus más de 700 invitados, entre los que se encontraban los diestros Enrique Ponce, con Paloma Cuevas, Óscar Higares, El Juli, Manuel Díaz ‘El Cordobés’, figuras del flamenco como Carmen Linares, Marina Heredia, Juan y Antonio Carmona o Pepe de Lucía, o del cine como Fernando Trueba o Garci, entre otros. “El hotel Alhambra, con increíbles vistas a Granada, se decoró con un ambiente muy poético, muy lorquiano, tal y como queríamos. Mi madre Aurora, mi cuñado Curro Conde, mi suegra y mi amiga Fanny me ayudaron muchísimo para que todo resultara perfecto. Igual que mi amiga del alma Paloma (Cuevas) que, por cierto, me acompañó a muchas de las pruebas del vestido. Nos lo pasamos genial”.

placeholder Fotos cedidas por Estrella Morente.
Fotos cedidas por Estrella Morente.

Las mesas se adornaron con vistosos mantones de Manila y los salones donde se celebró el banquete, iluminados con una luz tenue y decenas de velas blancas, consiguieron crear un ambiente cálido y lleno de magia. “Al finalizar la cena llegó otro momento inolvidable cuando me descalcé, le canté ‘Madrina’ a Javier y él me acompañó realizando varios lances con su chaqueta", apunta Estrella. Para la fiesta, que duró hasta altas horas de la madrugada, los novios decidieron prescindir de la clásica orquesta y dejar que sus invitados, entre los que había multitud de artistas de renombre, amenizaran la fiesta como lo sintieran. “Lo pasamos de categoría. Recuerdo que en la tercera planta del hotel había un pequeño teatrillo y fue allí donde hicimos una fiesta histórica, llena de duende y arte, que duró hasta el amanecer”.

Como una princesa nazarí

El traje de novia, por deseo de la novia, estaba inspirado en los ‘Cuentos de la Alhambra’ de Washington Irving. "Quería que mi vestido reflejara la ensoñación de esos cuentos que yo había leído tantas veces y el diseñador Eduardo Ladrón de Guevara captó mi idea desde el primer momento”. ¿El resultado? Un vestido de terciopelo blanco roto —que simulaba el color de la nieve— con antiguos bordados en seda y rematado en las mangas y el escote con encaje de Bruselas. Un capote de torero hacía las veces de cola. ¿Un detalle especial? Una delicada enagua de seda blanca estampada con lunares rojos inspirada en el Sacro Monte y oculta bajo la falda del vestido. Como únicas joyas, Estrella llevó una magnífica tiara de diamantes de Yanes que sujetaba el velo de antiguo encaje granadino colocado a modo de mantilla y unos pendientes de oro blanco, muy sencillos, también de Yanes.

El peinado, un recogido bajo con ondas al agua de estilo muy lorquiano y muy novedoso para una novia en aquella época, fue obra del estilista Antonio Panizza y el maquillaje, de Chico, fue muy sutil. El ramo, en forma de cascada, iba cuajado de flores blancas. “Durante el banquete, cambié mis zapatos blancos, forrados del mismo tejido que el vestido, por otros rojos y la tiara de diamantes por una corona de corales a juego con los pendientes”.

placeholder  Fotos cedidas por Estrella Morente.
Fotos cedidas por Estrella Morente.
placeholder Fotos cedidas por Estrella Morente
Fotos cedidas por Estrella Morente

“Yo nací el día que conocí a la novia más bonita del mundo», así expresaba Javier, su más rotunda declaración de amor. Estrella, por su parte, siempre dice que "aquel día fue el comienzo de todo. Pura magia. Todo transcurrió como un casamiento a la antigua, cuando la gente salía a la calle para celebrar que unos parientes se habían casado". Veintidós años después y con dos hijos en común, Estrella y Javier siguen igual de enamorados que aquel memorable día invernal. ¿El secreto? Para Estrella "solo hay uno: Quererse y respetarse mucho”.

A Estrella Morente, todo un icono del flamenco e hija del mítico cantaor Enrique Morente y la bailaora Aurora Carbonell, y Javier Conde, reconocido torero malagueño, les costó admitir su romance. Así lo reconoció Javier: “Yo me enamoré de Estrella al poco de conocernos y me costó pedirle públicamente que fuéramos novios. Cuando su padre, Enrique Morente, me dio su mano ya me quedé más tranquilo”. Tras poco más de un año de noviazgo y en un gélido 14 de diciembre de 2001, tocaron campanas de boda en Granada, tierra natal de la novia. Ella tenía 21 años, él, 26. “Fue una boda de película, pero muy de sentimiento, muy familiar, muy de verdad”, recuerda Estrella. La ceremonia religiosa, oficiada por el sacerdote Bernabé Rizo, el mismo que casó a los padres de Javier y muy amigo de Enrique Morente, se celebró en la Basílica de Nuestra Señora de las Angustias de Granada, adornada con flores blancas sobre fondo verde.

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