Esta postura de yoga ayuda a las personas de 50 y 60 años a ganar movilidad en las caderas
El yoga ofrece un enfoque integral que combina ejercicio físico, respiración consciente y meditación
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A medida que envejecemos, el cuerpo experimenta cambios naturales que pueden limitar nuestra movilidad y calidad de vida. Entre los mayores de 50 y 60 años, es común notar una disminución de la masa muscular, articulaciones más rígidas y una pérdida de densidad ósea. Sin embargo, estos signos asociados al envejecimiento no son inevitables: con hábitos activos y la práctica regular de deporte, es posible prevenir, retrasar e incluso corregir estos efectos.
Una de las disciplinas más beneficiosas para este propósito es el yoga. Esta práctica no solo mejora la movilidad del cuerpo, sino que también fortalece los huesos, aumenta la masa muscular, potencia el equilibrio y reduce significativamente el riesgo de caídas, un aspecto crucial para este grupo de edad. Además, el yoga aporta beneficios emocionales, como una mayor confianza en uno mismo y una reducción del estrés.
Entre las muchas posturas que ofrece el yoga, la postura de la paloma destaca por su capacidad para aliviar la rigidez y devolver la flexibilidad a las zonas del cuerpo más afectadas por el sedentarismo. Esta postura, además de ser accesible para principiantes, tiene variaciones que se adaptan a las necesidades y limitaciones de cada persona.
El sedentarismo, muy frecuente en la actualidad, genera tensión y rigidez en los músculos que rodean la pelvis. Este problema, si no se aborda, puede causar dolores de espalda e incluso comprometer el nervio ciático. La postura de la paloma actúa como un estiramiento profundo, permitiendo la apertura de las caderas y liberando tensión acumulada.
La instructora de yoga Kakyani Hayswirth Jain explica que los músculos flexores de la cadera, como los iliopsoas y el recto femoral, suelen acortarse debido a largas horas de estar sentados o actividades repetitivas como correr o montar bicicleta. Este acortamiento inclina la pelvis hacia adelante, lo que puede impactar negativamente en la columna vertebral y otras partes del cuerpo.
“La postura de la paloma trabaja estos músculos al estirar una pierna hacia atrás y llevar la pelvis hacia el suelo, promoviendo la rotación externa de la cadera y el estiramiento de los abductores”, explica Jain. Este movimiento no solo mejora la flexibilidad y reduce la rigidez, sino que también contribuye a una postura más alineada y a un mayor bienestar general.
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