Morir de amor: el caso del guardia civil que se suicida tras morir su mujer, ¿es común que ocurran hechos como este?

Existen algunos casos a lo largo de la historia en los que una persona muere poco después de haber perdido a su cónyuge. Esto es lo que en ocasiones se conoce como morir de amor, el dolor ante la pérdida, ya sea por fallecimiento o por abandono, es tan grande, que el corazón se rompe, definitivamente.

Noticias como la que recoge 'El Norte de Castilla' y que revelan que, pocas horas después de la muerte de su mujer en un accidente de tráfico, su marido se quitaba la vida, parecen demostrarlo. También casos como el de José Luis, concursante de 'MasterChef' y ganador de 'Supervivientes', quien se suicidaba unos meses después de la repentina muerte de su mujer, Inma, a causa de un infarto.

En otras ocasiones, la muerte llega de manera natural, algo que ha quedado plasmado en textos y novelas. Por muy bonito que suene en la literatura, las cosas no funcionan exactamente así, aunque tampoco van muy desencaminadas. Este fenómeno es real, existe y sucede, y, de hecho, un estudio de la Sociedad Europea de Cardiología, establece la relación entre tristeza extrema y patologías cardíacas.

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También hay investigaciones, como las publicadas en Netherlands Heart Journal que aseguran que una situación de estrés agudo puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y cerebro basculares. El amor es un sentimiento muy intenso, como también lo es el dolor que provoca la pérdida, por lo que no es raro que este tipo de reacciones se hayan llamado ‘síndrome del corazón roto’.

Morir de amor

“No hay ningún caso documentado de muerte por amor, lo que sí es muy habitual es autodestruirnos por amor”, aclara el psicólogo Javier Álvarez Cáceres, especialista en TopDoctors. “Sucedería en ese tipo de relaciones insanas, tóxicas, donde existe una dependencia a la otra persona y se deja de ser uno mismo. También es muy habitual la idealización del amor romántico, ese pensamiento ‘no podía vivir sin él o sin ella’”.

Explica que esto es algo cultural, esa búsqueda del príncipe azul, pero destaca la importancia del cambio que supone pasar del enamoramiento al amor. “En el amor ya no hay idealización, hay una estabilidad, un compromiso… pero hay personas que les cuesta pasar esa fase”.

Es cuando logramos ese cambio, esa normalización que conseguimos “un amor sano, de no dependencia. Es un amor en el que, si te pierdo, tendré que pasar un duelo, que puede ser a veces muy muy doloroso, pero pasaré mi proceso de duelo y no tendré que morir por amor”.

Porque nadie pone en duda lo dolorosa que puede llegar a ser la pérdida de la persona amada, pero los expertos están de acuerdo en que la aceptación es parte imprescindible del proceso. Es cuando esto no tiene lugar cuando encontramos otro tipo de problemas que pueden llegar a derivar en problemas psicológicos e incluso plantear la opción del suicidio.

“Las personas que tienen un duelo no trabajado, un duelo patológico, dejan de cuidarse”, nos aclara Inmaculada Martínez-Sanchis, psicóloga y miembro de Doctoralia. Se considera duelo patológico cuando, a partir del mes, se tiene un estado o un cuadro depresivo, “no quieren levantarse de la cama, no quieren realizar ninguna actividad con el entorno, se produce un aumento o pérdida de apetito o problemas del sueño. La persona no intenta, de manera consciente, integrar la pérdida del familiar”.

Si no se toman medidas, esto puede derivar en un estado depresivo que, evidentemente, no siempre acaba en suicidio, “el suicidio es un paso diferente, tiene que estar vinculado con un estado depresivo, pero hay gente que tiene una depresión y nunca se suicidaría y hay gente que solo ve esa salida”. “Ante una situación así, se vive un cóctel de pensamientos, sentimientos y emociones. Se activa la ansiedad, estrés e impulsividad”, añade Rocío García Abós, psicóloga y psicoterapeuta social.

“El que una persona se suicide es multifactorial”, nos aclara la psicóloga al recuperar el concepto de ‘morir de amor’. “Hay personas que aman mucho y eso no quiere decir que se vayan a suicidar por perder a la persona amada. Amar mucho significa armarse a uno mismo también y quien se suicida es porque ha dejado de amarse a sí mismo”.

En estos casos siempre es aconsejable recurrir a profesionales que puedan ayudarnos en el camino y, sobre todo, darnos herramientas para afrontar ese duelo y aceptar la pérdida con tratamientos personalizados y que varían en función de los pacientes. Es necesaria la ayuda de profesionales para “trabajar la aceptación, encajar que esa persona amada ya no está e ir construyendo una nueva realidad a pesar del dolor”, nos explica la psicóloga.

Síndrome del corazón roto

Más asociado a la literatura encontramos el síndrome del corazón roto, que es una "afección cardíaca que a menudo se debe a situaciones estresantes y emociones extremas; la afección también se puede desencadenar por una enfermedad física grave o una cirugía”, explican los expertos de la Clínica Mayo. “Las personas con síndrome del corazón roto pueden tener dolor repentino de pecho o pensar que están teniendo un ataque cardíaco”.

“La causa exacta del síndrome del corazón roto no está clara. Se cree que un aumento repentino de las hormonas del estrés, como la adrenalina, podría dañar temporalmente el corazón de algunas personas”, continúan ampliando sobre este síndrome. “A menudo, un suceso físico o emocional intenso es el que da paso al síndrome del corazón roto, todo aquello que cause una respuesta emocional fuerte puede desencadenar esta afección”.

También aclaran que “La mayoría de las personas que presenta el síndrome del corazón roto se recupera rápidamente y no muestran efectos duraderos. Pero, a veces, la afección se vuelve a presentar, esto se llama miocardiopatía de Takotsubo recurrente. En raras ocasiones, el síndrome del corazón roto puede causar la muerte”.

La doctora Stephanie Coulter amplía ligeramente esta información en ‘Women’s Heart Health E-News’, especificando que “las probabilidades de que una mujer sufra el síndrome del corazón roto son entre siete y nueve veces mayores que las de un hombre. El síndrome afecta en su mayoría a mujeres posmenopáusicas de más de 50 años”.

¿Se puede evitar?

“El proceso de aprender a convivir con la muerte y posterior duelo de un cónyuge, depende de los recursos que disponga cada persona, tanto personales y económicos”, confirma Rocío García Abós, psicóloga y psicoterapeuta social. “Son más habituales de lo que pensamos los casos de personas en las que la ausencia o muerte de su pareja, provoca soledad, dependencia, culpabilidad o abandono. Motivos cuya opción sea el suicidio, ya que por desgracia no hay apenas medios tanto externos e internos para manejar este tipo de conflicto y crisis vital”.

Aun así, sí existen herramientas que se pueden aplicar para evitar llegar a esta situación tan dolorosa. Lo confirma de nuevo la psicóloga Rocío García Abós, compartiendo que se deben "activar mecanismos psicosociales, como la visualización y sensibilización de las diferentes patologías mentales y el tabú cultural del suicidio, ya que esto facilitaría ser ayudado por el grupo social". Además, pide más recursos y profesionales de la Salud Mental a nivel público. Sin olvidarnos de la importancia de la educación y reeducación emocional. Además de otros aspectos como el valor de "elaborar una estrategia de prevención". Dándole importancia a las campañas de prevención y también saber que se puede pedir ayuda en cualquier momento a los profesionales sanitarios y de psicología.

*Si necesitas ayuda, puedes contactar con la línea de ayuda 024, del Ministerio de Sanidad. Un teléfono de ayuda a las personas con pensamientos, ideaciones o riesgo de conducta suicida, y a sus familiares y allegados, por medio de la escucha activa de profesionales. Un servicio de alcance nacional (accesible desde todo el territorio nacional), gratuito, confidencial y disponible las 24 horas del día, los 365 días del año. No estás solo.