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Fatiga crónica, problemas digestivos y mareos: estos son algunos de los síntomas de la disautonomía en mujeres
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Fatiga crónica, problemas digestivos y mareos: estos son algunos de los síntomas de la disautonomía en mujeres

A pesar de su impacto en la vida diaria, la disautonomía sigue siendo una enfermedad infradiagnosticada en España

Foto: La fatiga crónica es uno de los síntomas de la disautonomía. (Pexels/ Liza Summer)
La fatiga crónica es uno de los síntomas de la disautonomía. (Pexels/ Liza Summer)

El cuerpo humano es un complejo sistema en el que cada función se regula de manera automática sin que seamos conscientes de ello. Sin embargo, cuando este equilibrio se rompe, pueden aparecer trastornos que afectan gravemente la calidad de vida. Uno de ellos es la disautonomía, una insuficiencia del sistema nervioso autónomo que, aunque poco conocida, es más común en mujeres y suele manifestarse en la adolescencia o antes de la menopausia. Su diagnóstico es complicado, ya que sus síntomas pueden confundirse con los de otras patologías, lo que lleva a que muchas pacientes pasen años sin recibir un tratamiento adecuado.

La disautonomía afecta el sistema nervioso autónomo, encargado de regular funciones vitales como la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la temperatura corporal y la digestión. Según la Clínica Universitaria de Navarra, esta alteración se produce por un mal funcionamiento de las células nerviosas que controlan estas funciones, aunque ni el encéfalo ni la médula espinal sufren daños. La doctora Elizabeth Coon explica que solo los ganglios autonómicos o vegetativos se ven afectados, lo que provoca síntomas debilitantes que pueden alterar significativamente la vida diaria de quienes la padecen.

placeholder Los mareos también son típicos de la desautonomía. (Pexels/ Kaboompics.com)
Los mareos también son típicos de la desautonomía. (Pexels/ Kaboompics.com)

Uno de los principales problemas de la disautonomía es la dificultad para diagnosticarla debido a la gran variedad de síntomas que presenta. El más común es la hipotensión ortostática, es decir, una caída abrupta de la presión arterial al ponerse de pie, lo que genera mareos e incluso desmayos. Sin embargo, no es el único signo de alerta. Otros síntomas frecuentes incluyen taquicardias sin causa aparente, ansiedad y ataques de pánico, fatiga crónica, problemas digestivos como náuseas e hinchazón, así como intolerancia al calor debido a la dificultad del cuerpo para regular la temperatura.

Aunque no se conoce una causa exacta para el desarrollo de la disautonomía, existen ciertos factores que pueden desencadenarla. Entre ellos se encuentran la predisposición genética, el estrés o la ansiedad crónica, infecciones virales y enfermedades autoinmunes como el lupus o la fibromialgia, que pueden afectar el sistema nervioso autónomo. Actualmente, la disautonomía no tiene cura, por lo que el tratamiento se enfoca en aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Para combatir la hipotensión ortostática, los especialistas recomiendan aumentar el consumo de sal y agua, lo que ayuda a incrementar la presión sanguínea. También se aconseja el uso de medias de compresión o fajas abdominales para favorecer la circulación y evitar la acumulación de sangre en las piernas.

placeholder La disautonomía puede provocar problemas digestivos. (Pexels/ Polina Zimmerman)
La disautonomía puede provocar problemas digestivos. (Pexels/ Polina Zimmerman)

Además, algunos fármacos pueden ser recetados para controlar los síntomas más molestos. Los betabloqueantes ayudan a reducir las taquicardias, mientras que la midodrina y la fludrocortisona pueden ser útiles para la hipotensión. Para los problemas digestivos, los anticolinérgicos suelen ser la opción más utilizada.

El ejercicio físico también juega un papel clave en el manejo de la enfermedad. Se recomienda realizar actividad moderada para mejorar la resistencia cardiovascular, aunque siempre bajo la supervisión de fisioterapeutas que enseñen una correcta higiene postural y ayuden a aumentar la tolerancia al esfuerzo. A nivel psicológico, la terapia es una herramienta fundamental para aprender a gestionar la ansiedad y el nerviosismo asociados a la enfermedad. A pesar de su impacto en la vida diaria, la disautonomía sigue siendo una enfermedad infradiagnosticada en España. La clave está en la información y en la búsqueda de atención médica especializada para evitar que quienes la padecen sufran en silencio.

El cuerpo humano es un complejo sistema en el que cada función se regula de manera automática sin que seamos conscientes de ello. Sin embargo, cuando este equilibrio se rompe, pueden aparecer trastornos que afectan gravemente la calidad de vida. Uno de ellos es la disautonomía, una insuficiencia del sistema nervioso autónomo que, aunque poco conocida, es más común en mujeres y suele manifestarse en la adolescencia o antes de la menopausia. Su diagnóstico es complicado, ya que sus síntomas pueden confundirse con los de otras patologías, lo que lleva a que muchas pacientes pasen años sin recibir un tratamiento adecuado.

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