Estos son los consejos de los psicólogos para dejar de lado el pesimismo en nuestra vida
Los pensamientos negativos o catastrofistas tienen consecuencias negativas en nuestra salud pero, la buena noticia, es que se pueden cambiar
Suele resultar habitual que, ante ciertas etapas de nuestra vida en las que nada es del modo en el que nos gustaría que fuera, adoptemos una actitud más pesimista. Sin embargo, cuando esta visión negativa se extiende a casi todos los ámbitos de nuestra vida, debemos ponerle remedio, ya que el pesimismo generalizado no solo afecta a quienes lo experimentan, sino que también puede influir en las personas cercanas que nos rodean.
Los psicólogos definen el pesimismo como la tendencia a pensar que todo lo que ocurre terminará mal. Las personas pesimistas tienden a ver la vida a través de un filtro oscuro, esperando siempre resultados negativos, algo que provoca que incluso las buenas noticias o situaciones favorables generen desconfianza.
Aunque nadie desea ser pesimista, en algunos casos este enfoque puede ser útil cuando necesitamos ser cautelosos ante determinadas situaciones en las que desconfiamos acerca del resultado final, algo conocido en psicología como 'pesimismo defensivo'.
En contra de lo que suela pensarse, el ser humano tiene una predisposición natural hacia el pesimismo, algo que se relaciona con nuestro instinto de supervivencia. Pero en el mundo actual, donde muchas amenazas han disminuido, esta actitud puede convertirse en un obstáculo más que en una ventaja que nos ayude a sobrevivir.
Existen varios indicios que revelan una inclinación hacia el pesimismo, algunas señales incluyen sorprenderse cuando las cosas van bien, asumir que todo saldrá mal antes de intentarlo o enfocarse únicamente en los aspectos negativos de cualquier situación. Además, las personas pesimistas suelen sentirse incómodas con el optimismo de los demás y pueden subestimar sus propias habilidades.
Existen varios factores que pueden llevar a una persona a desarrollar una actitud pesimista, entre las principales causas se encuentran el entorno familiar, los traumas o experiencias negativas similares experimentadas ya en el pasado o factores genéticos que predispongan a esa persona a tener una tendencia hacia la ansiedad o la depresión.
Las personas con tendencia al pesimismo tienden a tener menos estrategias para afrontar situaciones de estrés o presión, lo que incrementa las dificultades para afrontar situaciones complicadas. A nivel personal y profesional, el pesimismo puede reducir las posibilidades de éxito, ya que la tendencia a abandonar tareas o a procrastinar se convierten en un hábito casi constante.
Si te estás sintiendo identificada al leer estás líneas, que no cunda el pánico, el pesimismo es algo que se puede cambiar poniendo de nuestra parte y con ayuda de un profesional de la salud mental. Acudir a un psicólogo para que nos ayude a reemplazar los pensamientos negativos por otros más positivos puede ser una forma eficaz de adoptar una visión más optimista de la vida.
Entre los consejos que destacan los expertos para abandonar el pesimismo, o al menos intentarlo, figuran los de escribir una lista de agradecimiento en la que valores aquello que más te gusta de tu vida. Desbes realizar este ejercicio tanto al despertarte como antes de dormir, para así ayudar a tu cerebro a que se fije en las cosas positivas del día a día.
Dejar de ver los contratiempos como fracasos y observarlos como nuevas oportunidades para obtener aprendizajes vitales, hacer cosas buenas por los demás, realizar ejercicio de forma habitual para que nuestro cerebro genere más dopamina y rodearte de personas optimistas, son otros de los consejos que recomiendan los expertos para abandonar, poco a poco, la manera negativa de pensar y empezar a aprender a canalizar el pesimismo.
Suele resultar habitual que, ante ciertas etapas de nuestra vida en las que nada es del modo en el que nos gustaría que fuera, adoptemos una actitud más pesimista. Sin embargo, cuando esta visión negativa se extiende a casi todos los ámbitos de nuestra vida, debemos ponerle remedio, ya que el pesimismo generalizado no solo afecta a quienes lo experimentan, sino que también puede influir en las personas cercanas que nos rodean.