'OT 2017': así vivimos la gala de Eurovisión en el plató (y lo que las cámaras no vieron)

Los espectadores eligieron este lunes, 29 de enero, a Amaia y Alfred como representantes españoles en el Festival de Eurovisión 2018 con el tema 'Tu canción', una propuesta intimista que conquistó también al público presente en el plató de 'Operación Triunfo', entregado a los artistas, a quienes acompañó con las linternas de sus teléfonos móviles creando así un ambiente mágico que sin duda traspasó la pantalla.

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Entre ese público, Vanitatis, convocados desde las 21:00 horas en las instalaciones de Terrassa para no perderse una preselección que se pronosticaba reñida entre 'Almaia' (como así se denomina a la pareja seleccionada) y la pareja formada por Aitana y Ana Guerra con 'Lo malo'. Hora y media antes de la grabación recibíamos las instrucciones del animador de público, quien ponía todo de su parte para que todos viviéramos una noche especial "haciendo televisión".

Y digo ponía todo de su parte porque el susodicho tenía que lidiar con el entusiasmo de los presentes, perdidos en debates sobre qué propuesta tendría más posibilidades en Eurovisión, qué canción era más pegadiza y quién merecía ganar el concurso; un asunto que se decidirá en tan solo siete días.

En el plató se aprecian detalles que no capta la cámara y que ayudan a entender el éxito de la edición

La gala arrancó pasadas las diez y media de la noche, cuando los cinco finalistas entraron en el plató para entonar su himno, 'Camina', entre gritos de sus numerosos fans. Las voces se entremezclaban entre quienes apoyaban a Amaia y a Aitana, con gritos de "guapo" para Alfred, de "Bikina" para Ana Guerra y de "cuerpazo" para Miriam. Así daba comienzo una velada eterna que, pese a la efusividad de Roberto Leal, pecó de lenta, de falta de emoción y de estiramiento, con exceso de actuaciones y muy poco riesgo en las puestas en escena (si esto se vivió así en plató, donde había mayor 'emoción', no me quiero imaginar en casa).

Una tras otra fueron sucediéndose las actuaciones, pero desde Vanitatis queremos contaros todo aquello que no se vio en pantalla pero que enriqueció la experiencia de vivir la televisión por dentro; cuatro pequeños detalles que bien ejemplifican el espíritu de la edición y bien pueden ayudar a entender el por qué del éxito del programa.

Compañerismo

Todos y cada uno de los concursantes se arroparon durante las tres horas de gala, pero no solo antes y después de cada actuación, valoración o veredicto del público con sus votos, sino también durante cada interpretación. Los chicos se contagiaban del ambiente festivo del plató con cada tema, levantándose, aplaudiendo y bailando con sus compañeros, con sus amigos.

Amaia rompió el hielo con el dueto entre Miriam y Agoney, incapaz de estar quieta en el sofá, pero pronto el resto fueron metiéndose más y más tras con cada propuesta, sobre todo en el caso de la gallega, quien sin duda vivió con mayor pasión cada canción, entonando las letras e incluso esbozando pasos de las coreografías.

Roberto Leal, entregado

Si los concursantes se arrancaban a bailar cuando las canciones lo pedían, ni qué decir que Roberto Leal fue el más entregado a la fiesta. Suyos fueron los mejores pasos de baile, totalmente entregado al perreo durante 'Lo malo' y 'El remedio'. El duelo de baile que se marcó con Roi hace unas cuantas galas se quedó en nada frente a los movimientos de cintura de esta noche.

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Roberto se ha ido soltando con el devenir de la edición, y en esta gala de Eurovisión lo dejó patente desde el principio: bromas con el público, selfies, bailes, guiños al jurado... Leal se encuentra muy cómodo en el formato y eso se transmite, tanto a los espectadores como a los participantes, estableciendo una conexión, un vínculo, que hace crecer al talent show.

Química entre concursantes

Este vínculo se hizo todavía más palpable con la visita de los exconcursantes para homenajear a los dos temas españoles ganadores de Eurovisión, 'La la la' y 'Vivo cantando'. Cepeda irrumpió en el escenario y llevó al éxtasis a Aitana, quien difícilmente podía contenerse al tener a su gran amigo a escasos metros. La joven vibró de emoción y aunque no pudo abrazarle, ambos se intercambiaron mensajes mientras el gallego se despedía, siendo el último en abandonar el plató enviándole todo su cariño y apoyo a juzgar por las palabras que se podían leer en sus labios.

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Algo similar, aunque en menor medida, se produjo con Mireya y Miriam, quienes más efusivas se mostraron en el segundo reencuentro de la noche, o Roi con sus 'sisters', para quienes tuvo el detalle de "hacer una formación" en directo. Sin desmerecer, por supuesto, a Raoul, quien también aprovechó su tiempo en el escenario para lanzar besos, guiños y miradas a sus compañeros y.... ¿especialmente a Agoney?.

Autenticidad

Esta generación ha logrado reconectar con el gran público gracias a su inocencia, a su naturalidad y a su espontaneidad; unos aspectos que quedaron patentes una vez más esta noche. Miriam fue uno de los máximos exponentes de ello, mostrándose más vulnerable que nunca al derrumbarse en el tramo final de la gala. Ya descalificada, con el sueño de ir a Eurovisión truncado, la joven se deshizo en lágrimas en brazos de Agoney, quien la apretaba contra su pecho tratando de darle consuelo. Mucho se ha acusado a Miriam de fría, pero con gestos como este demuestra que, nada más lejos de la realidad y que por encima de todo es auténtica.

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Al igual que Amaia, quien fruto de su cambio de vestuario se perdió la actuación de la 'leona gallega'. La pamplonica tardó más de lo habitual en ponerse el traje con el que interpretaría 'Tu canción', por lo que no pudo disfrutar de 'Lejos de tu piel'. Amaia estuvo ausente y no dudó en disculparse con Miriam posteriormente, pese a no tener la culpa de las "cuestiones del directo".

Por último, y como resumen de todo lo anterior, nada más que ver la reacción de todos al proclamar a 'Almaia' como representante de España en Eurovisión. El equipo no dudó en hacer piña en torno a los jóvenes, compartiendo con ellos la felicidad y la euforia del momento, en armonía con un público que caminó unido junto a quienes ya siente como sus niños.