No es amor, es obsesión: estas son las consecuencias de la dependencia emocional y cómo superarlas
Es conocido por todos que el amor mueve el mundo y que puede llegar a transformarnos pero en ocasiones se transforma en dependencia que puede traer consecuencias
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El amor, en su esencia, es un sentimiento poderoso que nos impulsa a conectar con los demás. Sin embargo, cuando el afecto se convierte en una necesidad extrema de aprobación o presencia constante de la pareja, puede rozar la obsesión y transformarse en lo que se conoce como dependencia emocional. Este fenómeno, aunque común, tiene profundas consecuencias en la salud emocional y la calidad de vida de las personas que lo sufren, llegando a rozar en ocasiones lo obsesivo y afectando a su autoestima.
Desde el punto de vista de la psicología, la dependencia emocional es un estado en el que una persona siente que su felicidad y estabilidad dependen exclusivamente de otra. Se caracteriza por la necesidad excesiva de cercanía, miedo al abandono y dificultad para tomar decisiones sin la aprobación de la pareja. Este patrón puede desarrollarse a partir de experiencias tempranas de inseguridad afectiva o por modelos relacionales basados en roles desiguales.
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Estas personas suelen experimentar sentimientos intensos de vacío cuando están lejos de su pareja y, entre sus características principales, se encuentran una baja autoestima, por lo que buscan constantemente la validación de la otra persona; el miedo al abandono, llegando a provocarles ansiedad; la idealización de la pareja, obviando sus defectos o justificando actitudes perjudiciales; y, por último, la renuncia personal, donde se descuidan las propias necesidades, intereses o amistades en favor de la relación.
Es por ello que dicha dependencia emocional puede traer graves consecuencias para la salud mental, afectando no solo a la calidad de las relaciones, sino que también puede tener fuertes repercursiones en el bienestar personal. Entre ellas están la ansiedad, la depresión y la sensación de aislamiento, así como la incapacidad para disfrutar de actividades fuera de la relación. Además, este estado puede perpetuar ciclos de relaciones tóxicas o abusivas, dificultando la construcción de vínculos saludables.
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Asimismo, romper con la dependencia emocional es un proceso que requiere autoconocimiento, paciencia y, en muchos casos, apoyo profesional. Entre las estrategias que se recomiendan se encuentran fomentar la autoestima, reconociendo el valor propio dentro de la relación; establecer límites saludables, siendo fundamental aprender a decir “no” a aquellas cosas que no nos generan satisfacción; y, por último, acudir a terapia, ya que puede ser clave para identificar patrones de dependencia y aprender nuevas formas de relacionarse, así como crear relaciones sólidas con amigos y familiares que pueden ayudarnos a reducir la sensación de aislamiento y dependencia exclusiva en la pareja.
Superar la dependencia emocional no significa dejar de amar, sino aprender a hacerlo de manera equilibrada y respetuosa con uno mismo. El amor debe sumar, no restar. Lograr relaciones basadas en el respeto y la igualdad no solo fortalece los vínculos afectivos, sino que también fomenta un bienestar emocional duradero.
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El amor, en su esencia, es un sentimiento poderoso que nos impulsa a conectar con los demás. Sin embargo, cuando el afecto se convierte en una necesidad extrema de aprobación o presencia constante de la pareja, puede rozar la obsesión y transformarse en lo que se conoce como dependencia emocional. Este fenómeno, aunque común, tiene profundas consecuencias en la salud emocional y la calidad de vida de las personas que lo sufren, llegando a rozar en ocasiones lo obsesivo y afectando a su autoestima.