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Conchita Wurst, el escaparatista que enamoró a Europa con su barba y su voz
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los orígenes de la vencedora de eurovisión

Conchita Wurst, el escaparatista que enamoró a Europa con su barba y su voz

Una gran voz y un look especial. Esas han sido las armas del 'drag' para alzarse con la victoria en el Festival de Eurovisión 2014

Foto: Austria recibe con honores a Conchita Wurst (EFE)
Austria recibe con honores a Conchita Wurst (EFE)

Una gran voz y un look especial. Esas han sido las armas de Conchita Wurst para alzarse con el triunfo en el Festival de Eurovisión 2014. Tal ha sido su éxito que a muchos españoles, siempre críticos con el proceder del certamen, les ha parecido menos malo que, por una vez, no sea nuestra representante la ganadora. Sin embargo, tras la llamada ‘mujer barbuda’ existe toda una historia llena de dificultades. En realidad, Conchita se llama Thomas, un joven de veintitantos años que ha intentado subirse al difícil carro de la música desde hace años.

En 2006, por ejemplo, Thomas Wurst participó en Starmania, un programa de cazatalentos de la televisión austríaca. Allí ya quedó en segunda posición y demostró el potencial de su voz. Su look, sin embargo, era radicalmente opuesto al que le ha llevado a triunfar en Eurovisión: un joven moreno con cara aniñada, pelo corto y hacia arriba en el que nadie habría reconocido a la futura Conchita. Por aquel entonces era simplemente un escaparatista que soñaba con encontrar su lugar en el, cada vez más complejo,mundo de la música. Eso fue lo que le llevó a anticiparse a la moda de las 'boy bands' fundando una que no tuvo demasiado éxito y que apenas duró unos meses.

placeholder Conchita Wurst con su premio por ganar el Festival (EFE)

El mundo de los discos, los conciertos y los pentagramas le pareció entonces un empeño del que desistir, ya que, por aquel entonces, estudió duro para graduarseen la Escuela de moda de Graz en 2011 y parecía que, por mucha voz que tuviese, había pocos dispuestos a escucharla. Sin embargo, el joven Tom apostó por mezclar su talento con una imagen rompedora. La clave fue dejar la barba y travestirse. También utilizar una canción icónica como el My heart will go on de Celine Dion. Ambos atrevimientos formaron parte de su participación en el programa Die Grobe Chance. A partir de ese momento, ya era Conchita Wurst y el jurado del concurso se lo premió otorgándole una sexta posición. En 2012 llegó a quedar segundo en la preselección eurovisiva para el festival de ese año.

Después, la televisión siguió siendo su forma de ganarse la vida a la espera de que los cazatalentos se fijasen en ella. Los trabajos más duros de Austria fue el reality más sonado de cuantos participó, ya que tuvo que hacer labores en una piscifactoría. Sin embargo, fue desde el anuncio de su candidatura para representar a Austria en el festival de este año cuando todo cambió. El ministerio de Bielorrusia recibió una petición para que la emisora estatal BTRC no emitiese la actuación de Conchita en el certamen por pensar que incitaría “a la sodomía”. Gran ironía y gran paradoja, ya que Wurst pasa por ser uno de los personajes que más abogan por la tolerancia y la libertad individual en las redes sociales.

Precisamente por la polémica nadie pensaba que, gracias a la canción Rise Like a Phoenix, Conchita se convertiría en la ganadora de Eurovisión 2014 y no sólo eso, sino en un fenómeno sociológico que ya ocupa docenas y docenas de páginas en la prensa del domingo posterior al certamen. La gran incógnita es si ese revuelo viral durará y asentará la carrera de esta artista que tuvo que cambiar su exterior para que los demás apreciasen todo lo que llevaba dentro.

Una gran voz y un look especial. Esas han sido las armas de Conchita Wurst para alzarse con el triunfo en el Festival de Eurovisión 2014. Tal ha sido su éxito que a muchos españoles, siempre críticos con el proceder del certamen, les ha parecido menos malo que, por una vez, no sea nuestra representante la ganadora. Sin embargo, tras la llamada ‘mujer barbuda’ existe toda una historia llena de dificultades. En realidad, Conchita se llama Thomas, un joven de veintitantos años que ha intentado subirse al difícil carro de la música desde hace años.

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