De la tiara de esmeraldas al diseñador del vestido de novia: todo lo que han tenido en común las bodas de las hermanas Matossian
Con una diferencia de 1 año y 4 meses, las hermanas Sol y Victoria Matossian, nietas de Tessa de Baviera, han celebrado dos bodas similares con mucho en común
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Se sabe que muchas novias, por tradición, heredan piezas familiares que, gracias al paso del tiempo y precisamente, a esa tradición de saltar de mujer en mujer, se convierten en joyas de culto. Una generación tras otra, esas piezas, que pueden ser joyas, como lo hizo Victoria López-Quesada al rescatar la tiara de botones de los Borbones que en su momento llevó su madre, Cristina de Borbón-Dos Sicilias; o prendas, como por ejemplo hicieron Teresa Urquijo y Luisa Bergel al lucir los vestidos de novia de su abuela y madre respectivamente, son protagonistas de sus looks nupciales.
Con una diferencia de 1 año y 4 meses, las hermanas Sol y Victoria Matossian, nietas de Tessa de Baviera (prima segunda del Rey emérito Juan Carlos), han celebrado dos bodas similares con mucho en común. Tanto que van más allá de las joyas y que merecen un análisis en profundidad.
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Hijas del matrimonio formado por Sonia Márquez de Baviera, hija de Tessa, y de Miguel Matossian Osorio, Sol, la primogénita, se casó el 4 de noviembre de 2023 con el empresario sudafricano Nicholas Green, y Victoria, la pequeña de tres hermanos (solo faltaría Miguel, el mediano), este sábado 22 de marzo con el príncipe Cecil von Croy, de origen alemán. Además del árbol geneálogico y de un evidente parecido físico, las hermanas Matossian han compartido varios detalles en sus bodas. Te los revelamos.
La tiara de esmeraldas de Isabel II
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El primer nexo que conecta las bodas de Sol y Victoria Matossian es la tiara. Con flores y esmeraldas, esta pieza del siglo XIX se convirtió en el centro de sus looks. Cumpliendo la tradición familiar, las dos lucieron la diadema familiar compuesta por las seis flores de diamantes y esmeraldas que un día pertenecieron a Isabel II.
Las flores de las que está compuesta la tiara, una de las más valoradas del joyero familiar, pertenecieron a la reina Isabel II. En 1904, la reina María Cristina adquirió los siete broches florales que componen hoy en día la tiara y pidió a la joyería Ansorena que realizaran una estructura de plata para fijarlas a modo de diadema. Además, encargó varias piezas a juego para acompañarla: un par de pulseras, un collar, un broche y pendientes. El lote fue regalado por la reina a su hija, la infanta María Teresa, con motivo de su matrimonio con el príncipe Fernando de Baviera, hijo de la infanta Paz, en 1906. La infanta lució la tiara en actos como el bautizo de la infanta María Cristina en 1911.
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Pero cuando fallece prematuramente, un año más tarde, la tiara llega a manos del infante José Eugenio. Su mujer, Marisol de Messía y Lesseps, lució la diadema de flores de esmeraldas en varias ocasiones, como el Baile de Debutantes de doña Pilar y en una de las recepciones de gala previas a la boda de los reyes Juan Carlos y Sofía. Asimismo, Tessa de Baviera, abuela de la novia, lució la tiara para el baile previo de la boda de la infanta Pilar, y por sus dos hijas, Sonia (la madre de Sol y Victoria) y Myrta, en sus respectivas bodas en 1992 y 1995, según información del investigador David Rato de 'Spanish Royal Jewels'.
Con un único cambio en las joyas, el broche que sujeta las esmeraldas que también llevaron colgando de sus pendientes, Sol más discreto y Victoria más maximalista, de cualquier manera, las dos hermanas han cumplido con la tradición.
El diseñador del vestido de novia
El creador del vestido de novia de Sol y Victoria Matossian es el gallego Jorge Vázquez. Uno de los preferidos por las novias de la jet set y las aristócratas de nuestro país, entre sus trajes nupciales más icónicos está el de Sassa de Osma para su boda con el Christian de Hannover en marzo de 2016, o el de Alessia Samaranch, nieta del fallecido Juan Antonio Samaranch.
Diferentes, cada uno fiel al estilo de cada novia, la autoría apunta al mismo modisto. "Un lujo diseñar vestidos para mujeres increíbles y con tanta personalidad", ha escrito Jorge Vázquez en sus redes sociales.
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La primera en entonar el 'sí, quiero', Sol Matossian, lució un vestido de novia de escote barco, mangas abullonadas rematadas en puños camiseros con botones, bordados botánicos en relieve decorado el eje central y una falda voluminosa en línea evasé de la que brotaba una gran cola. Un velo de tul brotando del recogido completaron el outfit.
Confiando en el mismo diseñador, la benjamina de la familia Matossian Márquez cambió de registro. Conformado por dos piezas, una torera y un vestido, resultó ser una novia muy original. En detalle, la chaqueta, corta y fabricada con un tejido con bordados, iba a juego con el fajín que incluía el traje. El vestido, de escote cuadrado, con tirantes anchos y falda escalonada con varias capas de volantes.
Una finca aristócrata ligada a su familia
Más puntos en común. Tanto Sol y Victoria convocaron a sus invitados en la misma ubicación: finca Soto Mozanaque, propiedad de Ioannes Osorio, primo de su padre. El aristócrata está divorciado de Blanca Suelves, que fue quien ayudó a rentabilizar para bodas y eventos la finca, que se encuentra en el término municipal de Algete. Allí también celebró su blindada boda Victoria López-Quesada, ahijada del rey Felipe, el pasado verano.
Hay que destacar que Ioannes heredó la finca en 1994 y dos años más tarde se casó con la exmodelo Blanca Suelves, y juntos trazaron un plan para rentabilizar los gastos que genera una propiedad de estas características. “La idea de hacer de la finca un lugar de eventos surge de la ilusión”, declaraba Blanca Suelves a este medio explicando aquel momento. “Pensábamos que Soto Mozanaque era una casa que podía reunir las condiciones necesarias para dedicarla a eventos”, añadía.
Hoy es una de las fincas madrileñas más solicitadas para celebrar bodas. Situada a tan solo 23 kilómetros del centro de Madrid, con un salón principal decorado impecablemente por Pascua Ortega, una capilla propia que data de 1918 y una historia que la remonta al siglo XVIII, tiene todos los ingredientes para alcanzar el éxito que ha venido experimentando desde que este proyecto viera la luz.
Del catering a las flores
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Otros proveedores que han compartido son el catering, Ciboulette, y las flores, Aquilea. Con una trayectoria impecable, Ciboulette es hoy el catering por excelencia en la Casa de Alba. No solo sirvió las dos bodas de los hijos del actual duque, la de Fernando y la de Carlos, sino que es imprescindible en las celebraciones organizadas en el palacio de Liria.
Aquilea, más de lo mismo. Marta, Cristina y María Barreiros, las hermanas y socias detrás de Aquilea, son las encargadas de decorar con flores las bodas de la alta sociedad y la aristocracia en nuestro país. De su estudio asentado en la capital, salen los ramos de novia y las composiciones flores que adornan los grandes enlaces cada temporada. La lista de bodas en las que han participado es infinita, pero para situarte, destacamos algunas de las más recientes. La del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo, sobrina de las Barreiros; la de Carmen Gómez-Acebo y Borja Álvarez, la de Ana Sainz, hija del piloto Carlos Sainz; o la de Victoria López-Quesada y Enrique Moreno de la Cova.
Se sabe que muchas novias, por tradición, heredan piezas familiares que, gracias al paso del tiempo y precisamente, a esa tradición de saltar de mujer en mujer, se convierten en joyas de culto. Una generación tras otra, esas piezas, que pueden ser joyas, como lo hizo Victoria López-Quesada al rescatar la tiara de botones de los Borbones que en su momento llevó su madre, Cristina de Borbón-Dos Sicilias; o prendas, como por ejemplo hicieron Teresa Urquijo y Luisa Bergel al lucir los vestidos de novia de su abuela y madre respectivamente, son protagonistas de sus looks nupciales.