3 frases que deberíamos evitar al criar a nuestros hijos y 3 que nos ayudan a reforzar sus emociones

Hay momentos en los que los padres podemos perder la paciencia y decir cosas de las que después podemos arrepentirnos. Además, otras frases más típicas con las que creemos que les podemos ayudar, quizá invaliden sus emociones. Aquellas que tienen todo el derecho de sentir y que son tan válidas como las de un adulto.

El doctor Álvaro Bilbao, neuropsicólogo experto en crianza y padre de tres niños, nos explica que no debemos reprimir esas emociones que son capaces de identificar, expresar y gestionar con nuestra ayuda, porque si tapamos sus sentimientos más negativos no serán capaces de enfrentarse a las emociones más desagradables.

Frases a evitar que no ponen en valor sus emociones

Entre las frases que invalidan esos sentimientos se encuentran las que tratan de distraerles de esas emociones, como cuando decimos: “No llores, mira qué pajarito tan bonito, mira cómo vuela. ¿Cómo hace el pajarito?”.

También oraciones que minimizan su dolor, como por ejemplo cuando les decimos: “Solo se ha puesto un poco rojito, no es nada. Estás bien, no es para tanto”. Con ello, invalidamos el sufrimiento que nos transmiten, ya sea a través del llanto o con palabras.

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Por último, este experto cree que también debemos evitar las afirmaciones con las que desacreditamos a nuestros pequeños, del tipo: “Es una hormiguita, es pequeña. No te va a hacer nada, no puedes llorar por un bichito”. Porque no somos quiénes para decirles por lo que pueden o no llorar, eso es algo ajeno a nosotros e incluso que puede escapar al control emocional de nuestros hijos, como ocurre con los adultos.

Frases con las que les ayudamos a gestionar sus sentimientos

Sin embargo, sí existen maneras de validar y reforzar esas emociones que sienten. En primer lugar, hay que echar mano siempre de la empatía, con frases como: “Eso no te gusta y te has enfadado. ¿Te sientes muy enfadado?”. Con ella le ayudamos a entender qué le está pasando, es decir, a identificar su emoción de ira.

Además, cuando vemos que se han hecho daño, lo mejor es ponernos en su piel y conectar con nuestros hijos. Oraciones como: “Au, qué golpe te has dado. Está un poco rojito. ¿Te pongo un poquito de agua?”, les ayudan a saber que estamos ahí para cuidarlos y que no le quitamos importancia a su dolor.

Por último, es muy importante comprenderles y explicarles lo que sienten, pero quizá no sepan expresar aún con palabras, con preguntas como: “Te asusta porque me has oído gritar a aquella avispa, ¿a que sí?”.