Modesto Lomba: "Queda mucho Elio Berhanyer para rato"

Los vecinos del número 19 de la calle Fortuny andan tristes y afligidos estos días. En su centenario edificio, uno de los couturiers más importantes de España, junto a Balenciaga o Pertegaz, albergaba su atelier. Elio Berhanyer abría sus puertas a modelos, miembros de la realeza, famosos y periodistas, con el mismo gesto y la misma sonrisa día tras día. Se sentían orgullosos de acoger bajo sus casas la maison de un costurero sensacional, “y mucho mejor persona”, en palabras del señor que se encarga de las labores de portería. No lo hará más. De momento.

El cordobés se ha visto obligado a cerrar su estudio. Ya no suena ni el teléfono. El adiós podría haber sido mucho más mayestático, sin duda, como se merecía. Lo ha intentado todo, para que Paco, quien es sus oídos en ocasiones, Conchita y el resto de trabajadores siguieran adelante con el proyecto, junto a él a la cabeza. Pero no ha podido ser. Las razones no atienden a, como apuntan algunos medios, que no se haya sabido adaptar a las nuevas tendencias ni, obviamente, por expreso deseo. “No es un fracaso de Elio, sino que es una mala gestión de su soporte financiero, Artesanos Camiseros”, dice Modesto Lomba, diseñador y presidente de la Asociación de Creadores de Moda de España.

Sin embargo, lejos de lo que se pueda pensar, Elio no se ha venido abajo. Seguirá trabajando en la moda y sus amigos y compañeros de profesión, que le han apoyado en todo momento, están convencidos de que remontará el vuelo. “Es una gran persona, trabajadora como pocas, con valores. Estoy convencido de que Elio Berhanyer volverá ser una realidad”, dice Modesto. Sus amigas,  la duquesa de Montarco o la infanta Margarita de Borbón también están con él. Saben que no es la primera vez que el diseñador de la reina Sofía, Ava Gardner, Cyd Charisse y otros miembros de la realeza, estrellas de Hollywood y personajes de la beautiful people de la capital se enfrenta a una situación similar.

Recientemente en una entrevista con Vanitatis, afirmaba que durante la etapa de Franco los costureros que hacían alta costura tuvieron que someterse a un impuesto del 60 % sobre el bruto de las ventas que terminó con el cierre de todos los talleres de haute couture en nuestro país. Elio Berhanyer demostró su tesón y determinación. Abandonó la técnica que domina a la perfección para hacer prét- a-porter. Y aquella decisión no contribuyó a ensombrecer su leyenda. Todo lo contrario. Se despidió de las sesiones con Irving Penn y editores de Vogue y Harper’s Bazaar venidos expresamente desde el otro lado del charco con resignación, pero con buen ánimo. Y lo mismo hizo cuando se encaprichó en realizar una antología de alta joyería llamada 'Las Joyas de la Alhambra'. Tuvo que vender su colección de coches antiguos, pero presume de sus joyas en cuanto tiene ocasión.

Al igual que ahora. “Para mí el trabajo es el mayor amor de mi vida, porque me da más alegrías que disgustos. Voy a trabajar hasta que me vaya al castillo de Irás y no volverás. ¿Qué voy a hacer sin trabajar si los sábados y domingos me muero del aburrimiento?”, contó hace unos meses. Sus dos hijos nunca han sentido la llamada de la moda, como la sintió su padre. “Eso no es motivo suficiente para que se pierda la firma. Mira Pedro del Hierro. Son marcas que con el paso del tiempo se revalorizan. Y estoy convencido de que Elio Berhanyer va a relanzar lo que tanto esfuerzo le ha costado construir. Él es así. Pongo la mano en el fuego”, finaliza Modesto.  El diseñador cordobés de momento vive volcado en su Cátedra de Moda Elio Berhanyer en su Córdoba natal ayudando a jóvenes diseñadores. Más de sesenta premios avalan su trayectoria, plagada de éxitos y grandes historias de amistad. Queda Elio para rato.

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