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Luján: "No hay que poner en evidencia al programa porque no se casen al final"
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Luján: "No hay que poner en evidencia al programa porque no se casen al final"

Luján Argüelles dejó este miércoles su papel de Bruján para volver a convertirse en celestina en la tercera edición de ¿Quién quiere casarse con mi hijo?

Luján Argüelles dejó este miércoles su papel de Bruján para volver a convertirse en celestina en la tercera edición de ¿Quién quiere casarse con mi hijo? Los tróspidos de la tele volvieron con algunas novedades: una embarazada como pretendiente y un padre como la suegra de su hijo.

La que no cambia es su presentadora. Luján Argüelles ya es la dueña de este nuevo modelo de hacer televisión y así lo ha demostrado en otros formatos parecidos como Granjero busca esposa o Un príncipe para Corina. Cuando esta edición no hace más que comenzar, la presentadora ya tiene en sus manos ¿Quién quiere casarse con mi madre? Y la segunda edición de Un príncipe para… De momento, se centra en sus tróspidos, a los que se les puede ver cada miércoles a las 22:30 horas.

¿Luján o Bruján?

En realidad no es algo que tú aportas, sino en lo que ellos te convierten. Ellos hacen una forma de televisión en la que montan, editan de una forma mágica. Sorprenden al público en todo momento y yo sigo como siempre. Lo hacen tan bien. Me llamaban Bruján en el equipo y me propusieron llamarme así en el programa. A mí ya me da igual lo que hagan conmigo. Dicen que hay que trospidear, pero es que a mí no me parece gracioso. La gente se lo pasará genial.

Sin embargo, cada vez se te ve más cómoda en estos programas

Yo ya llevo muchísimo tiempo, tengo mucha confianza con el equipo. Yo estoy en un momento personal de mucha tranquilidad, de sentirme bien. Todo influye, si estás cabreado con el mundo o no.

¿Hay miedo a quedarte estancada en estos programas?

No, no, no. Yo no creo en nada de eso. Confío plenamente en que Mediaset y Cuatro entenderán cuándo es el momento de parar y dar un paso adelante. Si no sucede así me quedaré en una esquina y me reinventaré. El estancamiento no viene determinado por las cosas que haces, sino por cómo afrontas esa situación.

¿Y cómo va la grabación de ‘¿Quién quiere casarse con mi madre?’?

Terminando. Siempre tardamos más o menos un mes. En este caso un poco menos porque este programa es un apéndice de ¿Quién quiere casarse con mi hijo?

¿Cómo ves a los participantes de esta edición?

Yo me lo he pasado mejor que nunca. El grupo de madres y padre se ha unido. La llegada de Armando ha sido muy buena. Los chicos son muy diferentes, más que nunca. El estilo es muy dispar.

¿No te da pena que ninguna historia de amor termine de calar?

Yo no entiendo muy bien esto porque yo miro a mi alrededor y tengo mil amigos que rompen. Ahora mismo estamos en un momento en el que analizamos la televisión con una lupa, con un nivel de aumento que ya es esquizofrénico. Ellos se lo han pasado bien, eso es lo importante. No podemos pedir responsabilidades a Mediaset, a Cuatro Cabezas y a la presentadora porque lo dejan. Yo soy de las que piensa que lo importante de ¿Quién quiere casarse con mi hijo? es tener la sensación de lo bien que te lo has pasado cuando termina el programa. ¿Qué queremos poner en evidencia con que no se casen al final del programa?

¿Te atreverías a participar en algún docurreality de este estilo?

Yo sí. Yo me lo pasaría genial pero sería la gran mentira. Soy una obrera del amor.

¿El programa funcionaría igual sin ti?

Sí, seguro. No es un programa en el que tenga tanto peso. El programa es del equipo. A lo mejor se enamora más de lo que realmente es el presentador.

¿Cuándo tienes el primer contacto con los participantes?

Aquí todo llega hecho. Yo les encuentro cuando están grabando el vídeo de presentación. A algunos les conozco incluso en la gala. Ha habido ocasiones en las que el director prefiere que me vean justo en ese momento para ver esa sensación de nerviosismo. A mí eso no me gusta porque están muy tensos.

¿Te sienta mal que se rían de ti en el montaje final?

Yo ya, después del puto pato ya todo vale. Son risas entre nosotros. Nos lo pasamos genial grabando. A veces dudo de que los espectadores lo vayan a entender porque es nuestro lenguaje.

¿Y cómo se lo toman los concursantes?

Algunos cuando ven el montaje alucinan. No eres consciente de ti mismo. Yo me río mucho cuando me veo y pienso que no pueden ser más capullos. Hay que tener un sentido del ridículo muy grande. Ellos tienen una gran capacidad para hacerlo.

¿Este programa ha marcado un antes y un después en tu carrera?

Al final, yo lo vivo con normalidad. Me encantaría decir que es la mejor experiencia, pero es que es mi trabajo. Si funciona o marca un antes y un después, me alegro. Pero para mí es un trabajo.

¿Y te gusta el mundo de la actuación después de hacer estos programas?

Yo respeto muchísimo el resto de profesiones, en este caso de los actores. Cada uno tiene su trabajo y sabe qué tiene que hacer y cómo lo tiene que hacer. Me han propuesto cosas, pero no. De ahí a ser actriz, no.

Luján Argüelles dejó este miércoles su papel de Bruján para volver a convertirse en celestina en la tercera edición de ¿Quién quiere casarse con mi hijo? Los tróspidos de la tele volvieron con algunas novedades: una embarazada como pretendiente y un padre como la suegra de su hijo.

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