Un vestido de novia de aires vintage con las mangas abullonadas y unos zapatos de tacón sensato: los detalles del look de Belén para su boda de invierno

Las redes sociales propiciaron la primera cita entre Belén y Mario. "A mí me gusta llamarlo 'amor moderno'. Mario me escribió por redes sociales, y yo estaba muy dubitativa, ya que no le conocía. Decidí quedar con él en el bar que estaba debajo de casa de mi mejor amiga, y desde ese febrero de 2021, no nos volvimos a separar".

Tres años como novios y llegó la petición de mano, "fue bastante improvisada, un viernes después de toda la semana, pedimos hamburguesas y hablando del futuro, decidimos que queríamos casarnos. Más adelante, el anillo sí fue 'sorpresa': en casa y con la canción con la que más tarde entraríamos al cóctel de la boda 'El principio de algo' de LaLaLoveYou", detalla Belén, una consultora de 28 años.

La pareja fijó la fecha. "La boda fue el 16 de noviembre 2024, en la Iglesia de San Bernabé Apóstol, en El Escorial, y la celebración en la Finca Prados Moros". Situada en Guadarrama, a solo 30 minutos del centro de la capital, la finca es un espacio envuelto por la naturaleza y con un precioso paisaje como telón de fondo. "La base del enlace fue la finca, Mario se encaprichó con ella en cuanto la vio, y la verdad es que el entorno hizo su trabajo solo".

"Tuvimos la suerte de que no fuimos con ideas superclaras respecto a como nos imaginábamos la boda, sino que más bien nos basamos en lo que sentíamos que nos podía encajar... Es un día tan especial, que todo se vive con una sensación de alegría tan fuerte, que todo es perfecto a tus ojos", recuerda la novia.

La consultora y el director comercial de 29 años organizaron la boda sin la ayuda de ningún wedding planner. "No quisimos contratarlo, pero la finca incluía ese servicio, con María, hija de los dueños de la finca, y eso nos hizo todo mucho más sencillo. Confiamos en su criterio y seguíamos sus consejos, al fin y al cabo, nadie conocía mejor la finca que ella".

Convocados sus 170 invitados, Belén se centró en dar con la diseñadora perfecta para su vestido de novia. "Fue Marcela Mansergas, cuando fui a verla y me hizo su propuesta in situ, lo tuve clarísimo", declara.

Marcela Mansergas es una de las diseñadoras nupciales más perseguidas de Madrid. Con un estilo propio bien definido en el que la estética vintage, los tejidos laboriosos, las piezas de artesanía y los detalles singulares, son sus señas de identidad, Belén le dijo sí a Mansergas sin dudarlo.

"Me recibió en su taller y yo esperaba lo que ya había vivido con otros diseñadores que ya había visitado, pero no ocurrió nada de lo esperado. No vimos ni una tela, ella simplemente me escuchaba hablar e iba dando forma al vestido según lo que yo decía y Marcela leía entre líneas".

Con algunas ideas en su cabeza, "desde el principio sabía que quería jugar con la espalda, cuello y unas mangas especiales, lo demás, me dejé siempre aconsejar por los que sabían (entre ellos mi abuela, ella no falla nunca)", la novia confió a ciegas en la diseñadora.

"Tuvimos cinco citas, a todas fui con mi abuela y mi madre, mis dos referentes. La primera de la toile, y en las siguientes ya con el vestido final, dónde a medida que avanzábamos en el proceso, se iban añadiendo detalles. No vi el resultado final hasta la penúltima cita, lo cual me gustó mucho, porque el vestido nunca fue ir a verlo una y otra vez, sino que cada día era distinto, como la cuenta atrás de la boda. En la última cita ya fue cuando me vi y sentí el vértigo de lo que se venía", confiesa.

De aires vintage, fabricado con un tejido satinado en blanco roto, con las mangas abullonadas decoradas con bordados, cuerpo drapeado, aberturas en la espalda y falda fluida con cola, el vestido de novia de Belén era 100% Marcela Mansergas. "Es una persona muy especial y cercana, la recomendaría siempre".

Además del velo de tul que brotaba de su moño, la novia escogió otros complementos para cerrar el look. "Para los zapatos siempre pensé en la comodidad y que el calzado no fuese un problema el día de la boda. Opté por unos de tacón sensato de Flabelus, y creo que fue de mis mejores elecciones".

"Todas las joyas eran familiares hechas por mi tía, alianzas incluidas. Desde el anillo de pedida hasta los pendientes que diseñó ella con mi abuela... Para mí era una forma de llevarla conmigo", explica Belén.

Por último, el ramo. "Quería dar protagonismo al vestido, así que buscaba un ramo sencillo y otoñal. En la Ermita de Pozuelo, les dije eso mismo y que quería mucho verde. Hasta 12 horas antes de la boda no sabía como sería, pero confié ciegamente en ellos y el resultado me encantó".

El novio llevó un chaqué clásico. "Se lo hizo en Bund. Fue un proceso muy divertido, porque además, esos días, aprovechábamos para comer fuera y hablar un poco de como íbamos avanzando. La corbata era de Old Jeffrey, los zapatos de Berwick y los gemelos fueron un regalo de mi tía".

El día de la boda, Belén vivió los preparativos en familia. "Me arreglé en casa de mis padres, con mis tres hermanas y dos de mis primas que vinieron para estar desde bien pronto todas juntas. De la peluquería se encargó David Martínez y del maquillaje María Varona".

De toda la boda, Belén se queda con este instante de la ceremonia religiosa. "La entrada en la Iglesia, en la que aguanté el tipo hasta que vi a Mario. El día anterior me dijo 'no te enfades si no lloro, que ya sabes que no soy de llorar', y al llegar al altar, lloraba tanto que eso me rompió y me puse a llorar con él"

Mario se queda con el momento en el que su madre, "le dio un libro que había hecho yo con una cuenta atrás en la que cada semana le escribía una carta y añadía fotos como si fuese un 'scrapbook'".

Como recuerdo imborrable de la ceremonia, la novia señala que hay "un video que hay de mi abuela cuando entro a la iglesia en el que ella me saludaba, me parece muy tierno, ver su cara de felicidad y como lloraba, cosa muy rara en ella".

Una vez que estaban casados, se trasladaron a la finca Prados Moros. "Tuvimos una entrada al salón increíble por parte de todos, incluso los que son 'anti servilleta en el aire' se animaron. Nuestros invitados lo dieron todo de principio a fin, no me canso de darles las gracias, porque verles tan disfrutones era un chute de felicidad para nosotros. Insisto, nos marcó mucho, no solo lo felices que estábamos nosotros, sino ver a tanta gente tan feliz por nosotros, nos hizo sumamente especiales".

En cuanto a la decoración, no hubo temática como tal, "y si tuviese que decir una diría que otoñal. Teníamos la suerte de que con la finca que elegimos, no había mucho más que añadir, simplemente aprovechar el entorno".

Tras un cóctel largo, llegó la comida en las mesas. "El menú fue merluza a la bilbaína cremosa de ajo asado con su panadera y chips de almendra y ajo frito, y de postre, alternamos dos, lemon pie, merengue de lima, crumble de romero y lemon curd, y sabayone de ricota, cremoso de guisante y crumble de albahaca. En la bodega, vino blanco, José Pariente Verdejo, y tinto, López Cristóbal La Linde del Duero".

Belén y Mario abrieron el baile con la canción de 'Somewhere Only We Know' de Keane.

Como consejo para futuras novias, "es fácil decirlo, pero confiad en vuestros proveedores, ellos se dedican a esto, confiad y todo saldrá bien. Y si no sale, no os va a importar tanto, ese día estaréis una nube".