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Este es el motivo por el que nos sonrojamos al sentirnos cohibidos, según la psicología
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Este es el motivo por el que nos sonrojamos al sentirnos cohibidos, según la psicología

En última instancia, el sonrojo es un recordatorio de nuestra naturaleza social y de nuestra necesidad de pertenencia y aceptación

Foto: El sonrojo es una respuesta natural. (Launchmetrics Spotlight)
El sonrojo es una respuesta natural. (Launchmetrics Spotlight)

El sonrojo es una de las reacciones más visibles y universales del cuerpo humano, especialmente cuando nos sentimos cohibidos o avergonzados. Este fenómeno, que se caracteriza por el enrojecimiento repentino del rostro, ha intrigado a científicos y psicólogos durante décadas. Más allá de ser una respuesta física, el sonrojo tiene profundas raíces psicológicas y sociales que revelan aspectos clave de nuestra evolución y funcionamiento interpersonal. El sonrojo es una respuesta del sistema nervioso autónomo, específicamente del sistema simpático, que se activa en situaciones de estrés social o emocional. Cuando nos sentimos avergonzados o cohibidos, nuestro cerebro interpreta la situación como un posible "riesgo" para nuestra reputación o percepción social. Según estudios realizados por la Universidad de California, Berkeley, esta interpretación desencadena la liberación de adrenalina, una hormona que provoca la dilatación de los vasos sanguíneos en la piel, especialmente en el rostro, cuello y orejas.

Un artículo publicado en 'The Journal of Nervous and Mental Disease' destaca que esta vasodilatación no es solo un efecto secundario del estrés emocional, sino una respuesta adaptativa que tiene un propósito social específico. En esencia, el sonrojo actúa como una "señal honesta" de nuestras emociones, comunicando a los demás que reconocemos una posible transgresión o que estamos pasando por un momento de vulnerabilidad.

placeholder El rubor en las mejillas es normal cuando sentimos vergüenza. (Pexels/Foto de cottonbro studio)
El rubor en las mejillas es normal cuando sentimos vergüenza. (Pexels/Foto de cottonbro studio)

El psicólogo y naturalista británico Charles Darwin fue uno de los primeros en estudiar el sonrojo como un fenómeno único en los seres humanos. En su obra 'La expresión de las emociones en el hombre y los animales', Darwin argumentó que el sonrojo es una respuesta exclusivamente humana, ya que requiere una conciencia de cómo nos perciben los demás. Este concepto se alinea con teorías modernas de la psicología social, que ven el sonrojo como un mecanismo para fomentar la empatía y la reconciliación en contextos sociales.

En un estudio de la Universidad de Groningen (Países Bajos), los investigadores descubrieron que las personas tienden a percibir a quienes se sonrojan como más confiables y honestos. En experimentos que involucraron escenarios de incomodidad social, como cometer un error frente a un grupo, los participantes evaluaron de manera más favorable a quienes mostraban signos de sonrojo en comparación con aquellos que no lo hacían. Esto sugiere que el sonrojo tiene un papel funcional en la regulación de las relaciones interpersonales, ayudando a restaurar la armonía social después de un posible desliz.

placeholder El sonrojo también puede surgir en contextos positivos. (Istock)
El sonrojo también puede surgir en contextos positivos. (Istock)

Desde un enfoque psicológico, el sonrojo está estrechamente relacionado con nuestra autoimagen y el deseo de ser aceptados por los demás. Un estudio publicado en 'Emotion', una revista de la Asociación Americana de Psicología, analizó la conexión entre el sonrojo y la autoevaluación. Los resultados indicaron que las personas más sensibles al juicio externo son más propensas a sonrojarse, ya que su cerebro responde de manera más intensa a situaciones que perciben como amenazantes para su imagen social. Curiosamente, aunque el sonrojo suele asociarse con la vergüenza, también puede surgir en contextos positivos, como al recibir un cumplido inesperado. Esto se debe a que en ambos casos estamos siendo objeto de atención, lo que activa la misma respuesta fisiológica de dilatación de los vasos sanguíneos.

A pesar de ser una respuesta involuntaria, algunas investigaciones sugieren que es posible reducir su frecuencia o intensidad mediante técnicas de regulación emocional. Por ejemplo, un estudio realizado en la Universidad de Harvard demostró que las técnicas de mindfulness pueden ayudar a las personas a manejar mejor su ansiedad social, disminuyendo así las situaciones que desencadenan el sonrojo. Sin embargo, los expertos también coinciden en que el sonrojo no debe ser visto como algo negativo. Lejos de ser una debilidad, es una manifestación genuina de nuestra humanidad y de nuestra capacidad para conectar emocionalmente con los demás.

El sonrojo es una de las reacciones más visibles y universales del cuerpo humano, especialmente cuando nos sentimos cohibidos o avergonzados. Este fenómeno, que se caracteriza por el enrojecimiento repentino del rostro, ha intrigado a científicos y psicólogos durante décadas. Más allá de ser una respuesta física, el sonrojo tiene profundas raíces psicológicas y sociales que revelan aspectos clave de nuestra evolución y funcionamiento interpersonal. El sonrojo es una respuesta del sistema nervioso autónomo, específicamente del sistema simpático, que se activa en situaciones de estrés social o emocional. Cuando nos sentimos avergonzados o cohibidos, nuestro cerebro interpreta la situación como un posible "riesgo" para nuestra reputación o percepción social. Según estudios realizados por la Universidad de California, Berkeley, esta interpretación desencadena la liberación de adrenalina, una hormona que provoca la dilatación de los vasos sanguíneos en la piel, especialmente en el rostro, cuello y orejas.

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