Jesús Vázquez: "Si me divirtiese, no rechazaría presentar un programa del corazón"

La Voz es, a estas alturas, un éxito consolidado. El talent show que supuso la revelación televisiva de la temporada pasada se ha convertido en un programa que sienta en sus casas a millones de espectadores cada lunes por la noche. Sería ingenuo pensar que el hecho de que Jesús Vázquez conduzca el programa no tiene nada que ver con ese triunfo. Tras la emisión del primer programa, su propio presentador hace un balance positivo del mismo y en sus palabras se nota su implicación en el producto: “Ya lo había visto editado y locutado, pero volviéndolo a ver pienso realmente que en esta ocasión nos hemos superado. La factura del programa es intachable, gracias a los profesionales que lo hacen. Se me saltaron las lágrimas viéndolo”, dice Vázquez en declaraciones a Vanitatis.

Los del programa han vuelto con nuevos elementos como los ‘robos’ y en mitad de una competencia feroz en la que Isabel podría ser la reina que los destrone del liderazgo de audiencia. Jesús es consciente de ello, pero prefiere no obsesionarse: “Isabel es una serie de éxito y sabíamos que era el día más difícil de la semana. Pero prefiero estar centrado en lo que yo hago y no en lo que hacen los demás”. Parece que esa labor es más agradable cuando los compañeros de grabación son personas como David Bisbal o Rosario, con la que comparte una afinidad generacional que traspasa los márgenes de la pequeña pantalla: “Ella y yo pertenecemos a la misma generación; una generación más alocada, menos ‘light’ que la de ahora, dicho con todo el cariño. Yo en el ochenta, con 15 años, tenía ganas de comerme el mundo. Estábamos viviendo la primera luz de la libertad y la democracia tras una época muy oscura. Ella y yo no éramos íntimos pero solíamos encontrarnos siempre por el camino. Tengo mucho vínculo con su familia y me siento un privilegiado por ello”.

Como él mismo dice, Jesús Vázquez y Telecinco forman un matrimonio que dura ya más de dos décadas, que ha tenido sus crisis y sus vaivenes, pero nunca ha llegado al divorcio. “La cadena es mi madre profesional. Ellos fueron los que me dieron mis primeros programas de éxito. Es mi casa, donde he crecido profesionalmente. Además, tengo el orgullo de decir que soy el más veterano, porque no queda ya casi nadie de los inicios de Telecinco. Eso sí, no soy el más viejo”, asegura entre risas.

Y en todos esos años, la ‘cadena amiga’, su hogar profesional, ha sido para muchos uno de los emblemas de la llamada ‘telebasura’, un término que a Jesús le produce urticaria y con el que no está muy de acuerdo. “Yo reivindico todo tipo de televisión. Me parece genial que el dueño del mando a distancia sea el que decide lo que quiere ver. Además, ¿quién acota el término ‘basura’? También hay basura en algunos programas de información”. Otro tópico de nuestros días equipara la ‘basura televisiva’ a los programas del corazón, un formato en el que, a priori, cuesta imaginar a alguien con su perfil amable. Sin embargo, es inevitable preguntárselo: ¿Presentaría Jesús Vázquez un programa sobre información rosa? “Nunca me han ofrecido un programa del corazón, pero si me lo ofreciesen tengo muy claro que nunca se puede decir ‘de esta agua no beberé’. Si me divirtiese y me sintiese cómodo, no diría que no a un programa de esas características. Además, hay muchas formas de enfocar ‘el corazón”.

Sea como sea, Jesús Vázquez no se arrepentiría de presentar ningún tipo de formato, ya que, según dice él mismo, son los “golpes” los que ayudan a crecer. Tan cierto es que piensa que los errores hacen crecer que ni siquiera lamenta su ya lejana aventura como cantante o algún escarceo con otras cadenas en las que finalmente no encontró su lugar: “Si pudiese pedir un don que no tengo, sería el de la voz. Ojalá tuviese alguna de las voces que escucho en mi programa”. Y, como confiesa él mismo, tal vez cantaría si todo formase parte de una broma o de un momento televisivo con humor. Lo importante para él, al fin y al cabo, es divertirse. Y seguramente esa sea la clave de su éxito.