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Los Goya de Preysler, la pajarita mal puesta de Pablo Iglesias y la fan intrusa de Alborán
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gala de los goya 2016

Los Goya de Preysler, la pajarita mal puesta de Pablo Iglesias y la fan intrusa de Alborán

Estrellas del corazón, del cine y de la política se juntaron en una noche dedicada al cine español. En noches como esta, España mezcla lo imposible y nos deja el buen sabor de una buena sesión de cine

Foto: Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler
Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler

Con enamorados. Así empezaba una gala en la que las estrellas patrias interpretaban el mítico 'El día de los enamorados’ con tanto fulgor amoroso como el de Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, pareja estrella de la noche gracias a la invitación del Nobel, que entregaba premio al mejor guión y que parecía tan apresurado por pasar de largo por la alfombra roja como una Preysler que, de ganar un Goya, este debería ser al mejor posado, porque la señora Llosa posa como nadie, como bien saben todos los actores a los que este medio preguntó por el cabezón que debería ganar la 'socialite'. Todos ellos, desde Inma Cuesta a Silvia Abascal, respondían que "el de la elegancia". La menos diplomática fue María León, que no tenía muy claro qué había de bueno en aquello de nominar a la viuda de Boyer a algo. ¿Quizá Isabel tenía tanta prisa por irse de la alfombra roja por el miedo de que alguien le preguntase por Lorca, por ‘La novia’ o por nombres como Berlanga, Azcona o Mariano Ozores, el homenajeado de la noche? ¿Es cinéfila Isabel? Hasta ahora lo que sabíamos es que le pirran las series.

La noche iba de estrellas como Isabel y Mario, y de también de esas que resplandecen en la gran pantalla. Tiene mérito llamarse Isabel Preysler y hacerle sombra a esos grandes del séptimo arte como Juliette Binoche o Tim Robbins, que en sus encuentros con la prensa fueron corteses y contestaron no pocas preguntas sobre la cultura española, el jamón español y, claro está, el cine español. Nominada la una por ‘Nadie quiere la noche’ y el otro por ‘Un buen día’, poco podían decir ante las limitaciones lingüísticas con el inglés de los compañeros periodistas (yo tampoco me libro de utilizar algo más que el típico "How are you?").

Hubo estrellas y hubo políticos. La más querida, por cierto, una encantadora Manuela Carmena. Pero si hubo una protagonista inesperada antes de que comenzase la gala esa fue una adolescente. Nadie sabía su nombre, ni se la había visto jamás, pero pocos olvidarán su cara y sus gritos cuando, en mitad del caos de flashes y micrófonos, logró burlar la seguridad y colarse dentro del Hotel Auditorium para darle un abrazo a su ídolo, un Pablo Alborán que vio cómo la canción que interpreta para ‘Palmeras en la nieve’ se iba con premio. Muy majo Pablo, de los que más, a decir verdad. Aguantando estoicamente cada chillido, cada amago de desmayo (incluso entre los propios periodistas) que se producía delante de sus cotizadas narices, el ‘chico de oro’ de la música actual española desfiló por la alfombra con humildad y serenidad. La misma que exhibió una Penélope Cruz que parece haber tomado nota de los dardos envenenados que durante años ha tenido que soportar por no hacer demasiado caso a los medios españoles. ¡Hay que ver cómo están los ‘mass media’!, que diría otra chica Almodóvar, la Chus Lampreave de ‘Hable con ella’.

Hoy por hoy, Pe encandila y poco se le puede reprochar a su belleza serena y a una dulzura que contrasta con otros ‘maestros’ de la simpatía forzada como Dani Rovira, que todavía se estará preguntando por qué muchos han dejado de verle como el chico majo y sanote de ‘Ocho apellidos vascos’ (o catalanes). Ese chico parece que sólo exista en la pantalla, ya que Rovira no se esforzó demasiado en eso de complacer a la prensa que lo esperaba a pie de alfombra, quizá por aquello de lo mal que le puede haber sentado a uno que lo critiquen por confesar que le molesta hacerse ‘selfies’ con fans.

Looks para perder la cabeza

Muchos no dudan en hacerse la foto fan de turno e incluso son tan tiernos que dan ganas de apretujarles. Ese fue el caso de Pajares y Esteso, la pareja favorita de esta noche de enamorados cinéfilos, novias y bodas de sangre. Ellos nunca lo estuvieron, pero verles juntos para estar presentes ante la entrega del Goya de Honor de Mariano Ozores fue el plus enternecedor que necesitan unos premios como estos. Quién lo iba a decir… de la teta y los bikinis de ‘Pepito Piscinas’ a despertar suspiros de ternura tardía. Y lo cierto es que tanto el uno como el otro iban perfectamente conjuntados en lo que al estilo se refiere. Ni rastro de aquellas hombreras y aquellos calentadores ochenteros.

Nada que objetar a aquellas estrellas cuyos 'looks' se bastan y se sobran para que se las pueda catalogar como tal. Que se lo pregunten a Victoria Abril, que se presentó con vestidazo de colorines, con unas gafas de sol y un pelucón pelocho que haría temblar a la mismísima Reina Virgen. Tampoco se quedaba atrás el modelito 'Angelina Jolie’ que se marcó Úrsula Corberó. Su pierna al aire hizo que muchos quisiesen ser el Velencoso que gozó de sus encantos durante bastante tiempo.

Pero eso sí, la madre de todos los 'looks', de todos los desaciertos estilísticos, la marcó Pablo Iglesias. Atentos a la explicación del líder de ‘Podemos’ para comentar el por qué llevaba una pajarita mal colocada en lugar de una corbata medianamente digna. "Se lo prometí a Resines", dijo ante una pléyade de cámaras y redactores desesperados por sacarle unas palabra al 'podemita' después de haber visto pasar entre bastidores a Albert Rivera y a Pedro Sánchez, mareados ya de contestar acerca de tanto pacto y tanto gobierno.

Lo de la pajarita era tan rocambolesco como el inglés con el que Dani Rovira se dirigía a Juliette Binoche o Tim Robbins. ¡Pero qué más da! Quizá es porque de eso es de lo que debemos sentirnos orgullosos, de nuestra naturalidad de anuncio de Campofrío, de un eclecticismo capaz de aunar a los ‘Pepitos Piscinas’ de Pajares y Esteso y a las Preysler que posan hiper estiradas junto a Premios Nobel, de mezclar el ardor lorquiano con la sobria humanidad del perro Truman. Ese es el valor de nuestras estrellas, de nuestros actores y de un cine español del que, reconozcámoslo, estamos plenamente enamorados. Con ayudas políticas o sin ellas, somos como el Fernando Esteso que soñaba con la rubia de turno, y eso se tiene que notar en noches como esta, en las que nuestra querida España, esta España nuestra, mezcla lo imposible y nos deja el sabor de una buena sesión de cine.

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Con enamorados. Así empezaba una gala en la que las estrellas patrias interpretaban el mítico 'El día de los enamorados’ con tanto fulgor amoroso como el de Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, pareja estrella de la noche gracias a la invitación del Nobel, que entregaba premio al mejor guión y que parecía tan apresurado por pasar de largo por la alfombra roja como una Preysler que, de ganar un Goya, este debería ser al mejor posado, porque la señora Llosa posa como nadie, como bien saben todos los actores a los que este medio preguntó por el cabezón que debería ganar la 'socialite'. Todos ellos, desde Inma Cuesta a Silvia Abascal, respondían que "el de la elegancia". La menos diplomática fue María León, que no tenía muy claro qué había de bueno en aquello de nominar a la viuda de Boyer a algo. ¿Quizá Isabel tenía tanta prisa por irse de la alfombra roja por el miedo de que alguien le preguntase por Lorca, por ‘La novia’ o por nombres como Berlanga, Azcona o Mariano Ozores, el homenajeado de la noche? ¿Es cinéfila Isabel? Hasta ahora lo que sabíamos es que le pirran las series.

Isabel Preysler Mario Vargas Llosa Silvia Abascal
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