Cuando se producen situaciones que influyen en el equilibrio intestinal como los cambios en la dieta o los periodos de estrés, entre otras, es muy habitual que el estómago se resienta y las digestiones sean más pesadas. Son molestias que todos hemos experimentado alguna vez, pero que es recomendable evitar, ya que a largo plazo puede influir sobre el bienestar general.
En la última década se ha demostrado que la microbiota intestinal tiene un papel fundamental en muchos procesos corporales. De hecho, existe una comunicación constante entre el intestino y el cerebro.
En este proceso también se intercambian sustancias químicas como los neurotransmisores (dopamina, serotonina…), que cumplen una función clave en el control de las emociones y el estado de ánimo.
Pero, ¿qué es exactamente la microbiota?
Se trata de un conjunto de más de
100 billones de bacterias
que se encuentran en el aparato digestivo y es considerada por la ciencia como un órgano más. Cumple diversas funciones como la protección frente a los agentes patógenos, la digestión de los alimentos, la producción de neurotransmisores o la regulación hormonal, entre otras. Es por ello que su equilibrio tiene un impacto en la salud a diferentes niveles.