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Vacas gordas para Gabilondo
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Vacas gordas para Gabilondo

Corren buenos tiempos para Gabilondo. Tiempos de palmaditas en la espalda a la salida del trabajo; tiempos de buena cosecha; tiempos de laureles que recuerdan otros

Corren buenos tiempos para Gabilondo. Tiempos de palmaditas en la espalda a la salida del trabajo; tiempos de buena cosecha; tiempos de laureles que recuerdan otros tiempos. Decía nuestro amigo Lord Byron que “el mejor profeta del futuro es el pasado”, y visto lo visto llevaba más razón que un santo. ‘Gabi’ vuelve a ser lo que otrora llegó a ser, esto es, la clave maestra del grupo Prisa. Algunos dirán que el de San Sebastián jamás había perdido esos honores, pero cuesta creer que una pieza que se considera indispensable para el funcionamiento de todo el aparato sea cuestionada hasta el punto de obligarla a desojar la margarita de la discordia: “Me voy, no me voy, me voy, no me voy...”

Se quedó. Se quedó en Cuatro porque los grandes gerifaltes del conglomerado confiaban en él, porque hay unas Generales a la vuelta de la esquina y porque los viejos roqueros nunca mueren. Aunque ahora otros hilos aparte del ideológico le unen a la cadena. Por fin los resultados acompañan. La audiencia que ve a Gabilondo ha experimentado un crecimiento exponencial desde el inicio de su andadura en Cuatro. Sin ir más lejos, el pasado lunes batió su record absoluto con un 9,2% de cuota de pantalla, acercándose al millón y medio de espectadores que lo vieron en aquellas emisiones experimentales del comienzo, beneficiadas por el ‘factor expectación’.

Lo del lunes no es un hecho aislado. Esta temporada el informativo cabalga muy de vez en cuando por encima de la media de la cadena, algo que no ocurría la pasada campaña. La audiencia parece responder a las infinitas modificaciones que ha sufrido el formato en este par de años, porque cualquier espectador medianamente avezado se habrá percatado de que poco o nada queda ya del Gabilondo de los inicios, obligado a reinventarse de cuando en cuando para permanecer vivo.

Apenas le han dejado un espacio propio de dos minutos al inicio del noticiario para que se desahogue soltando alguna soflama fundamentalista; para que haga periodismo de homilía. Y hay que decir que se le llena la parroquia, porque durante ese par de minutos, los únicos en los que Iñaki puede ser él mismo, los espectadores acuden en romería al cuarto canal del espectro radioeléctrico, convirtiendo esa sección en una de las más vistas del informativo. Está comprobado que la gente demanda doctrina, aunque la receta del especialista obligue a dosificar extremadamente la dosis.

Las modificaciones surten efecto

Probablemente una de las razones que explica el incremento de la audiencia de Iñaki es el cambio de horario de su informativo, que se emite desde el mes de septiembre a partir de las 20:30 horas (antes 21:00 h.). Otras modificaciones han resultado igualmente positivas, como la incorporación de Silvia Intxaurrundo para agilizar el ritmo del espacio o el establecimiento de un bloque deportivo de extensa duración presentado por Lama y Carreño, más conocidos como ‘los Manolos’. Aunque sin duda una de las mejores armas de ‘Gabi’ para rebañar adeptos es la información política, en la cual hace poco se apuntó un tanto con la sentencia del 11-M y la caída de ‘la teoría de la conspiración’.

Sea por lo que fuere, el hecho es que el Ave Fénix resurge de sus cenizas. Atrás han quedado dos años de sinsabores presentando un informativo que le ha traído por la calle de la amargura. A él y a los muchos profesionales de la casa que habían dudado de sus posibilidades como comunicador televisivo.

Parece que sus resultados actuales están callando muchas bocas. Desde la cadena afirman: “La credibilidad y el prestigio de una firma como la de Gabilondo recaba el aplauso de la audiencia después de dos años de intenso trabajo”. Sin embargo, en los albores del proyecto hubo voces contrarias a su fichaje por la cadena de televisión del grupo Prisa. Profesionales que no veían en un periodista de sesenta años la mejor baza para liderar un proyecto de espíritu joven como Cuatro. Por no hablar del sesgo ideológico que supone su figura. Y sesgo es una palabra que dicha tres veces en el epicentro de una cadena generalista puede provocar un seísmo de intensidad 9,5 en la escala Richter.

De momento no ha habido lugar para mucho terremoto. Y si hubiese ocurrido, habría sido para bien. “La permanencia de Gabilondo en la cadena es incuestionable”, dicen altos cargos. A ver quien se atreve a echar ahora a alguien que cuenta con el inestimable apoyo de la audiencia, dios televisivo por excelencia. En la ‘caja tonta’ las cosas funcionan así; uno gana un par de puntos de share y ya le miran de otra manera. Por eso, y sólo por eso, corren buenos tiempos para Gabilondo. Tiempos de vacas gordas.

Corren buenos tiempos para Gabilondo. Tiempos de palmaditas en la espalda a la salida del trabajo; tiempos de buena cosecha; tiempos de laureles que recuerdan otros tiempos. Decía nuestro amigo Lord Byron que “el mejor profeta del futuro es el pasado”, y visto lo visto llevaba más razón que un santo. ‘Gabi’ vuelve a ser lo que otrora llegó a ser, esto es, la clave maestra del grupo Prisa. Algunos dirán que el de San Sebastián jamás había perdido esos honores, pero cuesta creer que una pieza que se considera indispensable para el funcionamiento de todo el aparato sea cuestionada hasta el punto de obligarla a desojar la margarita de la discordia: “Me voy, no me voy, me voy, no me voy...”