Este es el modo en el que influyen los traumas de los padres en sus hijos

Experimentar un trauma es una de las situaciones más complicadas que una persona puede afrontar en su vida. Este tipo de experiencia puede tener múltiples manifestaciones en nuestro pensamiento y nuestras emociones y pueden ser el resultado de situaciones violentas, accidentes, malas experiencias o, por ejemplo, una falta de cariño en la infancia.

De acuerdo con los especialistas en psicología y salud mental, se entiende por trauma cualquier evento que genere una sensación abrumadora de miedo, impotencia. Los especialistas también buscan conocer si los traumas de los padres pueden afectar directamente a los hijos.

Numerosas investigaciones han intentado responder a esta pregunta utilizando animales como modelos de estudio. En algunos experimentos con roedores, se ha observado que la exposición al estrés antes del nacimiento puede influir en la forma en que se expresan ciertos genes en las crías. Aunque en humanos no se dispone aún de evidencia concluyente, se han identificado posibles vínculos entre el trauma vivido por los padres y el aumento del riesgo de problemas de salud mental en sus hijos.

Una de las hipótesis planteadas es que los cambios epigenéticos, transmitidos a través del esperma y los óvulos, podrían alterar el desarrollo y funcionamiento de los sistemas biológicos de los descendientes, afectando a la respuesta frente al estrés y la ansiedad.

El campo de la epigenética, que estudia cómo factores externos pueden alterar la expresión de los genes sin modificar su secuencia, ofrece una explicación de por qué los efectos del trauma persisten incluso después de que desaparezca la amenaza inmediata. Pero también puede suceder a nivel de conducta, por ejemplo, si un padre tuvo una mala experiencia de pequeño con un perro y ese miedo no se trata, seguramente el día de mañana transmitirá ese miedo a su hijo por su forma de comportarse en presencia de un animal.

Aunque los resultados de estos estudios sugieren una relación clara entre el trauma de los padres y la vulnerabilidad a problemas mentales en los hijos, los científicos advierten que es difícil atribuir estos efectos a un único factor biológico.

La terapia cognitivo-conductual puede influir en los patrones epigenéticos, abriendo así una puerta a intervenciones tempranas que podrían mitigar los efectos del trauma de los padres en su descendencia. Además de los cambios epigenéticos, se ha demostrado que la exposición al estrés prenatal puede tener repercusiones en la respuesta emocional de los hijos.