Ingrid Asensio y Fernando Sanz nos abren su álbum familiar: del multitudinario enlace a finales de los 90 a sus bodas de plata
La boda de Ingrid Asensio y Fernando Sanz se convirtió en uno de los acontecimientos sociales del verano de 1997. 25 años después, el matrimonio celebró en familia sus bodas de plata
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La historia de amor de Ingrid Asensio, que dejó de ser presentadora de televisión para trabajar en la empresa familiar, y Fernando Sanz, exfutbolista del Real Madrid e hijo del presidente del club, Lorenzo Sanz, no empezó con una cena a la luz de las velas, ni en una escapada romántica, sino… ¡Por una broma telefónica! Ingrid lo recuerda bien.
"Una tarde estaba con mi amiga Laura en su casa y, como a ella le gustaba mi cuñado Lorenzo, decidió llamarle. Sin embargo, fue su hermano Fernando quien cogió el teléfono. Yo ni le conocía. En ese momento mi amiga me pasó el auricular apresuradamente y, siguiendo con la broma, me hice pasar por francesa, le dije que me llamaba Anne Marie, y cosas así. Él flipaba, claro. Al momento le dijimos que era una broma y que nos disculpara, pero, por lo visto, le hizo gracia porque me invitó a verle en un partido del Real Madrid B, donde él jugaba. Aunque ni siquiera le ponía cara, acepté", cuenta Ingrid Asensio.
"Por suerte, un día antes de aquel partido, Fernando llamó a mi amiga para preguntarle si queríamos ir las dos a su casa a ver unas películas que había alquilado. Fuimos y ya esa noche… Me encantó. A los dos días quedamos para ver un Madrid-Barcelona en el Bernabéu y desde entonces no nos hemos separado. Tras un noviazgo de un año y ocho meses, nos casamos. Ambos teníamos 23 años", añade.
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"Debido a la agenda deportiva de Fernando, en ese momento, él ya jugaba en Primera División, nos casamos a final de temporada y elegimos un lunes 30 de junio y la iglesia San Jerónimo el Real en Madrid. Con su retablo del siglo XIX y adornada con siete grandes centros cuajados de liliums blancos, peonías holandesas y margaritas, resultaba espléndida" recuerda la novia.
La ceremonia religiosa fue oficiada por el sacerdote Julián Esteban Serrano. El novio, aparentemente tranquilo, llegó al templo a las ocho menos cuarto de la tarde con el pelo engominado, elegantemente vestido con el clásico chaqué y el espectacular reloj de esfera oscura que Ingrid le regaló en la pedida. Le acompañaba su madre y madrina, María Luz Durán, que, además de una gargantilla de brillantes, llevó un traje con sobrefalda de gasa rosa malva y chaqueta brocada creado por Rosario Díaz, la misma diseñadora que diseñó los looks de las hermanas del novio, Mari Luz y Diana.
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Una hora y cuarto después llegó la novia a bordo de un espectacular Rolls-Royce blanco acompañada por su padre y padrino, Antonio Asensio, presidente de Antena Televisión y Grupo Z, y de sus hermanas Jessica y Jennifer. Entretanto, multitud de gente se agolpaba a la puerta de la iglesia desde primera hora de la tarde para no perder detalle del paso de los novios y los invitados.
"Aquel día no estuve muy nerviosa. Mi padre lo estaba mucho más que yo. Cuando subíamos juntos la escalinata de Los Jerónimos, me apretaba la mano y me decía: "Tranquila, que todo va a salir bien". Ahora que él ya no está, me doy cuenta de lo afortunada que fui porque me acompañara al altar y viviese conmigo aquel momento único", dice Ingrid. El hermano de Ingrid, Antonio, también se mostró muy emocionado.
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La novia cruzó la nave central de la iglesia bajo los acordes de la marcha nupcial de Mendelssohn y, durante la liturgia, se escucharon obras de Mozart, Schubert, Albinoni, Frach y Torelli interpretadas por el coro de San Jerónimo el Real dirigido por el padre Yubero. "Es cierto que hubo una barbaridad de gente, muchos compromisos, muchas amistades, pero también fue una boda muy de verdad. Lo que más nos importaba era sentir cerca a nuestras familias y amigos y compartir con ellos aquel día tan especial".
Tras el enlace, los novios se dirigieron al Club de Campo para disfrutar de un cóctel y una cena servida por el Casino de Madrid. Allí les esperaban sus invitados, entre los que se encontraban futbolistas del Real Madrid como Fernando Hierro o Predrag Mijatović, las actrices Concha Cuetos y Concha Velasco, Bertín Osborne, Manuel Campo Vidal y María Rey, Nieves Herrero y la marquesa de Samaranch, entre otros. Chantal Asensio, madre de la novia, destacó con un vistoso modelo de Valentino en tonos verdes y azules, con chaqueta brocada en dorado. "En principio quisimos celebrarlo en el Hipódromo, pero hubo una huelga, amenazaron con piquetes… y, a un mes de la boda, nos quedamos colgados. Por suerte, el Club de Campo nos sacó del apuro y resultó genial".
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Se instalaron dos carpas enormes en el Club de Salto; una para el banquete, con maravillosas lámparas de araña, y otra, para la fiesta. Las mesas redondas se vistieron con manteles de hilo, vajillas clásicas y vistosos centros de flores. Del menú se encargó un chef entonces desconocido: Paco Roncero. "Fue un banquete muy peculiar porque había una mesa 'Megatrix', otra 'Farmacia de guardia', otra 'Menudas estrellas', una de jugadores de baloncesto, otra de fútbol... Un lío genial".
En la fiesta, y tras abrir el baile con el vals 'El Danubio azul' de Strauss, no faltó el pop de los 80’ y los 90’, canciones de Frank Sinatra, Mecano, rock de Queen y hasta algo de flamenquito. "En la fiesta, Concha Velasco nos cantó 'La chica yé-yé; Los de Río nos regalaron una canción personalizada y nos interpretaron 'Macarena' y también actuó el grupo Pignoise con Álvaro Benito. Además, contamos con un DJ y un grupo de música que cantó en directo. Lo pasamos genial". Al día siguiente iniciamos nuestro viaje de novios: Nueva York, San Francisco, Los Ángeles y las Islas Fiji. ¡Fue fantástico!".
Mangas abullonadas y un polisón
"Quería un traje de corte sencillo, con el que me viese bien con el paso de los años y no tardé nada en decidirme. De hecho, hoy volvería a casarme con el mismo vestido", apunta nuestra protagonista. El elegido fue un traje de inspiración romántica confeccionado en raso de seda salvaje, un vestido obra de la diseñadora Chus Basaldúa. Con escote barco decorado con ondas, iba ajustado en el talle hasta la cintura de la que salía un polisón corto con pequeños bordados idénticos a los que adornaban las mangas, desde el codo hasta la muñeca. Precisamente fueron las mangas, ligeramente afaroladas en los hombros, y la amplia cola de tres metros, los detalles que aportaron el equilibrio perfecto al look.
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"Siempre tuve claro que quería ir velada, me parece un detalle elegantísimo para una novia, y elegí un tul bordado con encaje de chantilly que me cubría el rostro hasta la cintura y se sobreponía hasta el final de la cola. Como accesorios, unos zapatos de salón forrados del mismo tejido que el vestido y un bouquet de rosas blancas, mi flor favorita. Durante la celebración lo lancé al aire y lo recogió mi cuñada Diana, que se casó al año siguiente", recuerda Ingrid.
Del peinado se encargó el estilista Leonardo y tardó hora y cuarto en realizarlo. Un recogido alto de línea imperio con bucles, adornado con botones de azahar y rematado por una trenza en la nuca. El maquillaje lo realizó Álvaro Gutiérrez con tonos pastel en las mejillas, sombras de ojos en tonos castaños y apenas un toque de brillo, sin color, en los labios.
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Como únicas joyas, la novia eligió "un anillo y unos pendientes diminutos con un solo brillante que me prestó mi madre y la pulsera de oro amarillo y brillantes que me regaló Fernando en la petición de mano".
25 años después
Para celebrar sus bodas de plata, Ingrid y Fernando decidieron organizar una espectacular fiesta en La Borda del Mentidero de Madrid que duró hasta altas horas de la madrugada, en la que destacaron cuatro invitados muy especiales: sus hijos, Ingrid, Fernando, Valeria y Alexia, "que vivieron aquel día contentísimos y superemocionados", recuerda su madre.
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Ingrid puntualiza que "no quería casarme otra vez ni renovar los votos. Nosotros ya estamos casadísimos. Pero sí quisimos hacer una fiesta bonita con nuestras familias y amigos para celebrar aquel día tan especial".
Los novios impusieron un dress code: ellas, de largo y ellos, con esmoquin y pajarita. Ingrid, por su parte, lució un espectacular y ajustado vestido blanco con los hombros descubiertos diseñado por su amiga Vicky Martín Berrocal, y Fernando, un esmoquin negro. ¿Un detalle especial? Los novios fueron retratados en vivo y en directo por un talentoso artista que plasmó sus caras sobre un lienzo allí mismo.
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A punto de cumplir 28 años de casados, nuestra pareja protagonista sigue tan unida como aquel día de verano. "La pareja perfecta sí existe. Todo consiste en quererse y respetarse mucho", apunta Ingrid. "Nosotros hemos tenido la suerte de construir una vida juntos y estamos encantados". Fernando Sanz tampoco duda en ensalzar su matrimonio: "Es raro ver ya parejas que hayan durado más de 20 años. Nosotros, por suerte, ya llevamos 27, somos abuelos y estamos cada vez más enamorados". ¿Qué más se puede decir?
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