Ni una estupenda Nina salva a 'Pura magia' del desastre en su segunda temporada

TVE apostó por la segunda temporada de 'Pura magia' como una de sus grandes ofertas para la temporada estival, y lo hizo con la incorporación de Nina al jurado como una de sus grandes novedades (y reclamos). Sin embargo, y pese a que la que fuera directora de la academia de 'Operación Triunfo' brilla con luz propia, es incapaz de salvar al programa del desastre.

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Nina se introdujo a sí misma como una persona "con media vida a sus espaldas en el escenario" y, por lo tanto, capacidad para juzgar el desempeño de los diferentes concursantes sobre el mismo. Pese a que para ella es "un honor formar parte del equipo", la cantante dejó claro desde el inicio que no tiene ni idea de magia, pero precisamente por ello se lució especialmente.

Nina valora como lo haría cualquier espectador, haciendo así cómplice al público con un jurado con el que de otro modo no conectaría

"Va a ser una magnífica juez porque todavía no tiene la mirada deformada de ver magia", apuntaba Anthony Blake al comienzo del programa, y así fue, porque Nina derrochó ilusión ante cada truco como si de una niña pequeña se tratase: "Nunca querría saber cómo se hacen estos trucos porque quiero sentirme así de niña siempre. Me encanta", explicaba ella misma tras una de las actuaciones.

"Es espectacular", "me ha encantado", "tiene una gestualidad preciosa", "qué magnetismo"... Nina valoraba a cada participante como lo haría cualquier espectador, permitiendo así al público sentirse más identificado con un jurado con el que de otro modo resultaría imposible conectar, gracias también a no perder nunca esa amplia sonrisa que le caracteriza, incluso cuando tiene que hacer críticas constructivas a lo magos más torpes. Nina disfruta con su trabajo y eso traspasa la pantalla.

Anthony Blake, un juez que causa rechazo

"Es una parte importante de este jurado por la inocencia que aporta. Tiene la mirada limpia". Con estas palabras repetía Blake la importancia de la presencia de Nina en el la mesa de jueces, precisamente todo lo contrario a lo que él aporta al programa. Anthony se ha propuesto ser una versión prepotente de Risto Mejide, y lo ha conseguido tras enfrentarse en varias ocasiones tanto a los concursantes como al público y al presentador.

Anthony Blake se presenta por ello como el gran obstáculo para 'Pura magia', ya que causa rechazo en todas y cada una de sus intervenciones. El jurado, lejos de disfrutar de quienes quieren seguir sus pasos, se pasa la entrega con la mirada agria, el rictus serio y la lengua afilada para machacar a todos cuantos se cruzan en su camino.

"No me cuentes tu vida", "no hables más, no te dejo" o "no tienes derecho a explicarte" son sus frases favoritas, dejando claro que no ha entendido que una crítica constructiva, aunque contudente, resulta más enriquecedora tanto a nivel televisivo como formativo, ya que al final y al cabo 'Pura magia' es una escuela de magos. Los participantes están ahí para aprender y, aunque muchas veces no le falte razón, las formas hacen que cause rechazo.

Poco nivel en los concursantes

La virtud de la magia es sorprender al espectador con cada truco, captar la atención desde el inicio y dejar al público con la boca abierta con la resolución. Esta premisa, lamentablemente, pocas veces se cumple con los concursantes de esta segunda temporada. El nivel ofrecido en este arranque no es el deseado para un programa de prime time de estas características, con trucos una y mil veces vistos que hacen que el factor sorpresa sea inexistente.

Esto resulta más chocante al tener en cuenta el precedente de 'Got Talent España', formato que, pese a ser un concurso de variedades, ha demostrado el gran talento que hay en nuestro país en el terreno de la magia. Varios son los magos que han cautivado al espectador con su innovación en el escenario de Telecinco, algo que contrasta con el nivel demostrado en esta primera entrega en un programa específico para expertos en la materia.

A 'Pura magia' hay que exigirle mucho más que convertir varitas en palomas, cortar a ayudantes por la mitad o cambiar objetos de mano. El programa vive anclado en el pasado, con un enlatado acelerado que no ayuda a conectar con los aspirantes. No es de extrañar que ni siquiera la maga Nina sea capaz de salvarlo del desastre.