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Miedos en la infancia, por qué se producen y consejos para ayudarles
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SUPERVIVENCIA

Miedos en la infancia, por qué se producen y consejos para ayudarles

El miedo es normal en la edad adulta, cuando podemos racionalizarlo, pero también en la etapa infantil, durante la que no sabemos cómo enfrentarnos a ello

Foto: Miedos en la infancia. (Unsplash/Charlein Gracia)
Miedos en la infancia. (Unsplash/Charlein Gracia)

Durante muchos años de evolución, el miedo han estado ahí para ayudarnos a sobrevivir y aunque ahora los riesgos sean menos, estos siguen siendo útiles para el desarrollo y seguridad de los más pequeños. Tienen una parte positiva, ayudan a ser precavidos, pero también una que no lo es tanto, provocan sentimientos y emociones negativas.

En los adultos, suele ser habitual racionalizar esos miedos, emplear la lógica para relativizarlos y no dejar que interfieran en nuestras vidas; los niños no tienen esa capacidad, por lo que los miedos infantiles suelen ser motivo de preocupación en edades tempranas. Conviene señalar que estos miedos son completamente normales, aunque esto no hace que sean menos angustiosos para ellos.

placeholder Miedos en la infancia. (Unsplash/Daiga Ellaby)
Miedos en la infancia. (Unsplash/Daiga Ellaby)

“En cierto modo, el tener miedo, es algo adaptativo para nuestra especie, ya que cumple con una función de supervivencia ante diferentes situaciones de peligro”, confirman los expertos de la Clínica de Especialidades Médicas Moma. “La mayoría de los miedos suelen ser ‘normales’ en ciertas edades y evolucionan hasta desaparecer conforme el niño va madurando”.

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Tipos de miedos infantiles

Desde la psicología se suelen distinguir tres tipos de miedos infantiles. En primer lugar, encontramos los miedos normales, que también se conocen como miedos adaptativos, estos “son proporcionales a los peligros a los que se enfrentan los niños y sin los cuales no se podría sobrevivir (meter los dedos en un enchufe, cruzar la calle sin mirar, acercarse a determinados animales…)”, explican desde el Centro de Psicología Alejandra García Pueyo.

placeholder Miedos en la infancia. (Unsplash/Vanessa Serpas)
Miedos en la infancia. (Unsplash/Vanessa Serpas)

Conforme el niño crece van surgiendo otro tipo de miedos, que reciben el nombre de miedos evolutivos. “Van apareciendo en función de la edad del niño y de su maduración neuropsicológica, deberían ir desapareciendo progresivamente. El manejo inadecuado de estos miedos da lugar a las fobias”.

Precisamente las fobias son el tercero de estos miedos, “irracionales o excesivos, que generan malestar, sufrimiento y frustración en el niño y en sus padres, que suelen afectar a su vida personal, social y escolar. Son miedos que no desaparecen por sí solos”. Para superar las fobias suele ser necesaria la ayuda de un profesional.

Miedos característicos de cada etapa

Como señalábamos antes, en función de la edad se suelen tener miedos que van desapareciendo y que son comunes en la mayoría de los individuos. Durante el primer año de vida, los miedos más frecuentes son a los estímulos intensos, ruidos fuertes o personas desconocidas. Entre los dos y los seis años esto cambia, y es habitual que tengan miedo de animales, tormentas, oscuridad, catástrofes o seres fantásticos (brujas, fantasmas… les cuesta distinguir entre realidad y ficción).

placeholder Miedos en la infancia. (Unsplash/Kelly Sikkema)
Miedos en la infancia. (Unsplash/Kelly Sikkema)

De los seis a los 12, aparece el miedo al daño físico, heridas, inyecciones, también el miedo al ridículo o al fracaso escolar, y a las desavenencias entre los padres. Desde los 12 a los 18 se pierde el miedo al daño físico y aparece el miedo al rechazo y al fracaso, a hacer el ridículo, la pérdida de autoestima.

Cómo aparecen estos miedos y cómo afrontarlos

La mayor parte de estos miedos están relacionados con la evolución habitual de los más pequeños, aparecen y se modifican conforme cambian, crecen y aprenden. No obstante, hay más factores que pueden provocar la aparición de estos miedos, tal y como recogen en la Clínica de Especialidades Médicas Moma.

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Miedos en la infancia. (Unsplash/Ana Klipper)

La familia juega un papel determinante, “el niño aprende patrones observando a sus padres, hermanos u otra persona del entorno. Debido a esta interacción, el niño habitualmente puede manifestar los miedos y emociones negativas de la persona modelo. En ocasiones, las instrucciones verbales negativas que podemos darle a nuestros hijos sobre una situación o estimulo concreto, pueden generar e iniciar un temor. Por ejemplo: ‘si te portas mal va a venir el coco’”.

Unas veces los miedos surgen de un aprendizaje directo, como el miedo a no poder respirar en el caso de un niño asmático; otras, se debe a experiencias traumáticas, como accidentes, malos tratos o la muerte de un ser querido.

De la mano del Centro Psicológico Loreto Charques, nos llegan algunos consejos para apoyar y ayudar a los más pequeños a enfrentarse a esos miedos. “Es necesario respetar y aceptar su miedo, quitarle importancia o minimizar el valor que tiene para él nos alejará de sus emociones. No hay que criticarle, burlarnos o castigarle por su miedo”, explican sus expertos.

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Miedos en la infancia. (Unsplash/Limor Zellermayer)

Así, lo mejor es “ayudarle a que exprese su miedo, descubrir qué hay realmente tras este y que es lo que teme, permitir que se desahogue y hacerle ver que le escuchamos y que nos preocupamos por su estado”.

Siempre podemos "enseñarle como tú, u otros, te expones a lo que teme y que observe como realmente no llega a suceder, pero sin obligarle posteriormente a exponerse él. Tampoco es buena idea exponerle directamente a sus miedos. Si el temor es grande, podemos dividirlo, que poco a poco vaya ganando confianza, hasta que finalmente se consiga motivarle para enfrentarse a su gran miedo". La progresión y el acercamiento progresivo a su miedo es más recomendable que la exposición directa y total.

Por supuesto, lo mejor es “premiar y celebrar cada pequeño acercamiento que haga hacia la superación de su miedo”. En general, la evolución lógica de los miedos de la infancia es desaparecer, por lo que no suele ser necesario un tratamiento por parte de profesionales, pero si no se desarrollan estrategias de afrontamiento, puede derivar en ansiedad o fobia, lo que sí habría que tratar.

Durante muchos años de evolución, el miedo han estado ahí para ayudarnos a sobrevivir y aunque ahora los riesgos sean menos, estos siguen siendo útiles para el desarrollo y seguridad de los más pequeños. Tienen una parte positiva, ayudan a ser precavidos, pero también una que no lo es tanto, provocan sentimientos y emociones negativas.

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