¿Cómo prevenir daños emocionales en los niños de padres en proceso de separación?

El proceso de separación es duro. Tanto para la pareja implicada como para todo su círculo. A raíz de esta decisión, todas las relaciones personales tienen variaciones y tanto los amigos como la familia deben adaptarse a los cambios.

Durante el proceso de divorcio surgen fuertes emociones, mayormente negativas. Hay que saber controlar y gestionar los pensamientos para, con responsabilidad afectiva, hacer el mínimo daño posible a todas las personas que hay alrededor. Especialmente, hay que tener cuidado con las más vulnerables en ese momento, los hijos menores del matrimonio.

El divorcio de unos padres es complicado a cualquier edad; sin embargo, hay que poner especial cuidado durante la infancia y la adolescencia para que este proceso sea sencillo para ellos. Los menores han de saber que no se tienen que posicionar. La separación no es una batalla entre progenitores y, por tanto, los menores no deben tener que elegir bando, ni mucho menos, ser un arma para atracar a la otra persona.

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Para que los menores sufran lo menos posible, es necesario que no vean peleas de sus progenitores. Todo lo que tengan que discutir los adultos debe hacerse sin la presencia de los niños. Así, se les evita culpabilidad y miedo a que un encuentro, generalmente provocado por alguna necesidad de los pequeños, pueda ser un conflicto del que ellos se sientan responsables.

Delante de los menores hay que hablar de tu expareja con respeto. Puede que tú ya no la quieras, pero sigue siendo importante para ellos. Recibir críticas sobre alguien tan fundamental puede ser muy duro. Además, debes dejar a un lado quejarte en su presencia. Los pequeños no tienen que vivir en un ambiente triste ni que culpe a la otra persona de la situación. Deja que crezcan y jueguen como el resto de niños, al margen de los problemas de los adultos.

Por último, ayúdales a gestionar sus crisis. Los hijos también tiene derecho a mostrar su opinión, a ser escuchados y a encajar la noticia de la manera que ellos quieran. Muestrales el lado positivo de la situación, sin caer en tenerlos consentidos o sobreprotegidos. Que vean las cosas que ganan con el cambio, como tener dos casas o poder disfrutar más tiempo de sus progenitores siendo ellos la única atención. El proceso es largo y si un niño sufre puede acudir a terapia para aprender a controlar tantas emociones.