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Anochece en Viena para Edurne; Suecia vuelve a ganar el Festival
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Anochece en Viena para Edurne; Suecia vuelve a ganar el Festival

España tuvo que sufrir los numerosos “partidos de tenis” entre los países escandinavos y del este, que se intercambiaban las mayores puntuaciones

En el Festival de Eurovisión 2015, al final, no pudo ser, y no fue porque la representante española, Edurne, no echara toda la carne en el asador para resplandecer con una actuación que fue, quizá, de las mejores de este sábado noche a nivel artístico y vocal. Otra vez, España tuvo que sufrir los numerosos “partidos de tenis” [directo de la gala] entre los países escandinavos y del este, que se intercambiaban las mayores puntuaciones. Nuestro país consiguió 15 puntos situándose en el puesto número 21 de la clasificación general. Únicamente Moldavia, Montenegro, Azerbaiyán, Israel, Portugal, Rusia, Suiza y Francia nos dieron puntos, siendo la del país vecino la mayor puntuación con 5.

Mans Zelmerlow triunfó con su Heroes en el Stadthalle de Viena, lo que demostró que la edición número 60 de Eurovisión ha evolucionado en gustos musicales. Ya no sólo vale presentar una buena canción y una performance singular. Ni tan siquiera hace falta tener una buena voz. Los efectos especiales encima del stage, más cerca de una producción para un videoclip que de una actuación en directo, le valió a Suecia el primer puesto del podio eurovisivo, disputándoselo casi hasta el final con Rusia, país con el que se fue turnando a la hora de encabezar esa interesante carrera que nos mantuvo en vilo gran parte de la puntuación. “No importa quiénes seamos o quiénes amemos... Todos somos héroes”, dijo un emocionado Zermerlow al saberse ganador. El joven suma para su país la sexta victoria.

 

A million voices, de Polina Gagarina logró una segunda posición con 303 puntos, seguida de una Italia que sacó pecho con los jóvenes Il Volo y su Grande Amore, que aportó el único toque de fusión moderna dentro del podio principal de los tres primeros.

Australia celebró, como si hubiera ganado la final, un honroso quinto puesto con 196 puntos, recibiendo en varias ocasiones los 12 grandes. El más significativo: los que provinieron del país anfitrión, Austria, que fueron celebrados ampliamente, y los 10 procedentes del país hermano, Reino Unido.

Hubo países que se saltaron la norma geopolítica como Irlanda, ya que sus 12 no fueron para Reino Unido sino para Suecia. Este último país, en vez de votar a los países limítrofes como ha hecho en otras ocasiones, se los dio al país invitado, Australia.

Significativo fue el último puesto de Austria y Alemania, que no consiguieron sumar puntos, aunque según la tradición no hubo nada nuevo, ya que el país anfitrión a menudo tiene que sufrir por el mero hecho de serlo pese a presentar una buena propuesta musical, como ocurrió en el caso de los austriacos The Makemakes con su I am Yours.

Edurne no cree en la maldición de Eurovisión

A pesar del inesperado resultado, Edurne tuvo fuerzas para atender a los medios de comunicación al término de la gala, con la sonrisa y fuerza que la caracterizan: “tranquilos, estoy satisfecha y muy contenta con el trabajo que hemos realizado. Lo hemos dado todo al 200 por cien durante varias semanas y con eso me quedo”, aseguró. La cantante española confesó que siempre se veía ganadora aunque “había muy buenas propuestas y Suecia ha sido digno ganador”, pero que en ningún momento se imaginaba el puesto número 21. “Esperaba estar más arriba, y recibir puntos de países que no nos han dado”. Aún así, la vida sigue para Edurne: “hay vida más allá de Eurovisión”, afirmaba convencida, añadiendo que no cree “en la maldición de Eurovisión”. Después de descansar durante unos días del intenso trabajo realizado hasta ahora, un nuevo Amanecer le espera a Edurne, que publicará su próximo disco el 16 de junio, en el que incluirá el tema eurovisivo en versión acústica.

 

Los Big Five, penalizados (salvo Italia)

Italia ha sido el único de los cinco países vip de Eurovisión que no se ha salvado de la habitual ‘caza de brujas’, pero no corrieron la misma suerte Alemania, que quedó en el puesto 26 con 0 puntos, Francia en el 25 con 4 puntos, o España, con 15 en el puesto número 21. Posiciones que sin embargo no hablan de malas propuestas, a juzgar por las críticas y apuestas de los días anteriores, pero sí del factor “político” de Eurovisión: los que quedan al final de la tabla se arriesgan a no volver a Eurovisión, situación que en este caso no se dará por contar con el privilegio de ser parte de los Big Five.

Un espectáculo al servicio de la TV  

Fuegos artificiales, luces que emulaban bosques, Conchita Wurst que aparecía en volandas, besos más largos de lo normal, un zapato lanzado al vacío, un selfie cenital y muñecos que interactuaban con el cantante sueco. Incluso agua hecha de luces de leds. Estos han sido los ingredientes de la edición número 60 de Eurovisión celebrado en la ciudad de Mozart, donde tampoco han faltado alusiones a la música clásica, sobre todo en el espectacular comienzo de la final, en el que los niños cantores de Viena han tenido un protagonismo especial, demostrando que lo clásico aún puede emocionar en pleno siglo XXI. Hecho que después se corroboró con la actuación de los italianos y su ópera pop, que quedó en un tercer puesto.

El de este año ha sido un gran espectáculo en el que la ganadora del año pasado, Conchita Wurst, tuvo un protagonismo especial, quizá algo más recargado que respecto a otras ediciones con sus respectivos ganadores. La pudimos ver como Barbie voladora al principio de la gala mientras cantaba uno de sus nuevos temas, como presentadora en la Green Room, midiendo el pulso y el corazón a los 27 países participantes y también emocionada, entregando la corona de su reinado al sueco Mans Zelmerlow.

Omnipresente pero querida, fue una de las artistas más ovacionadas durante toda la gala, aunque quizá también porque fue la más vista: llegó a cantar hasta dos canciones de su último disco, Unstoppeable. Un título que enlaza muy bien con las últimas palabras que pronunció en la final de Eurovisión antes de llegar a la puntuación: “hemos mandado un mensaje muy bonito esta noche a la gente de respeto a la gente”, dijo, emocionada y después de explicar la gran experiencia vivida durante el año pasado gracias a su victoria en el certamen.

Este sábado por la noche se ha demostrado por qué Eurovisión es el festival musical más importante del mundo, el que reúne cada año a más de 195 millones de espectadores frente al televisor. También se ha demostrado porqué Australia era una digna propuesta para entrar en un festival que cada vez extiende sus fronteras más allá de la propia Europa, a pesar de las bromas en redes sociales en la que situaban al país de los canguros en el Océano Atlántico. Incluso de las mismas presentadoras, que vacilaban ante la idea de dar la bienvenida a China en un futuro. Sin embargo, también se ha demostrado que Eurovisión necesita, probablemente, una revisión en el sistema de puntuación con el objetivo de que los factores geopolíticos no influyan de manera excesiva en las posiciones de aquellos vecinos que engordan su tablero de puntos en función de los vecinos que tengan, o de los puntos que den a determinados países.

 

En el Festival de Eurovisión 2015, al final, no pudo ser, y no fue porque la representante española, Edurne, no echara toda la carne en el asador para resplandecer con una actuación que fue, quizá, de las mejores de este sábado noche a nivel artístico y vocal. Otra vez, España tuvo que sufrir los numerosos “partidos de tenis” [directo de la gala] entre los países escandinavos y del este, que se intercambiaban las mayores puntuaciones. Nuestro país consiguió 15 puntos situándose en el puesto número 21 de la clasificación general. Únicamente Moldavia, Montenegro, Azerbaiyán, Israel, Portugal, Rusia, Suiza y Francia nos dieron puntos, siendo la del país vecino la mayor puntuación con 5.

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