¿Cuántas horas ven sus hijos la televisión?

Dejar a los niños ver la televisión demasiado tiempo les puede causar más daño que beneficio. Esa conclusión se desprende de una revisión de numerosos estudios al respecto realizado en todo el mundo. Según los expertos referidos en esta revisión, publicada en la edición de enero de Acta Paediatrica, los padres han de ser quienes limiten la cantidad de televisión que sus hijos ven, especialmente antes de cumplir los dos años.

Así, tal y como afirma el profesor Dimitri A. Christakis, que encabeza el equipo que de Investigación dedicado a la infancia de Seattle en la Universidad de Washington, esta recomendación debería extenderse también a los vídeos y DVD que los niños ven y cuyos efectos sobre su desarrollo y educación se están investigando. Este profesor es el encargado de la revisión realizada sobre 78 estudios publicados en los últimos 25 años en diferentes países.

Son los padres quienes han de estar informados de los efectos que la televisión puede tener sobre los pequeños de la casa, pero este experto insiste en no dejar a los niños solos ante el televisor. Según una encuesta recogida en el Acta Paediatrica en 2007, realizada sobre una muestra de 1.000 familias estadounidenses, un 29% dejaba que sus hijos vieran televisión porque pensaban que era “bueno para su cerebro”.

El profesor Christakis, que investiga el efecto que la televisión tiene en el desarrollo del lenguaje o en las habilidades cognitivas de los pequeños, insiste en que no hay estudios hasta la fecha que demuestren los beneficios asociados del visionado de televisión a una edad temprana. Más bien todo lo contrario, ya que en las conclusiones presentadas por Christakis, de dos estudios realizados en Estados Unidos se desprende que los niños menores de 12 meses que veían más de dos horas de televisión diarias eran seis veces más propensos a retardar el tiempo de aprendizaje lingüístico y podían mostrar una dificultad en el desarrollo de las habilidades nemotécnicas.

Para el equipo de investigación de este profesor estadounidense el problema radica en el ritmo audiovisual. Al parecer, la exposición a la publicidad, las luces brillantes, los cambios de escena y los cortes en los sonidos pueden ser perjudiciales, en especial porque la televisión en muchos casos reemplaza otras actividades más importantes para el desarrollo del niño, como pueden ser jugar o interactuar con sus padres.