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La última locura de Adrià: el Bulli se convierte en fundación para potenciar la creatividad
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GASTRONOMÍA

La última locura de Adrià: el Bulli se convierte en fundación para potenciar la creatividad

Estar a la vanguardia durante 25 años no es fácil. Tal vez, lo más cómodo para Ferran Adrià hubiera sido mantener su restaurante, El Bulli, -que,

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La última locura de Adrià: el Bulli se convierte en fundación para potenciar la creatividad

Estar a la vanguardia durante 25 años no es fácil. Tal vez, lo más cómodo para Ferran Adrià hubiera sido mantener su restaurante, El Bulli, -que, pese a haber sido el mejor del mundo durante cinco años, no es rentable-  y vivir plácidamente. El año pasado, ya fue nombrado el cocinero más influyente de la década, ¿qué más podría pedir? Pero Adrià siempre quiere más, y esta vez  su mente inquieta le ha llevado a embarcarse en una nueva aventura junto a sus socios, Albert Adrià y Juli Soler.

Se trata de una fundación sin ánimo de lucro que rienventará el espacio en que ahora se asienta el Bulli (Cala Montjoi, a 177 kilómetros al norte de Barcelona) y lo convertirá en una laboratorio de ideas en el que la libertad será la máxima norma. Y, además, ubicado en un conjunto de edificios ecológicos y sostenibles construidos con las últimas tecnologías.

Adrià ha presentado este nuevo proyecto este martes en la mayor feria gastronómica de España, MadridFusión, invitando al arquitecto Enric Ruiz-Geli, responsable del proyecto, a explicarlo. Sorpresa dentro de la sorpresa, ¿un arquitecto en una feria de cocineros?

Ruiz-Geli ha intentado explicar un insólito proyecto que se basa en una “arquitectura de partículas” y se convertirá en una “bola de información” similar a la nube de información que representa internet. Para ello se construirán tres nuevos espacios cerca del actual restaurante, que se queda como está. Todos tranquilos, las míticas 25 plazas de El Bulli se quedan como están.

Eso sí, la parte de arriba de el actual edificio se convertirá en un archivo de documentos en el que se preservarán los 50 años de investigación gastronómica del establecimiento de Girona.

Uno de los edificios de nueva construcción que surgirán a su alrededor será un “ideario” con salas para brainstorming (tormenta de ideas) cuya forma se asemeja a la de cinco embudos boca abajo cubiertos por una red, o al menos eso es lo que se adivina de la presentación de un proyecto realmente difícil de imaginar por su originalidad.

Por último, habrá un gran espacio que Adrià y Ruiz-Geli han llamado “experiences”, es decir, “lugares donde pase algo”, que necesariamente estarán diferenciados de las cocinas “porque se cocina en un sitio y se piensa en otro”, asegura Adrià. Allí acudirán profesionales de otras disciplinas como la publicidad o la filosofía que podrán aportar otros puntos de vista y nuevas ideas al equipo de Adrià, que estará formado por los actuales trabajadores de El Bulli (unas 45 personas) y su taller de cocina ,más y por unos 15 becarios que colaborarán con el proyecto.

Tu trabajo es pensar

La filosofía de la fundación , una y otra vez machacadas por Adrià en la presentación es “libertad creativa”, y para conseguirla en estos espacios “no habrá muros ni seguridad, ni horarios, ni reservas ni rutinas”. Lo único que habrá será “riesgo, libertad y creatividad”.

Si no es ya un restaurante, si no es tampoco un taller culinario, si es algo más que un edificio sostenible y que una fundación sin ánimo de lucro… ¿qué es entonces la Bulli Foundation? “Es una locura de la que no hay referencias en el mundo”, afirma rotundamente Adriá, orgulloso de su proyecto, feliz con su desarrollo.

Esta “locura” lo es también a nivel arquitectónico. “El sueño es que un árbol sea el jefe de energía de un edificio”.  El idealismo de Adriá ha contagiado a Ruiz-Geli, que ha diseñado un conjunto arquitectónico orgánico y vivo” que aspira a alcanzar “emisiones cero”. Para ello, para que los árboles de Cala Monjoi “hablen”, instalarán todo tipo de sensores (de salinidad, humedad, CO2,…) que les indicarán las condiciones óptimas de conservación y producción de energías.

“Tendremos comida, investigación, paisaje y arquitectura como una única cosa”. Esta nueva transformación de El Bulli es, como dice Adriá, una más de todas las “decisiones incoherente” que se han tomado allí a lo largo de los años, como la de cerrar seis meses al año, la de no abrir al mediodía o la de eliminar la carta. “Nadie entendía estas cosas en su momento y mira lo que pasó con El Bulli”, se defiende el chef.

La semilla de esta nueva idea, la Bulli Foundation, que terminará de germinar en 2014, comenzó a gestarse ya en 2004. Por aquel entonces Adrià se puso a reflexionar y se dio cuenta de que “no funcionaba” el formato de El Bulli como restaurante. “si queríamos seguir creando, ese formato no valía. Era todo demasiado previsible, necesitábamos nuevos estímulos, mayor libertad”, recuerda.

También necesitaban presión para no dormirse en los laureles. Y la mejor forma de trabajar presionados que se les ha ocurrido es retransmitir en tiempo real todo lo que pase en la BulliFoundation a través de internet. No serán nuevas recetas todos los días, ni siquiera originales y sorprendentes trucos de cocina, pero seguramente serán muchas de las ideas más vanguardistas en gastronomía que surjan en los próximos años.

Con toda la tecnología necesaria a su servicio, con un equipo capaz de todo, con un jefe que da alas hasta el punto de que pagará a su equipo su sueldo normal hasta que en 2014 abra la fundación ¿quién se niega a intentar  cualquier cosa? Sin normas, arriesgándose, la cocina del futuro nacerá en la Cala Monjoi a partir de 2014.

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Ferrán Adriá