Trucos para poner normas y límites a tus hijos

En ocasiones parece que todo el mundo tiene muy claro cuál es la mejor manera de educar, cómo conseguir ser el progenitor perfecto de un niño feliz. Sin embargo, la realidad demuestra que esto no es fácil, cada instante es importante, cada enseñanza cala en los más pequeños y encontrar el equilibrio en ocasiones no es sencillo.

Tendemos a centrarnos en los momentos divertidos, llevarles al parque y dejarles que jueguen, leerles cuentos y compartir un instante único, planear escapadas pensando en que se lo pasen bien o descubrir rincones del mundo pensados para ellos. Educar es mucho más y todos los sabemos, y una parte importante es aprender a ponerles normas y límites.

¿Qué son los límites?

Los límites son las estructuras que marcan las pautas a seguir, que enseñarán al niño a vivir en ser responsable, respetuoso y vivir en sociedad. Nos permiten enseñar conductas, proteger y transmitir valores, pero establecerlos y, sobre todo, mantenerlos, no siempre es una tarea sencilla.

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Deben ser consensuados con la pareja y compartidos con todas las personas que convivan con el niño o cuiden de él. También es importante tener en cuenta al propio niño, estas normas son para ellos la manera que tendrán de desarrollar su personalidad, su autonomía y sus capacidades, pensados para empatizar con el menor.

Los límites son siempre necesarios en la formación de los más pequeños, “Primero de todo porque a nivel personal nuestros hijos necesitan que se les marquen unas normas”, explica en la web de El Teu Espai (Centro de psicología y logopedia) la psicóloga Victoria Montoro, experta en psicología especializada en Infanto-Juvenil. “Las normas y los límites generan seguridad y protección, y así podrán integrarse mejor en nuestra sociedad y protegerlos de riesgos futuros; además, la convivencia será más pacífica en el hogar”.

Les marcan el camino, les señalan dónde es seguro y dónde está el peligro, sin ellos, son los propios niños quienes tienen que trazar ese camino y carecen de herramientas para ello, crecerían sin la sensación de seguridad que necesitan.

“Está claro que a los niños no les gustan los límites, se sienten frustrados y eso les hace mostrarse enfadados y de mal humor, pero eso no quiere decir que no los deban experimentar”, explica el Dr. Álvaro Bilbao, neuropsicólogo, psicoterapeuta, doctor en psicología y formador en disciplina positiva, en su página web. “Al contrario; los estudios son muy claros al respecto. Una exposición adecuada a los límites, guiada por adultos tranquilos que saben gestionar sus propios límites, es la mejor forma para que el niño aprenda a dominar el difícil arte de gestionar su propia frustración de forma positiva”.

Trucos para poner límites y normas

Es importante que los mensajes que les mandemos sean claros y concretos, explicando qué conductas queremos que tenga, por ejemplo, establecer que queremos que ‘se porte bien’, no es suficiente, pues para el niño no está claro en qué consiste esto. Las normas tienen que ser claras y sencillas, y no centradas en el niño y su actitud, sino en la conducta.

A la hora de establecer normas hay que ser consecuente. Hemos establecido las normas y también las consecuencias de saltárselas, conviene recordárselas y, sobre todo, mantener nuestra palabra. Evitar ceder es clave, sobre todo cuando hemos establecido una norma que creemos esencial (y que creemos que el niño puede cumplir). Si cedemos, le acostumbramos a que pueda cambiar lo que quiera.

Lo que sí que podemos y conviene que hagamos, es establecer alternativas. No debemos ceder, pero sí podemos ofrecer otras opciones e incluso negociar un poco, proponiendo una alternativa que también nos parezca aceptable.

Es mejor emplear frases positivas, porque los niños reaccionan mejor a ellas y, una de las partes más complicadas de todo esto, hacerlo de manera tranquila y firme, pero con un tono serio y no negociable. Si nos mostramos alterados, es probable que ellos igualen este estado de ánimo, complicando la situación.

“Los límites firmes conllevan información clara sobre cuáles son las normas y qué esperamos de la conducta de nuestros hijos; los niños que se educan con límites claros saben lo que queremos porque se lo decimos con claridad”, establece Katia Aranzabal, Psicóloga infantil y juvenil. “Las palabras coinciden con nuestros actos, se toman en serio lo que les decimos y saben que tienen que colaborar cuando se lo pedimos. Por todo ello, la comunicación con ellos mejora y no cuestionarán tanto nuestros límites”.

Los límites evolucionan con el pequeño, las normas que se establecen para un niño de cinco años no serán las mismas que para un preadolescente, sin embargo, hay cosas que se mantienen, como la empatía hacia tu hijo, dejar claras las consecuencias y que se cumplan, o mostrarte firme a la hora de establecer los límites, siempre con respeto y con la posibilidad de negociar.