¿Sueles enfurecerte con facilidad? Estos son los 4 pasos que debes hacer para actuar de forma más calmada
Algunas prácticas como la escucha activa pueden reducir la tensión en circunstancias difíciles de sobrellevar
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Las emociones no son fáciles de gestionar, especialmente cuando se trata de aquellas con las que se pone a prueba la paciencia de uno mismo. Uno de estos sentimientos es la ira. Cuando se deja sin control, no solo genera conflictos con los demás, sino que también afecta directamente a la salud. Según un estudio publicado en la revista científica 'Clinical Psychology Review', la acumulación del enfado puede aumentar el riesgo de problemas cardiovasculares, hipertensión y debilitar el sistema inmunológico y su represión puede intensificar otros problemas físicos, como el dolor crónico.
El psicólogo Stuart Ablon, en unas declaraciones a la Universidad de Harvard, propone un enfoque basado en la empatía que consta de cuatro pasos. Así, para tratar la ira, hay que entender la situación de los demás, poniéndose en el lugar del otro. Según el experto, la empatía tiene la capacidad de desactivar conflictos porque calma tanto a la persona que la practica como a quien la recibe, y se ha demostrado que funciona en las situaciones más difíciles "como en las prisiones, en un avión o en la cola de un Starbucks".
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Así, el primer paso para calmar el enfado es pensar que todo el mundo está haciéndolo lo mejor que puede con los recursos que tiene. Esta idea recuerda que las personas actúan según las capacidades de las que disponen en ese momento, lo que permite disminuir las reacciones impulsivas y responder con calma. Por otro lado, cuando surge una situación tensa, debe sustituirse el enfado por curiosidad. Esto permite reducir la frustración al reflexionar sobre las posibles circunstancias que afectan a la otra persona. Por ejemplo, hacerse preguntas como '¿Por qué reacciona de esa forma?', ayuda a ganar tiempo y para abordar la situación desde un enfoque más constructivo.
Una tercera recomendación es practicar la escucha activa, es decir, repetir lo que la otra persona expresa, pero usando palabras propias. Esto demuestra interés y comprensión. Ablon destaca que frases como 'Si entiendo bien, te preocupa esta situación', pueden reducir la tensión. Al sentirse escuchada, la otra persona tiende a reaccionar de forma menos agresiva, lo que facilita encontrar una solución. Por último, hay que tener en cuenta que el lenguaje también influye en la gestión del enfado. El experto sugiere evitar acusaciones y optar por frases que transmitan calma y apoyo. Comentarios como 'Quiero ayudarte a resolver esto' o 'No busco empeorar la situación, solo entender qué sucede' generan confianza.
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Sin embargo, si el enfado es un problema recurrente en la persona, existen tratamientos específicos para manejarlo correctamente. La terapia cognitiva, la cognitiva-conductual o ciertas técnicas de relajación, respiración profunda o meditación, pueden ayudar a reducir el nivel de estrés y los actos impulsivos. En cualquier caso, si tienes dudas sobre cómo enfrentar este tipo de emociones, lo mejor es que acudas a un profesional de salud para que pueda ayudarte a resolver todas tus preguntas, teniendo en cuenta tus circunstancias concretas.
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Las emociones no son fáciles de gestionar, especialmente cuando se trata de aquellas con las que se pone a prueba la paciencia de uno mismo. Uno de estos sentimientos es la ira. Cuando se deja sin control, no solo genera conflictos con los demás, sino que también afecta directamente a la salud. Según un estudio publicado en la revista científica 'Clinical Psychology Review', la acumulación del enfado puede aumentar el riesgo de problemas cardiovasculares, hipertensión y debilitar el sistema inmunológico y su represión puede intensificar otros problemas físicos, como el dolor crónico.