Es noticia
Menú
Soy el creador del movimiento slow y esto es lo que está destrozando a tus hijos
  1. Vida saludable
LIBRO

Soy el creador del movimiento slow y esto es lo que está destrozando a tus hijos

RBA reedita en España 'Bajo presión', el libro en el que Carl Honoré critica la educación de hoy. "Ser padre se ha convertido en un cruce entre un deporte competitivo y el desarrollo de un nuevo producto", dice

Foto: Carl Honoré, en una imagen de sus redes sociales.
Carl Honoré, en una imagen de sus redes sociales.

"Llevamos 6 ediciones de este libro, lo hemos publicado en distintos formatos y con distintas cubiertas a lo largo del tiempo. El original es de 2008, pero no hemos dejado de venderlo, tanto por la relevancia del autor como del tema, que no ha dejado ni dejará de ser importante, la crianza y la educación de los niños. Es cierto que cuando escribió el libro no había llegado aún la locura digital y de los móviles, pero el mensaje continúa siendo el mismo, porque la ansiedad que rodea a los niños y la necesidad de dejarles ser niños está más vigente que nunca". La editorial RBA explica a Vanitatis por qué ha decidido reeditar en España 'Bajo presión', un manual en el que Carl Honoré, padre del texto fundacional del movimiento slow, 'Elogio de la lentitud', aborda la crianza de los hijos en un mundo hiperexigente.

El periodista canadiense viaja por todo el mundo dando conferencias sobre tres temas principalmente: cómo reducir la velocidad es la única manera de avanzar como sociedad, edadismo y educación. El autor nos atiende desde Londres, donde pasa estos días de Semana Santa.

El libro está escrito en el año 2008, pero la irrupción de la tecnología, la IA, las redes y demás han cambiado radicalmente la crianza.

En general en la educación el panorama es bastante similar al que había en 2008, las mismas presiones, los mismos complejos de los padres, el mismo sistema educativo anticuado, el mismo consumismo. Lo que sí ha supuesto un gran cambio es la irrupción de la tecnología, que ha pasado a ser algo muy central en la vida de los niños. Jonathan Haidt acaba de publicar en Estados Unidos un libro sensacional en este sentido, 'La generación ansiosa', en el que habla de por qué las redes sociales están causando una epidemia de enfermedades mentales entre nuestros jóvenes, del daño profundo que les está infligiendo en la niñez. Estamos ahora llegando a un punto de inflexión, es un reto colectivo y no solamente para los niños, porque los padres también estamos hiperconectados, distraídos, sobreestimulados y con un ojo puesto siempre en el buzón de entrada. Toca hacerse un replanteamiento global al respecto.

En España y otros países los padres se están movilizando para lograr la prohibición del uso de móviles a menores de 16 años, ¿qué opina de esto?

Si me hubieras hecho esa pregunta hace dos años te habría dicho que no, no estoy a favor de prohibiciones. Pero ¿sabes qué? Últimamente estoy cambiando de idea. Las redes sociales y todo lo que implica estar conectado continuamente está perjudicando al desarrollo psicológico, físico, emocional y social de los niños. Es una plaga que nos afecta a todos, pero nosotros como adultos tenemos más herramientas para gestionarlo. No tengo una bola de cristal y yo mismo estoy en un proceso de debate interno, aún no tengo una postura fija sobre esto y mucho menos del movimiento slow, pero si ponemos en la balanza los beneficios y los daños que causan... la brecha es brutal, las pruebas están ahí. Los contraargumentos además son muy frágiles.

El concepto de prohibición genera siempre cierta ansiedad, pero es una manera de eliminar la presión del grupo.

El uso de móviles ya está prohibido en muchos colegios. Quizá sea el trampolín hacia una prohibición, entre comillas, un poco más amplia. Un punto intermedio en el que no tengan acceso a los móviles pero sí a pantallas en casa y siempre bajo el control paterno, algo así.

Volviendo a su libro, se lo dedica a sus padres. No sé si porque fueron muy respetuosos con su infancia o porque quisieron hacer de usted un niño Einstein.

Me siento muy privilegiado. Mi generación vivió una niñez digna de ese nombre. Con mucha libertad, mucho espacio para explorar el mundo a nuestro antojo, a nuestro propio ritmo, para poder jugar libremente sin tener adultos interfiriendo en el juego. Teníamos un espacio enorme. Yo creo que esto es algo que falta mucho a los niños de hoy. Nunca tuve esa sensación de prisa, de andar con la agenda llena para abarcar miles de tareas. Eso no existía. ¡Teníamos tiempo para aburrirnos! El aburrimiento es algo que hemos sacrificado en el altar de la prisa, del culto a la productividad, de todas esas cosas que empujan la inercia de este paradigma moderno de la niñez. Para mí el aburrimiento es un regalo.

"El aburrimiento es algo que hemos sacrificado en el altar de la prisa, del culto a la productividad, de todas esas cosas que empujan la inercia de este paradigma moderno de la niñez"

Hoy en día si un niño te dice que se aburre es sinónimo del fracaso de sus padres.

¿Mi hijo se aburre? Estoy fracasando como padre. ¿Dónde está el iPad? A lo mejor necesitamos otra actividad extracurricular. ¿No? Y sin embargo lo que tienes que hacer en ese momento es desacelerar, dejar que florezca el aburrimiento para hacer volar la imaginación. Esos momentos no estructurados, de juego libre y aburrimiento es cuando los chicos aprenden a crear, a usar la imaginación, a llevarse bien con sus colegas, a regular sus emociones, a construir su propia resiliencia. Todas esas cosas buenas que siempre nos cuentan los psicólogos, que son las piedras angulares de una buena niñez. Todas ellas nacen de esa lentitud eterna que siempre han vivido los chicos.

Hay una idea que sobrevuela todo el libro, y es que la presión que sufren los niños de hoy es en realidad una proyección de la presión que sufren los padres y madres para llegar a todo. Ser buenos en el trabajo pero también en casa y además encontrar cinco minutos para meditar, para hacer los 10.000 pasos, para ver la serie de moda...

Exacto. La forma en que abordamos la niñez en cada sociedad refleja los propios complejos y los puntos fuertes de esa sociedad. Entonces, una sociedad hiperestimulada, hiperconsumista, hipercompetitiva, e hiperdistraída como la nuestra generará chicos hiperestimulados y etcétera. Es así. Nosotros somos una sociedad de prisas, obsesionada con la productividad, con llenar hasta el último hueco de la agenda con actividades. No se valoran esos momentos de aburrimiento que son tan mágicos, tan fértiles, tan luminosos. ¡No puedes poner en tu perfil de LinkedIn la cantidad de horas que te has aburrido en la vida!

Experto en aburrimiento.

Eso no lo vas a poner nunca en tu currículo si buscas trabajo. Otro ejemplo. Vivimos en la sociedad de la performance, todo lo hacemos hacia afuera, para contarlo en las redes sociales. No podemos preparar un té o hacer un poco de ejercicio sin grabarlo y compartirlo y ponerle un poco de música. Todo tiene que pasar por el filtro público y eso distorsiona esos pequeños actos privados, distorsiona los valores, y distorsiona también a la persona. Porque llegamos con el impulso equivocado. En lugar de vivir plenamente el momento, estamos ya pensando en cómo lo vamos a monitorizar y convertir en un posteo viral que al final es lo más vacío que existe en el universo. Estamos más conectados que nunca, pero hay más soledad que nunca. Es prácticamente una nueva pandemia, ¿no? A los chicos les cuesta aún más lidiar con esto porque no tienen las herramientas adecuadas para llevar esa presión.

Ese nivel de presión que existe sobre los padres y sobre los hijos, está derivando en que las nuevas generaciones ya no están interesadas en la paternidad. Es un problema real del que ya estamos viendo las consecuencias. Ser padre se ha convertido casi en una heroicidad.

Antes la paternidad era algo mucho más fácil, era muy natural dar ese paso, tener hijos, pero ahora contemplando la posibilidad de una vida de padre, no me extraña que mucha gente se diga no, por favor, yo no me atrevo, Yo no quiero esa vida. Yo siempre digo que ser padre se ha convertido en un cruce entre un deporte competitivo y el desarrollo de un nuevo producto. La forma en que afrontamos hoy la parentalidad le quita toda la alegría y la belleza a ser padre, pasa a ser otro trabajo más. O sea, tú trabajas como periodista o abogado y luego también como padre, doblando tus horas de trabajo, la presión y el estrés. Por eso muchas personas ahora optan por no tener hijos. Hay otros factores socioeconómicos y culturales, claro, pero este es un factor determinante. Si uno lleva una vida estupenda, disfrutando a tope, cómo va a aceptar esclavizarse, convertirse en un correcaminos, sin tiempo, sin sueños, sin energía para nada.

"¡Y la plata, la energía, la esperanza y la angustia que estamos invirtiendo en nuestros hijos! Deberíamos estar alumbrando a la generación más luminosa de toda la historia humana, pero obviamente no es lo que está ocurriendo"

En 'Bajo presión' dice que "estamos criando la generación más conectada, consentida y vigilada de la historia". Y a pesar de eso, o precisamente por eso, estamos construyendo una generación a la que le faltan las herramientas más necesarias para vivir en sociedad. Estamos volcando en ellos muchos conocimientos académicos, pero les estamos alejando de la frustración, la asunción de responsabilidades, todo eso que al final es lo que te salva en la vida. Eso lo dice usted también de diferentes maneras en el libro.

Plenamente de acuerdo. ¡Y la plata, la energía, la esperanza y la angustia que estamos invirtiendo en nuestros hijos! Deberíamos estar alumbrando a la generación más luminosa de toda la historia humana, pero obviamente no es lo que está ocurriendo, porque les estamos negando ese otro tipo de aprendizaje. Obviamente el aprendizaje académico es importante, pero no les estamos dando la posibilidad de desarrollar esas herramientas mucho más importantes que son la resiliencia, la autoestima (sin excesos), los atributos más importantes de la condición humana, que se aprenden a través de una parentalidad genuina. Lo que necesitan realmente los chavales es nuestro tiempo, nuestra atención. Hay un fenómeno relacionado con esto que se está viendo en muchos países europeos, también en España, y es la cantidad de chicos que cambian de estudios tras el primer año de universidad.

¿Por qué?

Porque hasta ese momento no han tenido tiempo de conocerse a sí mismos. Para muchos es la primera vez en su vida que pueden escapar de sus padres y tener un poco de tiempo para reflexionar, soñar despiertos y mirar hacia adentro. Muchos se despiertan un día descubriendo que en realidad no querían ser médicos.

Pero, en conclusión, ¿aún hay esperanza para esta generación?

Por supuesto. Nunca es tarde para dejar de jugar a este juego de los hiperpadres. Los chicos siguen teniendo esos músculos que les permiten jugar, empatizar, amar y pensar por sí mismos. Si nos alejamos un poco, esos músculos se van a reactivar, nunca es tarde. Si tu hijo tiene 15 años y ha vivido una vida hiperacelerada no es una causa perdida, ¡no existen causas perdidas! Siempre se puede reencontrar ese camino más humano de desarrollarse en la niñez.

¿Cuál es en su opinión el objetivo principal que debería perseguir la educación?

Un objetivo central es que los chicos aprendan a conocerse a sí mismos. Que puedan identificar sus pasiones, sus talentos, sus capacidades, lo que quieren hacer con con su vida y con su tiempo. Darles ese regalo que al final es un derecho. ¿No? El derecho de conocerse a sí mismos. Es la piedra angular para todo, para vivir una vida digna de tal nombre. Y la única manera de conocerse es a través de lo que yo llamo la lentitud. Tiempo y espacio para jugar, para explorar, para aburrirse. Y te diré que cada vez estamos más cerca de cambiar el paradigma.

¿Sí?

Sí, en los últimos seis meses la mayor parte de conferencias y entrevistas que concedo son relacionadas con el tema de la educación y de la tecnología. Creo que es algo positivo que sacamos de la pandemia. En muchos casos fue un descubrimiento, generó una nueva conciencia en las familias que de repente vivieron un tiempo de lentitud sin agendas repletas. Muchas salieron de esa etapa con la certeza de que no querían volver a la locura de antes, querían encontrar una fórmula mucho más humana, porque la prisa deshumaniza y la lentitud humaniza.

¿Entonces es ahora más optimista que cuando publicó el libro por primera vez, en 2008?

A pesar de estos cambios tecnológicos de los que hemos hablado, sí. Vamos por buen camino. Creo que el asunto de la tecnología requiere tiempo para crear unas nuevas normas que nos permitan usarla bien, pero es solo una fase. Ya hemos tomado conciencia de los daños que está produciendo el mal uso, el próximo paso es acometer cambios concretos y reales, es cuestión de tiempo.

"Llevamos 6 ediciones de este libro, lo hemos publicado en distintos formatos y con distintas cubiertas a lo largo del tiempo. El original es de 2008, pero no hemos dejado de venderlo, tanto por la relevancia del autor como del tema, que no ha dejado ni dejará de ser importante, la crianza y la educación de los niños. Es cierto que cuando escribió el libro no había llegado aún la locura digital y de los móviles, pero el mensaje continúa siendo el mismo, porque la ansiedad que rodea a los niños y la necesidad de dejarles ser niños está más vigente que nunca". La editorial RBA explica a Vanitatis por qué ha decidido reeditar en España 'Bajo presión', un manual en el que Carl Honoré, padre del texto fundacional del movimiento slow, 'Elogio de la lentitud', aborda la crianza de los hijos en un mundo hiperexigente.

Bienestar